Un balance de las elecciones 2015
Terminó el proceso electoral de 2015 y lo que para muchos fue el fin de un largo período, de exposición de candidatos, debates, publicidad y ruido asociado a las campañas electorales, también se constituye en la culminación de la fiesta democrática por excelencia.
Elegimos las autoridades del orden departamental y municipal: Gobernadores, Diputados, Alcaldes, Concejales y Ediles. La importancia de este proceso electoral reside en que los mandatarios elegidos serán los primeros gobernantes locales del post acuerdo y del inicio del post conflicto y en este contexto deben fortalecer la participación ciudadana, generar credibilidad y confianza en las instituciones, y en general consolidar las democracias locales. Además, serán los llamados a atender medidas asociadas a la reparación y restitución a las víctimas y a la reintegración a la vida civil de los desmovilizados, en coordinación con el gobierno nacional y en sintonía con los ciudadanos para vincularlos a un proceso que tendrá como eje lo local y lo territorial.
Saldo positivo de las elecciones lo constituye el incremento de la participación electoral, llegando al 60% para Gobernaciones y al 59% para Alcaldías; en Bogotá aumentó del 47% al 51%, siendo esta última la participación más alta de los últimos procesos electorales dado el alto nivel de competencia planteado por los candidatos y un creciente interés ciudadano por los problemas locales.
Sin embargo, una vez más se puso de relieve el desequilibrio en la contienda electoral por los gastos desmesurados de las campañas, la dificultad para controlar el cumplimiento de los topes establecidos y las denuncias del ingre- so de recursos provenientes de fuentes cuestionadas.
Si bien se redujeron los actos violentos, casi en su totalidad, al menos los provenientes de las FARC-EP, el proceso se vio manchado por un atentado del ELN y las múltiples denuncias de delitos electorales como la trashumancia electoral.
Los resultados mostraron la preferencia de los colombianos por elegir opciones en el centro del espectro ideológico, apoyando menos a los candidatos de los extremos, tanto de izquierda como de derecha. El PDA, la UP y Progresitas, pero también el Centro Democrático, al otro extremo, obtienen resultados muy distantes a sus expectativas. El fenómeno puede explicarse en buena parte por los ejes que los ciudadanos privilegian en las elecciones locales, a diferencia del tema de paz que se colocó en el centro de las elecciones nacionales, en las elecciones locales los votantes se inclinan por opciones asociadas a los problemas de su municipio y resaltan las características, la cercanía, la naturaleza del candidato, aún sobre el partido político al que pertenece.
En este contexto el mayor número de alcaldías lo alcanzan alianzas entre distintas fuerzas políticas, en ocasiones distantes en sus posiciones, o alianzas alrededor de un candidato inscrito por recolección de firmas, mostrando las dificultades de los partidos políticos para promover y proponer liderazgos que movilicen a los electores. Gran preocupación dejan los partidos políticos que entregaron avales a candidatos cuestionados, investigados por la justicia o asociados a actores al margen de la ley. Mención especial requiere la Alcaldía de Bogotá en donde la izquierda no logra conquistar la Alcaldía luego de tres períodos de gobierno, desde 2003, en un contexto marcado por altos niveles de desaprobación a la gestión del actual Alcalde, imagen negativa del Concejo Distrital y un creciente pesimismo sobre el rumbo del Distrito.
Dos retos hacia delante: La alcaldía de Bogotá en un ambiente de altas expectativas y problemáticas complejas por resolver y la necesidad de que la izquierda democrática, mediante una evaluación constructiva, logre una presencia importante en un escenario post acuerdo donde tiene mucho que aportar.
Los resultados mostraron la preferencia de los colombianos por elegir opciones en el centro del espectro ideológico, apoyando menos a los candidatos de los extremos, tanto de izquierda como de derecha.