Las brigadas de emergencia: esenciales en la comunidad universitaria
En los últimos años se han incrementado en el mundo los desastres naturales como múltiples sismos e incendios forestales, que tiene como consecuencia inundaciones y avalanchas, entre otros. Cada día se ven, con mayor frecuente por los medios de comunicación, ciudades enteras devastadas por tsunamis y terremotos, los que han dejado tras su paso miles de heridos, muertos y desaparecidos. Sismos, como los acontecidos en estos dos últimos años en Haití, Chile, Nueva Zelanda y Japón, entre otros, demuestran la vulnerabilidad de los humanos ante los embates de la naturaleza. En regiones vulnerables, como Chile y Japón, la población se prepara constantemente con simulacros que les permite actuar de la mejor manera ante este tipo de eventos. Desde que son niños, en las escuelas los entrenan para afrontar situaciones de peligro y además cuentan con brigadas de emergencia, entrenadas para atender a la población en sitios muy concurridos, como conjuntos residenciales, centros comerciales, universidades y empresas. Colombia no es ajena a los desastres naturales. La ola invernal que ha traído inundaciones y deslizamientos pone a prueba la capacidad de respuesta de los organismos de emergencia, que se ven cortos en su respuesta debido al poco personal con el que cuentan. Por ello, y mucho más, las brigadas de emergencia son clave para atender eventos que pueden poner en riesgo la vida de las personas; una brigada de emergencia es un “grupo de choque” especializado y equipado cuya finalidad es minimizar las lesiones o pérdidas que se puedan presentar por algún tipo de emergencia presentado en la empresa, y eso lo entiende la Pontificia Universidad Javeriana.
La Dirección de Recursos Físicos, la Oficina de Administración del Campus y el Sub-centro de Seguridad Social y Riesgos Profesionales lideran los procesos de formación, en respuesta a emergencias de un grupo de empleados de
la Universidad comprometidos con esa labor: los brigadistas. No sólo el entrenamiento constante en primeros auxilios, manejo de extintores y mangueras, elaboración de nudos y anclajes, transporte de lesionados y simulacros de evacuación, entre otros, hacen de una persona un buen brigadista; se requiere además de autocontrol, poder de decisión y trabajo en equipo. El entrenamiento constante fortalece las brigadas y da confianza para actuar de manera asertiva ante algún evento que pueda generarse en el campus, como amenazas de bomba, sismos, incendios, fugas de gas, derrames químicos, entre otros riesgos potenciales que se pueden presentar en la universidad, aparte de situaciones más frecuentes como desmayos y lesiones por caídas. En los últimos años, las brigadas de emergencia de las facultades de Teología, Ingeniería, Odontología, Ciencias y el Centro Javeriano de Formación Deportiva se han ido fortaleciendo para responder de manera adecuada a la población estudiantil, profesoral, administrativa y visitante que diariamente circula por el campus. Entender que en caso de un evento de gran magnitud los brigadistas deben responderle a 25.0000 personas que conviven en la Universidad, hace de ésta una tarea con mucho compromiso y seriedad.
Una cultura de prevención
Pero esto no debe ser un trabajo exclusivo de brigadistas. Toda la comunidad universitaria debe estar sensibilizada y preparada para actuar de manera acertada ante una situación de emergencia, pero ello sólo se logra con una “cultura de la prevención”. Para lograrlo, es necesario el entrenamiento y, sobre todo, el conocimiento: saber dónde están los puntos de encuentro más cercanos, las salidas de emergencias de los edificios que se frecuenta, la ubicación de los extintores, camillas, las llaves maestras del gas en sitios especiales, saber el número de emergencia de la universidad (*123 desde un teléfono fijo), así como la ubicación de los brigadistas más cercanos a su zona; estos deberían ser los conocimientos básicos que todo estudiante, profesor y personal administrativo debería saber. Los profesores, por ejemplo, deben ser conscientes de que en el salón de clase son responsables del grupo de estudiantes y deben velar por su integridad. La primera clase de cada semestre debería ser un recordatorio a los estudiantes del punto de encuentro y las salidas de emergencia de los edificios donde toma sus asignaturas; en las asignaturas con laboratorio es importante la ubicación y el manejo del extintor, las llaves del gas y la ducha lava-ojos.
Secretarias, auxiliares de laboratorio y conserjes son personal clave que debe vincularse a las brigadas: ellos pueden conocen bien sus lugares de trabajo y a sus compañeros de piso, de manera que en una evacuación puedan liderar la salida del personal y, de ser necesario, dar soporte vital básico a quien lo requiera. Igual de importante a la sensibilización de la comunidad universitaria es la comunicación y aquí la articulación con los auxiliares de información (o vigilantes) hace que la respuesta sea oportuna y efectiva. La activación de alarmas de evacuación en edificios, por ejemplo, debe, a su vez, ser un trabajo coordinado entre auxiliares de información y coordinadores de brigada, de manera que la situación o el evento sean manejados de la mejor manera, sin generar más traumatismos. Se entrena de manera permanente para un evento que ojalá nunca se presente, pero si se da, ahí están los brigadistas para responderle a la Universidad.