Sí es posible “Perdonar lo imperdonable”
La comunicadora social javeriana Claudia Palacios lanzó su nuevo libro el 14 de octubre, en el auditorio Félix Restrepo, S.J., con la asistencia de varios de los protagonistas de las 85 historia de perdón que ella plasma en su publicación.
Ni el vestido azul que traía puesto ni su evidente belleza le robaron protagonismo a las palabras que le regaló al auditorio la periodista Claudia Palacios en el acto de lanzamiento de su nuevo libro “Perdonar lo imperdonable. Crónicas de una paz posible”, editada por Planeta.
Ella compartió escenario con el también periodista Darío Fernando Patiño, quien a través de un conversatorio que duró un poco más de una hora, logró que Claudia motivara a los presentes a leer el libro, pero sobre todo, a comprender que la paz no es solo de quienes están dialogando en La Habana, sino que es una tarea pendientes de todos los colombianos.
En el acto estuvieron presentes varias de las 126 víctimas y exvictimarios que ella entrevistó a lo largo de año y medio recorriendo todo el país. Cada uno narró su historia y la forma en que han ido superando las marcas que les dejó de la guerra.
“Las 85 historias muestran que sí es posible perdonar lo imperdonable. A través del amor, de la fe, de la solidaridad, del deporte, del arte… muchas de las víctimas han podido transformar sus vidas en historias ejemplares, aun siguiendo en condiciones vulnerables. ¿Si lo hacen quienes realmente vivieron estas tragedias, quienes sufrieron la desaparición de sus hijos, los violaron, los secuestraron o los desplazaron, por qué no lo vamos a hacer el resto de los colombianos?”, se preguntó Claudio Palacios.
Por eso su llamado central y uno de los mayores objetivos de su libro es que cada uno desde su rol de arquitecto, estudiante, periodista, chef, artistas, ingeniero… tiene una función que cumplir en la construcción de la paz en Colombia. “El acuerdo puede quedar muy bien cuando lo firmen, pero si todos nosotros desde nuestra vida cotidiana y desde nuestro trabajo no hacemos gestos de paz, esa paz no va a servir para nada”. Ella no pretende convencer de apoyar o no el proceso de paz, pues dice que ambas posturas son válidas, pero afirma que cada ciudadano debe dejar la indiferencia y convertirse en un constructor de paz y de reconciliación.
Por qué el libro
Cuando Claudia Palacios regresó a Colombia en 2012, después de vivir en Atlanta por ocho años debido a su trabajo para CNN, le impactó mucho que la noticia de empezar un proceso de paz no fuera una buena noticia para todos. “No me sentí con ningún tipo de autoridad para criticar a los que no estaban de acuerdo, a mí me parecía que sí era una buena noticia y quería entender por qué para ellos no”.
Empezó a hacer entrevistas con gente relacionada con el tema y encontró que hay muchas historias de paz en Colombia que no están contadas, porque los medios han estado más preocupados por narrar la guerra que por narrar la paz.
“Mi conclusión es que si somos 47 millones de colombianos, de los cuales 7 millones son víctimas y 100 mil han sido victimarios, tenemos casi 40 millones de colombianos que no hemos sido víctimas directas, pero somos determinanTes para que en el país haya paz. Con nuestra opinión, con nuestras acciones, con nuestro voto determinamos que el proceso de paz sea avalado o no, y lo hacemos teniendo como insumo algo sesgado y es el hecho de que lo que más nos llega a través de los medios de comunicación es la historia de la guerra y no la historia de la paz”. Por eso Claudia decidió contar esas historias a través de un libro.
Perdonar y pedir perdón
Afirma Claudia Palacios que “aunque las condiciones de vulnerabilidad permanecen para muchas de las víctimas, sobre todo las más humildes logran salir adelante y deciden perdonar, terminan siendo por lo general más pragmáticas y dicen: ‘bueno, pa’ delante y si tengo que reunirme con mi victimario lo hago, o no me reúno con él, pero hago algo para que esto no le pase a nadie más’”.
En cuanto a los victimarios Claudia detectó en sus entrevistas que en algunos casos terminan reconociendo que hay una cantidad de víctimas inocentes que no debieron sufrir eso, entienden el dolor que causaron y se muestran dolidos por no poderle decir a una mamá dónde están los restos de sus hijos porque los quemaron o los tiraron a un río. Hay otros que se justifican, aunque reconocen, que hi- cieron mucho daño y ese es un paso.
“El común denominador para esta población afectada emocionalmente es que el perdón no es un favor que la víctima le hace al victimario, sino un favor que la víctima se hace a ella misma para poderse quitar una carga que le causó un dolor enorme y que no quiere tenerla bajo sus hombros el resto de su vida”, afirmó.
Agrega que hay muchas cosas buenas de la resiliencia de los colombianos y de su lucha por no dejarse vencer por el conflicto, pero que también con eso se ha desarrollado una indiferencia enorme.
“La sociedad civil no crea unos mecanismos para entender el conflicto porque mientras en su metro cuadrado donde vive no le explote una bomba ni le huela feo, entonces no le importa y eso es una cosa con la que tenemos que luchar los colombianos.
Que aquí no me pase nada no quiere decir que por allá en otros barrios de mi propia ciudad o en el monte no haya una cantidad de gente a la que les está pasando una cantidad de cosas que a mí no me gustaría que me pasaran”.
De las exvíctimas, exvictimarios, expresidentes, excomisionados de paz, exnegociadores de paz, académicos, empresarios, filántropos, voluntarios y ciudadanos del común con los que habló, Claudia Palacio aprendió que todos tienen razón, pero que es necesario comprender que hay que pensar diferente y obrar diferente para conseguir resultados diferentes a los obtenidos en los procesos de paz anteriores. Ella ya dio el primer paso, en un país cansado de contar la guerra, ella optó por contar la paz.
“El común denominador para esta población afectada emocionalmente es que el perdón no es un favor que la víctima le hace al victimario, sino un favor que la víctima se hace a ella misma para poderse quitar una carga que le causó un dolor enorme y que no quiere tenerla bajo sus hombros el resto de su vida”