1 de agosto del 2015 | Edición N°: Año 54 N° 1310
Por: Fanuel Hanán Díaz | Gerente de la línea infantil del Grupo editorial Norma.



Congreso de Literatura Infantil y Juvenil en la Javeriana. Prácticas de lectura: recomendaciones para instalar el disfrute por la lectura en el aula.

Nuevos  paradigmas  en  la  construcción del conocimiento, ecosistemas de aprendizaje cada vez más autónomos y la hegemonía de  los  soportes  digitales  han  marcado transformaciones  en  la  escuela,  y  junto con ello aparecen nuevas demandas para  replantearse  la formación lectora en este contexto.

Libros enriquecidos, libros aplicaciones, bibliotecas virtuales  y  portales con cuestionarios para  responder desde  la  ubicuidad  que ofrece  Internet,  son algunas  de  las  “innovaciones”  que  se proponen  para  acoplarse  con  los  signos de los tiempos. Sin embargo, estos cambios siguen siendo adaptaciones de viejos y cuestionables paradigmas. Pretender  que  la  lectura  al  servicio  de  la pedagogía se maquille bajo el ropaje de futuristas soluciones digitales, no exime de  abordar  preguntas  como  ¿Para  qué leer? ¿Qué leer? ¿Cómo asegurar experiencias lectoras inolvidables?

La formación del lector literario debe propiciar encuentros vitales con la palabra,  debe  fortalecer los  lazos  emocionales con el libro y ten- der   las   condiciones para experimentar la magia  de  la  ficción en toda su extensión. No hay estrategia más potente para conquistar lectores que la elección apropiada de un libro, la lectura subyugante emocional con la palabra, esta conexión ancestral  con  el  encanto  de  escuchar una buena historia.

 

Lector literario

La  escuela  debe  desarrollar  el  pensamiento lógico, la compresión de textos escritos, la identificación de ideas principales… así como contenidos transversales,  los  valores,  las  conexiones  entre áreas del saber. Y obviamente el conocimiento de la gramática, la ortografía y  la  morfosintaxis  de  la  lengua.  Pero, ¿debe utilizarse la literatura para cumplir  estos  propósitos?  ¿No  proveen  los libros escolares abundantes reservorios de  textos  apropiados  para  esta  labor pedagógica?

Hoy,  como  ayer,  es  impostergable  la formación del lector literario. Hacer que a  ese  lector  le  brillen  los  ojos  cuando habla  de  un  libro  que  le  ha  gustado, suscitar conversaciones alrededor de las lecturas, crear condiciones para que se  lea  con  libertad  y  entrega,  proveer abundantes y variados libros de calidad, entusiasmar,  enamorar.  La  imagen  del viaje  que  los  libros  aseguran  desde  la quietud de un asiento, resulta siempre oportuna  para  describir  el  influjo  que ejerce la literatura cuando un lector se sumerge en la ficción.

Pretender  que  la  lectura  por  placer tenga un destino pedagógico es la forma más efectiva de inmolar a un lector.

Cada vez más se hace necesario que los mediadores tomen conciencia de separar ambas aguas, de otorgarle prestancia  a  la  lectura  creadora,  autónoma  y desprovista  de  señuelos  para  reforzar contenidos del programa de estudio.

Otras  destrezas  no  menos  valiosas, como la conversación, la escritura creativa, la argumentación, la expresión de sentimientos, la interpretación… pueden asegurar encuentros más genuinos y coherentes con esa experiencia lectora.

¿Para qué leer? Leer no debe conducir necesariamente  a  una  solución  práctica.  El  derecho  a  leer  por  leer  es  también  primordial.  Hay  que  desterrar  los cuestionarios, los cuadernos de trabajo, las  comprobaciones  de  lectura  de  este territorio  de  la  imaginación  y  abrir  la puerta al reino de la ficción, de los viajes, donde se confrontan interrogantes vitales y se encuentran profundas respuestas.

En  un  contexto  altamente  digital,  la lectura sigue siendo una destreza fundamental  para  acceder  a  la  información, para discriminarla, para utilizarla. Sin embargo, los brotes de este complejo  mecanismo  lector  tienen  su  semilla en el disfrute que hace posible que un lector se conecte de forma permanente y frecuente con los libros.

Un    espacio    fundamental  que  se  presenta  en  el panorama  es  el  Congreso de  Literatura  Infantil  25 años Torres de Papel, que se  realizará  en  la  Javeriana los días 22 y 23 de octubre, donde se rescata el valor de una de las colecciones de literatura infantil con mayor trayectoria en el continente.

El Congreso

La figura del mediador adulto, que promueve acercamientos entre libros y lectores, requiere de profesionalización. La práctica  frecuente  fortalece  la  calidad de  esta  mediación,  pero  también  encuentros académicos que hagan posible el  autorreconocimiento  como  lectores, la  reflexión  permanente  sobre  el  sentido  de  la  lectura  y  nuevas  ideas  que encaucen estrategias seguras para una mediación lectora exitosa.

Un espacio fundamental que se presenta en el panorama es el Congreso de Literatura Infantil 25 años Torres de Papel, que se realizará en la Javeriana los días 22 y 23 de octubre, donde se rescata el valor de una de las colecciones de literatura infantil con mayor trayectoria en el continente.

Los  cuentos  se  hacen  seductores  en la voz de Marina Colasanti, la ganadora del primer Premio Norma hace 20 años. Junto con ella, las italianas Anna Lavatelli y Daniela Palumbo extenderán una invitación  a  penetrar  temas  de  mayor realismo. Desde su oficio nos hablarán de ciertas zonas grises de la existencia. Yolanda Reyes, por su parte, autora de la novela juvenil Los años terribles, hará un  acercamiento  a  la  narrativa  juvenil desde  la  perspectiva  del  crecimiento de  los  personajes  y  las  soluciones  narrativas  poco  tradicionales.  El  escritor Antonio Orlando Rodríguez ofrecerá un panorama  de  las  obras  ganadoras  del premio Norma, su potencial para la formación de lectores en distintos proyectos literarios.

Como  complemento,  las  mesas  de trabajo  que  se  proponen  en  el  Congreso  abordarán  la  importancia  de  la formación  académica  en  la  literatura infantil,  diversos  panoramas  literarios en el continente, los bookstubers como fenómeno  para  la  formación  de  lectores juveniles y un simposio con autores colombianos de literatura infantil.

Un  encuentro  alrededor  de  un  proyecto editorial que ha dejado huella en el continente y que promete seguir multiplicando los lectores, desde el placer y esa conexión intangible que acompaña a los lectores para siempre.