Febrero 1986 | Edición N°: 904
Por: Alberto ArenasLBERTO ARENAS, S. J. | Profesor de la Facultad de Teología - Director de la Carrera de Ciencias Religiosas - Director de Teología a Distancia



Alberto Arenas, S. J. Profesor de la Facultad de Teología – Director de la Carrera de Ciencias Religiosas – Director de Teología a Distancia

Hay quienes se extrañan de un hecho: en la actualidad muchos laicos se dedican a profundizar en estudios teológicos. Tácitamente se preguntan si dichos estudios no son acaso exclusividad de los clérigos en la Iglesia. El Concilio Vaticano II no pensó así Consciente de la responsabilidad del laico en la evangelización de la sociedad, consideró así su acción en frase lapidaria: «Lo que el alma es en el cuerpo, esto han de ser los cristianos en el mundo» (L. G.38) Esto lo afirma precisamente de los laicos en el capítulo dedicado a ellos en la Constitución sobre la Iglesia. Conocedor por otra parte el Concilio de la necesidad de una formación que fundamente la acción apostólica del laico, recomendó en otro sitio: «Es de desear que numerosos laicos reciban una buena formación en las ciencias sagradas y que muchos de ellos se dediquen «ex professo» a estos estudios y profundicen en ellos» (G.S. 62).

La Universidad Javeriana, atendiendo a este deseo del Concilio, ha abierto sus aulas a los laicos de ambos sexos, a través principalmente de la Facultad de Teología, tanto en su programa del Ciclo Básico de teología que se ofrece a los futuros sacerdotes, como en la carrera de Ciencias Religiosas especialmente concebida como programa de Teología para Laicos; desde hace algunos años también hace extensivo ese servicio de formación teológica mediante la afiliación a la Facultad de la Sede en Colombia del Instituto Internacional de Teología a Distancia de Madrid. Dicho Instituto cuenta con más de 12.000 alumnos en el mundo y en Colombia extiende su servicio de estudios teológicos a casi 2.000 alumnos, en muy buena parte laicos.

Las razones del interés de la Iglesia y de la Universidad en prodigar los conocimientos de la Teología a los ambientes laicos son evidentes. Ante todo el laico necesita afianzar y madurar su fe personal. Muchos seglares cristianos experimentan incapacidad teológica para hacer frente a los desafíos del cambio en el mundo de hoy. Sus pocos actualizados conocimientos religiosos no son suficientes para dar una respuesta adecuada a los interrogantes que les plantea el desarrollo de las ciencias humanas sociales y políticas que hoy agita a la sociedad. Ante esta exigencia que se le presenta al laico hoy, se agudiza la necesidad de una formación doctrinal adecuada y sistemática que le permita interpretar la historia e ilumine su participación en el desarrollo cultural.

La Teología además, pretende capacitar a los laicos para las tareas específicas del apostolado moderno, para las actividades educativas y la animación de grupos apostólicos. «Casi sin darnos cuenta —así se expresaban unos estudiantes laicos— un día pensamos que nuestros conocimientos religiosos se habían quedado cortos. Si realmente queríamos trabajar en nuestras comunidades o profundizar en nuestras convicciones, no teníamos más remedio que estudiar Teología». «Desde el Concilio Vaticano II, dice otro, la Iglesia ha tomado conciencia de que el laico debe participar activamente en la vida de la comunidad. Y para ello hay que prepararse’.

Una razón más que apoya lo ya dicho. Es de esperar que el proceso de formación teológica desencadene necesariamente (y esto es algo que vemos se verifica a diario en nuestras iglesias particulares) múltiples virtualidades que han permanecido inoperantes en la Iglesia durante largo tiempo. La Iglesia podrá esperar que algunos laicos, con la actualización de su fe, se responsabilicen en algunos ministerios eclesiales para contribuir así a la labor evangelizadora en el mundo.

Quienes estamos dedicados a la comunicación del mensaje revelado, verificamos con alegría este hecho: los laicos hoy tienen hambre de Teología. Es ésta una feliz consecuencia de las orientaciones del Concilio. En las últimas décadas ha pasado algo: los laicos se han sentido plenamente Iglesia. Esto los ha ido haciendo cada vez Irás conscientes de la responsabilidad que tienen de actualizar su Posición religiosa ante Dios y ante el mundo.