MAGIS, una experiencia de universalidad
Después de regresar de la Jornada Mundial de la Juventud en España, ha sido muy especial reconocer el interés de muchas personas por lo que vivimos y sentimos en esta experiencia, pues fue una auténtica expresión del carácter universal de la Iglesia de la que hacemos parte. Cuando nos preguntan qué hicimos, cómo nos fue en la experiencia, inmediatamente nos conectamos con dos experiencias especiales, distintas y, de algún modo, complementarias. Por una parte, la Jornada Mundial de la Juventud, que tuvo una amplia difusión mediática, pues es el evento de mayor convocatoria que puede tener la Iglesia Católica en este momento y, por otra, MAGIS, el encuentro mundial de jóvenes que viven la espiritualidad Ignaciana.
Como Pontificia Universidad Javeriana fuimos encomendados por la Compañía de Jesús para preparar la participación de la delegación de Colombia. Finalmente, 28 personas de diferentes facultades, a saber, Ciencias Políticas, Comunicación y Lenguaje, Educación, Odontología, Estudios Ambientales y Rurales, Arquitectura y Diseño, Teología, Enfermería, Psicología, Ciencias Sociales, Odontología, Educación, Teología, Medicina, Ingeniería y Ciencias Contables, Económicas y Administrativas, así como personal administrativo de la Universidad y de obras de la Compañía de Jesús, nos dimos cita en España para vivir este acontecimiento plural. El lugar de encuentro para el inicio de MAGIS, realizado años atrás en París, Colonia y Sidney, no podía ser más significativo de cara a la inspiración ignaciana del encuentro: fue en Loyola, donde Ignacio creció y aprendió a escuchar su interior. Allí nos reunimos aproximadamente 2800 jóvenes de todo el mundo durante tres días pensados para hacernos “amigos en el Señor”. Más allá de las muy diversas lenguas que hablábamos, la oración, la música, el teatro, la danza, los juegos y el humor, nos permitieron conocernos personalmente y compartir, desde la simplicidad de la vida, lo más propio de nuestras culturas y países. El común denominador de todos fue la experiencia de Dios, la cual hemos llegado a vivir a través de la espiritualidad que heredamos de Ignacio. En un cercano encuentro con el Padre Adolfo Nicolás, General de la Compañía de Jesús y Gran Canciller de nuestra Universidad, fuimos invitados como jóvenes a vivir sin miedo la invitación que Dios mismo nos hace, al compartir el amor que de Él recibimos y a asumir las exigencias proféticas de esta invitación.
La experiencia en Loyola terminó con la Eucaristía de Envío, presidida por el padre Nicolás ante personas en el santuario de Loyola. Partimos entonces a más de 90 experiencias desarrolladas en España, Francia, Portugal y Marruecos. En todas ellas, durante siete días, en grupos conformados por delegaciones de mínimo 3 países con distintas lenguas, compartimos actividades orientadas al crecimiento en la vida interior desde la oración y el trabajo social. Buscando ponernos, como lo señalaba el lema de MAGIS, “con Cristo en el corazón del mundo”, los colombianos fuimos enviados a participar de actividades de servicio social en Barcelona y Almería, de un taller de espiritualidad en Salamanca y otros, de una peregrinación desde Solsona hasta Manresa, cuna de los Ejercicios Espirituales Ignacianos. Trabajar de cerca y compartir la vida con croatas, indonesios, polacos, franceses, checos, austríacos, españoles, libaneses y estadounidenses, nos permitió confirmar, desde la experiencia, cómo Dios nos mueve permanentemente a seguir la bandera de Cristo en el servicio generoso y desinteresado al mundo.
Para la parte final del encuentro, buses provenientes de cada rincón de la península ibérica fueron llegando al Colegio Nuestra Señora del Recuerdo en Madrid. Los rostros de todos reflejaban la confianza y cercanía de una semana de trabajo conjunto en contraposición con la timidez y seriedad del primer encuentro en Loyola. Estábamos entonces listos para adentrarnos en una nueva experiencia de universalidad: sumarnos a más de un millón de peregrinos que participarían en la Jornada Mundial de la Juventud. Este evento constituye una expresión única de la diversidad de la Iglesia en sus tendencias, manifestaciones y búsquedas. Es el evento que últimamente ha logrado la mayor convocatoria de la iglesia católica. La capital de España fue, durante esos días, una ciudad, literalmente, invadida por católicos de todo el mundo. En las calles, las estaciones del metro, los restaurantes, los museos, las iglesias y demás lugares públicos, turísticos o no, estaban los jóvenes con su sello de “peregrinos”. Camisetas, sombreros, distintivos de todos los colores y formas posibles, así como cantos en todos los idiomas existentes, daban cuenta, en medio de una diversidad desconocida hasta entonces para nosotros, del hecho de compartir un mismo espíritu: el de Jesús Resucitado. Particular expectativa generaba durante esos días el encuentro con el Papa, cabeza de la Iglesia allí convocada. En eventos diversos, en lugares céntricos de Madrid y en el Aeropuerto Militar de Cuatrovientos, éste se dirigió a los jóvenes congregados. Su principal invitación a los allí presentes y a través nuestro, al resto de la Iglesia, fue a arraigar nuestra fe en el conocimiento personal, cercano y afectivo de la persona de Jesús a fin de descubrir con ello nuestra vocación en la sociedad y atender a este llamado con la alegría, la valentía y la generosidad que el mismo Dios inspira. Nos invitó a hacer de nuestra fe, de nuestra experiencia de Dios, algo para compartir con otros y no simplemente un patrimonio individual e intimista. La amabilidad, la simpatía y el servicio de esos días en Madrid
tendrían que ser para otros muchos los signos visibles de una presencia viva de Dios en nosotros y en todos los que con nosotros comparten la vida. De manera especial y muy cercana, el Papa hizo una particular petición: comunicar lo vivido a quienes hubieran querido estar allá y no pudieron y, del mismo modo, a quienes desde el corazón estuvieron unidos a los peregrinos de la Jornada. Eso hemos querido hacer con estas líneas que son signo del agradecimiento que sentimos con Dios, con la Universidad Javeriana y con todos aquellos que colaboraron para que esta experiencia fuera posible.
Tanto MAGIS como la Jornada Mundial de la Juventud fueron la oportunidad de ver el mundo entero en un solo lugar, un encuentro único donde el mayor aprendizaje fue reconocer la capacidad del ser humano para vincularse y expresar la fraternidad más allá de las fronteras. La cita próxima, como lo anunció SS. Benedicto XVI, será en América Latina, en Río de Janeiro, en 2013. Allí nos encontraremos de nuevo para seguir compartiendo lo que el Señor nos invita a vivir en cada uno de nuestros lugares de origen.