La Universidad, agente de cambio

Pocos días después de mi jubilación el P. Jorge Hoyos, S.J. me comunicó la decisión de la Pontificia Universidad Javeríana de rendirme un homenaje personal por la colaboración prestada y excelente relación que hemos mantenido.
Me alegró mucho la noticia por el bondadoso reconocimiento de mi trabajo, al cumplir con entusiasmo los deberes de mi cargo. Me entusiasmó también la oportunidad que iba a tener de volver a ver a mis amigos muy caros, y enterarme de la marcha de proyectos con los cuales me he identificado desde sus comienzos.
Siento a América Latina, después de estos 30 años de caminarla de norte a sur, de oriente a occidente, como si fuera un solo y gran país, siendo esta cordillera de los Andes su columna vertebral, y Colombia para mi uno de sus rincones más queridos. Desde que vine por primera vez, en 1955, al ver esta bella sabana de Bogotá, tuve recuerdos de los campos del estado de Río Grande del Sur, donde pasé los primeros quince años de mi vida.
Sentí la afinidad inmediata con mis colegas colombianos y volví muchas veces con el mismo encantamiento.
En estos 30 años he acompañado el desarrollo de Colombia y de esta gran urbe y en los últimos años, a raíz de mi trabajo con la Fundación Kellogg, se intensificaron los contactos, se estrecharon los lazos de amistad.
Por todo ello el día en que recibo esta honrosa distinción de la Universidad es para mi inolvidable, entre otras cosas por los diez años del PAMI, por el Programa PASOS, que cuenta con un estupendo marco conceptual en la Gerencia de los Programas Sociales, su trabajo en un municipio colombiano y su ubicación en la FEI, Facultad que fomenta la interdisciplinariedad.
En esta ocasión recordamos también el CEPA DS por su trazo de unión entre los Proyectos docente-asistenciales de Cali, Manizales, Medellín, Barranquilla, Bucaramanga y Bogotá.
Están presentes también representantes de ASCOFAME, ACFO, ACOFAEN y el equipo de salud, de la atención de investigación en la atención primaria de la misma y de la Facultad de Medicina, todo bajo un mismo techo y en la misma casa, en este momento que toca muy en el fondo de mi corazón.
Con todos mis amigos quiero compartir algunas preocupaciones por nuestra época y por nuestro destino.
Vivimos momentos difíciles en América Latina. Las tragedias de la naturaleza en 1985 en Colombia y en México. Los problemas de distribución de la riqueza en el mundo y en el interior de los países.
Los problemas causados por la deuda externa, la inflación, la recesión, el desempleo y subempleo, la pobreza, miseria y hambre de nuestros pueblos.
Pero tengo confianza en el destino y el futuro de América Latina. No existe ninguna fatalidad histórica que nos amarre inexorablemente a las dificultades presentes.
¿Qué era Escandinavia cuando florecían importantes civilizaciones en el Mediterráneo Oriental? Nación pequeña, con grandes aspiraciones. Los cambios en América Latina desde el tiempo de la postguerra son evidentes, sin desconocer que muchas de nuestras universidades han contribuido a este cambio. Ellas han formado los técnicos, expertos, profesionales, intelectuales que son importantes agentes de cambio.
En este sentido la Javeriana ha funcionado como una de nuestras grandes universidades en América Latina, produciendo los líderes de pensamiento y de acción que tanto necesitamos.
Tienen ustedes razón de enorgullecerse de ella; tenemos todos la alegría y el honor de aportar algo en el sector de la salud.
Agradezco a todos los presentes este grato homenaje. Me siento parte integrante de esta gran Universidad. Mi deseo final es estimularla para que siga adelante plantando semillas, abriendo caminos, estimulando mentes, en su fecunda y noble misión.
Las futuras generaciones lo agradecerán. Así camina la humanidad.