La dirección de Colciencias
En un detallado informe sobre la labor desarrollada como Director del Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación, Colciencias, entre 2010 y 2012, el doctor Jaime Restrepo Cuartas dio cuenta de los avances que el país ha logrado en este campo y planteó los desafíos que enfrenta esa entidad en la coyuntura actual. Cumplido un ciclo de dos años en ese cargo, Restrepo Cuartas afirmó “con todo respeto, pero con entereza, que es necesario que los temas de ciencia, tecnología e innovación se analicen por parte del Gobierno Nacional con la mayor rigurosidad”.
Las declaraciones del Director de Colciencias y su renuncia, motivada en la incongruencia entre “los recursos que se otorgan y las metas que se persiguen”, según lo advierte el editorial de El Tiempo en su edición del 12 de julio pasado, abrieron el debate sobre el manejo de este organismo y llevaron el tema a los medios de comunicación, hecho importante si se tiene en cuenta que las noticias en esta materia difícilmente atraen la atención de la ciudadanía en general. En los últimos tres años, Colciencias,
el antiguo Fondo Colombiano de Investigaciones Científicas y Proyectos Especiales “Francisco José de Caldas”, creado en 1968, recibió un impulso de grandes proporciones. En primer lugar, en 2009, pasó de ser un Instituto adscrito al Departamento Nacional de Planeación, a un Departamento Administrativo del orden nacional, adquiriendo así un estatus superior. Al año siguiente, gracias a la aprobación de una importante adición presupuestal proveniente del Fondo Nacional de Regalías, se incrementaron significativamente los recursos para el desarrollo de sus labores. Esta situación favorable se ha podido proyectar hacia el futuro en virtud de la ley que regula la organización y funcionamiento del Sistema General de Regalías, aprobada recientemente.
Así las cosas, pareciera que todo es propicio para que Colciencias pueda atender a cabalidad sus funciones, entre las cuales se destacan, por una parte, la creación de “una cultura basada en la generación, la apropiación y la divulgación del conocimiento, y la investigación científica, la innovación y el aprendizaje permanentes”, y por otra, “el fortalecimiento de la capacidad científica, tecnológica, de innovación, de competitividad y de emprendimiento, y la formación de investigadores en Colombia”. Y todavía más, porque como bien lo recuerda el editorial mencionado, la innovación es precisamente “una de las cinco locomotoras de la prosperidad, que forman parte del Plan Nacional de Desarrollo de la presente administración”. Así también lo anota Restrepo Cuartas al concluir su informe: “El camino está abonado para construir el sueño de la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo”, según la propuesta presentada por aquel grupo de notables reunido en 1995, que ya “no será en el año 2000 como ellos quisieron, pero puede ser en el 2020”.
Sin embargo, los planteamientos de Restrepo Cuartas y los que han circulado a propósito de su renuncia hacen temer por el futuro de Colciencias. Una palabra, rigurosidad, aparece como clave en esta discusión. En primer lugar, porque se requiere rigurosidad a la hora de determinar cómo se han de invertir los recursos disponibles, y ese criterio no puede ignorar la naturaleza académica de la producción del conocimiento, tal como se lo manifestamos al Presidente de la República los Rectores de las instituciones que formamos el Grupo Colaborativo de las Diez. Al respecto también se pronunciaron los miembros de la Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia cuando advirtieron en el mensaje enviado al Primer Mandatario que “la forma como se plantea la asignación de estos dineros y la visión que se impone en el Gobierno sobre la innovación y su manejo como política pública hacen que Colciencias y las instituciones de investigación queden relegadas”.
Por otra parte, esa misma rigurosidad es necesaria en el nombramiento del nuevo Director de Colciencias, proceso que se ve expuesto al influjo de intereses ajenos a los propios del mundo académico, de la comunidad científica. Tal como aparece señalado en un mensaje de “la comunidad científica y las instituciones que desarrollan investigación en el país”, también dirigido al Presidente de la República, “consideramos trascendental que en ese cargo sea nombrada una persona que además de tener todo su apo- yo y una línea de comunicación directa, pueda interactuar fácilmente con las demás instancias del gobierno nacional y que sea reconocido por la comunidad científica nacional por sus ejecutorias y por liderar una línea de pensamiento para el desarrollo científico-tecnológico y de fomento a la innovación”. De nuevo la rigurosidad se impone.
A propósito de este debate que en buena hora ha sido planteado, vale la pena recordar también, como anotación final, que cuando la Universidad Javeriana definió su Misión en 1992 y escogió siete problemáticas del país para tratar de manera especial de ayudar a su solución, una de ellas precisamente fue “la deficiencia y la lentitud en el desarrollo científico y tecnológico”.
Expuesto lo anterior, debemos compartir la conclusión de Restrepo Cuartas: sí, “el camino está abonado”; y unirnos a su clamor: ¡Aprovechémoslo! La dirección que se de a Colciencias es un asunto de la mayor importancia