Ocho días atrapada en Santiago
Nancy Agray Vargas fue una de las tres profesoras de la Universidad Javeriana que viajaron al Congreso de la Lengua Española en Chile, donde las cogió uno de los más fuertes terremotos de la historia.
A las 3:34 de la mañana del sábado 27 de febrero de 2010 comenzó en Chile uno de los terremotos más fuertes que se ha sentido en el planeta y allí estaban tres profesoras de la Universidad Javeriana, de los departamentos de lenguas, literatura y Comunicación. Nancy Agray Vargas, quien trabaja desde hace 15 años con la Universidad Javeriana, viajó, al igual que sus colegas, al Congreso de la lengua Española que se inauguraba el lunes siguiente. Estaba esa noche en un hotel de Santiago con sus maletas listas para madrugar hacia Valparaíso, sede del evento.
Fueron 2 minutos y 45 segundos seguidos de movimiento de la tierra. “Eso es una eternidad y más con la fortaleza con que tembló, que uno no podía ni moverse para salir a la calle”. la magnitud fue de 8.8 en la escala de Ritcher, mientras que el de Haití fue de 7.0, el de armenia en 1999 fue de 6.4 y el último que sacudió a Bogotá, el 25 de mayo de 2008, fue de 5.5. “acá en Colombia había sentido temblores, pero no terremotos como ese, sólo cuando uno lo vive toma conciencia de la fuerza de la naturaleza y del riesgo en que estamos en bogotá de que ocurra algo parecido para lo cual no estamos preparados”. En Chile, uno de los países más sísmicos del mundo, la calidad de las construcciones y la preparación de la gente, no permitieron que la cifra de víctimas llegara a las magnitudes de Haití, donde fallecieron 200.000 personas. En el país austral se habla de 400 muertos, la mayoría como consecuencia de un tsunami que arrasó gran parte de Concepción. En total se destruyeron 500 mil viviendas y el número de damnificados supera los 2 millones. nancy agray, quien trabaja con el Departamento de lenguas en la formación de profesores de idiomas y en el área de español como lengua extranjera, llegó el jueves 25 de febrero a Santiago con su esposo, a quien convenció de que la acompañara, porque en principio él no quería ir.
Uno de los eventos previos al Congreso era la reunión del comité ejecutivo y la presentación a los medios de comunicación de un proyecto denominado Sicele (Sistema de Certificación de Español como lengua Extranjera), en el que 60 universidades hispanoamericanas, entre ellas la Javeriana, han trabajado durante los últimos cinco años, bajo el liderazgo del instituto Cervantes, en España, y de la asociación Colombiana de Universidades (Ascun), en Colombia. La profesora Agray participaba como miembro del Comité académico del Sicele, del que también forman parte representantes de la U. del Valle, la U. del norte y la U. de Antioquia, pero ella fue la única que viajó por Colombia para ese evento.
“Yo sólo me enteré ya estando allá, y a raíz del terremoto, que había otras profesoras de la Javeriana que fueron al Congreso, que finalmente se canceló”. Nancy iba esa mañana, a las 6:00 para Valparaiso, y la tensión del viaje la hizo despertar a las 3:30 de la mañana, pensando que ya era hora de salir. Vio el reloj, se volvió a acostar y empezó el terremoto. Estaba en un apartahotel en el área de Providencia, una zona de hoteles de Santiago. la habitación tenía una salita y la reacción inmediata con su esposo fue pararse en el marco de la puerta a esperar a que todo pasara, pero la tierra no paraba. “Se fue la luz, quedamos a oscuras y empezamos a escuchar que se caían las cosas, se cayó el televisor, se cayó una botella, empezaron a sonar las sirenas de los carros, las sirenas de incendio de los hoteles y todo empezó a apagarse en los edificios del frente”. Ellos estaban en un octavo piso y no tuvieron más remedio que esperar en medio del pánico. Cuando el temblor mermó, a oscuras entraron a la habitación, se vistieron, tomaron los bolsos de mano y empezaron a bajar por las escaleras guiados por la luz del encendedor de una austriaca. Cuando llegaron a la calle estaba lleno de gente que había salido de todos los hoteles de la zona y de las discotecas vecinas. “Empezaron a pasar los carros a mil y gente por toda parte caminando haciendo autostop. Varios que tenían vuelo ese día salieron para el aeropuerto, pero los tocó regresarse porque los daños obligaron a cerrarlo durante cinco días”.
Sólo a las 7:30 de la mañana pudieron entrar de nuevo al hotel a escuchar en la radio lo que había ocurrido. “No paraba de temblar, nos tocaba salir y entrar corriendo. De ahí para adelante fueron todas las historias que ocurren en un hotel en una situación de esas”. lógicamente el viaje a Valparaíso se canceló, porque además colapsaron las carreteras, y luego le informaron por correo a Nancy que el hotel para el que iba se había destruido. “nosotros teníamos el vuelo de regreso a Colombia para el domingo 7 de marzo, pero nos tocaba esperar hasta el lunes para averiguar si podíamos adelantar el viaje. No teníamos plata chilena y tampoco nos recibían dólares ni tarjeta de crédito. Pudimos comprar un sanduche y comernos la mitad a medio día y la otra mitad en la noche”. Cuando llegó la luz al hotel, que fue uno de los que menos sufrió, pudieron avisar por Skype que estaban bien y una amiga colombiana los contactó con unos chilenos que les cambiaron los dólares. “Eso me pareció increíble, ellos iban a buscar su familia en un pueblo cercano que quedó destruido y sin embargo pasaron antes por el hotel a ubicarnos y darnos la plata”. Salir a caminar por Santiago esos días era una locura, las réplicas siguieron y las fachadas de las edificaciones se continuaban cayendo. Se cayó la cúpula de una iglesia cercana y un centro comercial en la esquina del hotel tuvo que ser sellado por completo. “El lunes nos dijeron en la aerolínea que no había forma de adelantar el viaje. no nos quedó más remedio que esperar, prácticamente sin dormir, fue espantoso porque yo me despertaba siempre un minuto antes de que temblara, fueron cerca de 200 réplicas con intensidades desde 4.9 hasta 7.0”. Durante esa larga semana el único sitio que visitaron fue el museo de bellas artes, pero no pudieron ingresar porque la fachada quedó totalmente destruida, la escalera se cayó y hubo mucha destrucción por esa zona.
“Me impresionó la fuerza de los chilenos para continuar la vida a pesar de las circunstancias. los mismos medios de comunicación y los avisos en el metro invitaban a seguir adelante. Hablamos con meseros y taxistas que perdieron todo y sin embargo madrugaban a trabajar”. Finalmente Nancy y su esposo pudieron regresar a Colombia el domingo 7 de marzo, no sólo con el trauma sino también con problemas de nauseas y estrés por la falta de sueño, pero sobretodo con la preocupación de que en Bogotá y en la Javeriana, “estamos muy poco preparados para un terremoto que está anunciado”