Las universidades regentadas por los jesuitas en África y en Asia
La presencia jesuítica en África y en Asia se remonta a los tiempos de San Ignacio de Loyola. El 16 de enero de 1554, el santo fundador de la Compañía de Jesús manifestaba su deseo de ir al África, donde se acababa de fundar una misión, si las normas del instituto, fundado en 1540, se lo permitían. El ingreso a Asia –lo sabemos bien– se da con San Francisco Javier, nuestro titular, quien llega a Goa, en la India, el 6 de mayo de 1542. Varios nombres de hombres insignes por su heroísmo, por su dedicación a la misión, por sus virtudes humana y evangélicas, y en no pocos casos por su talante científico, integran esta historia, varias veces centenaria: Mateo Ricci, Alessandro Valignano, Andrés de Oviedo, San Juan de Brito, Federico Melendro, Diego Carvalho, San Pablo Miki, Nicolás Kluiters, Vicente Zhu Hong-Scheng, Juan Núñez Barreto, Teodoro Mantel, León Tanaka, Gonzalo de Silveira, Beato Rodolfo Acquaviva, Santiago Berthieu, San Diego Luis de Sanvitores, Diego Kisai,Gaspar Coelho y Godofredo Alingal, ellos aportan narrativas vitales que expresan con riqueza humanista y espiritual el trabajo evangelizador y cultural en estos dos continentes, entrañables para los afectos de la Compañía. Dentro de estos cometidos se destaca el trabajo en la educación superior, que se pone de manifiesto en datos muy elocuentes.
En África, la Universidad Católica de África Central, fundada en 1991 en Camerún; el Hekima College (Facultad de Teología), en Nairobi (Kenya); dos escuelas profesionales en la isla de Madagascar; el Instituto Superior de Teología en Costa de Marfil; en la República Democrática del Congo (antiguo Zaire) están el Canisius College (Facultad de Filosofía) y el Instituto Superior Agroveterinario, ambos en la ciudad de Kinshasa; en Sudán, una facultad de Teología; en Zambia, una institución profesional para formación de maestros; y en Zimbabwe, una Escuela de Trabajo Social y en el Arrupe College, la facultad de Filosofía y Teología.
En Asia también se destaca la presencia jesuita, que es muy elocuente. Sólo en la India la Compañía de Jesús regenta 27 colegios universitarios, 9 institutos superiores para formación de maestros, 11 facultades dedicadas a la administración, finanzas y negocios, 11 centros de investigación y 22 instituciones con carreras técnicas, para un total de 80 entidades dedicadas a la enseñanza superior. En Indonesia están la Universidad Sanata Dharma y una Escuela de Filosofía. Japón cuenta con 4 universidades, dentro de las que destacan la célebre Universidad de Sophia, en Tokio, fundada en 1913 por el jesuita alemán Hermann Hoffman, y la Universidad de Música en la ciudad de Hiroshima. En Corea del Sur la Universidad de Sogang en Seúl, en Líbano la Universidad de San José en Beirut y una escuela superior profesional. En las Islas Filipinas la presencia se da a través de cinco universidades, dentro de las que es notable el muy conocido Ateneo de Manila. En Taiwan, la Universidad de Fu Jen, y en Nepal un colegio universitario. En Asia, entonces, este trabajo de educación superior jesuítica se da a través de 96 instituciones.
Siguiendo la perspectiva de inculturación y humanismo, propia de nuestra tradición, la Compañía de Jesús está presente en estos países asiáticos y africanos, en los que el cristianismo es minoritario. Allí aporta al desarrollo científico, social y cultural, y hace un especial énfasis en temas de administración, de gerencia, de educación, de filosofía y en teología, ciencias de la computación, trabajo social y humanidades. El fin de esta presencia no es el proselitismo evangelizador. Se respeta así el pluralismo religioso y espiritual, y se genera un diálogo con estas tradiciones de sabiduría y de sentido, algo que es muy propio del estilo apostólico de la Compañía. La teología del pluralismo religioso, el reconocimiento respetuoso de lo diferente, el aprecio por las diversas maneras de caminar hacia lo trascendente, tienen en estos lugares académicos unos ámbitos privilegiados para ampliar las propias ópticas y para cultivar una humanidad tolerante, y siempre en actitud de diálogo, superando francamente los peligrosos fundamentalismos.
La presencia en estos dos continentes aporta riquezas extraordinarias al conjunto de la educación superior jesuita, teniendo en la cuenta el valor de las grandes tradiciones sapienciales asiáticas y africanas, sus cosmovisiones trascendentales, sus identidades culturales, sus procesos de estructuración social y económica, todo esto en ejercicio de una globalización que no busca afirmar hegemónicamente lo occidental sino propiciar un saludable encuentro multicultural en igualdad de condiciones. Un verdadero desafío para salir de los enclaustramientos nacionales y continentales, y abrir la posibilidad de intercambios educativos y científicos con estas instituciones, todavía muy desconocidas para nosotros en Colombia y en América Latina, pero muy prometedoras en sus posibilidades