
Seguir a Galán
Los jóvenes tienen que aprender que un esfuerzo como el de Galán nunca será en vano, que siempre vale la pena consagrar la vida a la noble causa de la Justicia, que es camino seguro hacia la paz.
El VERBO seguir tiene un significado importante en diferentes contextos. En ocasiones se presenta como invitación para dar un paso adelante en determinada dirección o para ingresar a un recinto del cual nos separa apenas una puerta. En otros casos el término seguir se asocia a una indicación, una señal o una luz, también a una persona que como guía despeja las dudas y responde las preguntas que surgen sobre el camino que se abre frente a nosotros. Una acepción de mayor contenido se tiene cuando se trata de compartir o continuar la tarea emprendida por otros, asumir las mismas banderas y luchar por la realización de sus ideales. Aquí aparecen los seguidores.
Estas tres connotaciones del verbo seguir confluyen muy bien cuando se habla de Luis Carlos Galán Sarmiento, el destacado colombiano de la segunda mitad del siglo XX, recordado de manera especial en los últimos días con ocasión del vigésimo aniversario de su cruento asesinato. Se podría decir que la vida de Galán ante todo fue invitación obligante a un comportamiento ciudadano ejemplar, es decir, aquel que se reconoce por la participación decidida en los espacios que ofrece el sistema democrático del país, por la probidad y la responsabilidad en el ejercicio del quehacer político, por la seriedad y profundidad del estudio de los problemas colombianos. Así lo constatamos en el Foro “Galán y la Justicia”, convocado por la Corporación Excelencia en la Justicia y realizado en el auditorio de nuestra Universidad que lleva el nombre de Luis Carlos Galán. Este tema, que ocupó lugar de primera importancia en las reflexiones de Galán, mantiene plena vigencia en Colombia, un país que, por una parte, sigue enfrentado al poder de la impunidad que encuentra en la corrupción su más ferviente aliado; un país que, además, presenta un cuadro inaceptable de desigualdad social que se ha visto agravado por la violencia. Al respecto podemos recordar que Galán les advirtió a los miembros de su partido que más allá de la libertad y el orden, “la misión fundamental es la justicia”.
Ahora bien, junto al testimonio de Galán, apuntalado en hechos registrados en imágenes y fechas concretas que hemos podido repasar recientemente gracias al magnífico despliegue de los medios de comunicación, tenemos el legado de su pensamiento, por fortuna, recogido en numerosos escritos y discursos. Sus reflexiones y propuestas conforman un material valioso que sin duda alguna ilumina los derroteros de Colombia y puede servir de ilustración para tomar las decisiones que mejor se orienten al progreso del país. En este contexto, se explica bien la vinculación estrecha de la Javeriana al homenaje que de diversas maneras se ha tributado a Luis Carlos Galán Sarmiento en este nuevo aniversario de su muerte, y también el esfuerzo que hemos venido haciendo desde hace años para darle continuidad a la Fundación que lleva su nombre y que tiene como propósito preservar su memoria y transmitir sus ideales a las nuevas generaciones. No podemos permitir que el olvido le gane su partida al estudiante javeriano que desde sus años de juventud se dedicó al servicio de su Patria y asumió grandes responsabilidades, al hombre público que en la madurez de su vida dio testimonio inequívoco de dignidad en el ejercicio de la política. Más allá del reconocimiento al esfuerzo tesonero de Galán y de la renovación de nuestro propio compromiso con esa nueva Colombia que todos anhelamos, los homenajes que se le han tributado en estos días, constituyen una lección, un mensaje para los estudiantes universitarios que no conocieron de cerca la gesta de este hombre grande. los jóvenes tienen que aprender que un esfuerzo como el de Galán nunca será en vano, que siempre vale la pena consagrar la vida a la noble causa de la Justicia, que es camino seguro hacia la paz. En Galán tenemos, pues, testimonio y legado, señal y orientación para el camino que debemos elegir. Seguir a Galán equivale, no sólo a proclamar nuestra pasión por Colombia y asegurarle espacio a la esperanza, sino también a dar un paso adelante, nunca atrás, en la transformación profunda de la realidad social.