noviembre-diciembre 2012 | Edición N°: año 51, No. 1283
Por: Redacción Hoy en la Javeriana | Pontificia Universidad Javeriana



El punto de encuentro fue el cuarto piso del edificio 67 de la Universidad Javeriana  el viernes 23 de noviembre a las 8:00 de la mañana. Puntuales empezaron a llegar poco a poco estudiantes que por sus rasgos físicos, pero sobre todo por su forma de hablar, se notaba que no eran colombianos.
Fueron citados en este sitio por el Centro Latinoamericano para participar en una salida cultural y académica que hace parte de la inmersión que se ofrece a los extranjeros que ingresan cada mes a la Pontificia Universidad Javeriana para aprender a hablar español.
El destino era Nemocón, una población de 11 mil habitantes, ubicada a 70 kilómetros de Bogotá, en el norte del departamento de Cundinamarca, que tiene como principal atractivo su Museo Mineralógico.
A las 8:30 de la mañana el bus prendió motores y uno a uno los estudiantes se fueron presentando, algunos con un mejor español que los otros. 11 australianos, 5 coreanos del sur, 2 japoneses, 2 estadounidenses, 2 brasileras, 2 haitianos, 1 iraní, 1 alemana, 1 sueca, 1 noruega, 1 irlandesa del norte y 1 holandés ocuparon el “bus de babel”. La Calle 1 con Carrera 1 de Nemocón fue el punto de llegada a las 10:00 en punto de la mañana y luego de un rápido desayuno, 30 minutos después,
empezó el ingreso a las minas de sal convertidas en museo desde el 25 de diciembre de 2003, según reza en una placa ubicada en la entrada.
Así empezó un recorrido en descenso hasta llegar 60 metros bajo tierra con el acompañamiento de un guía que tuvo especial cuidado en hablar despacio y con muy buena vocalización para hacerse comprender de los visitantes, que al principio se mostraron un poco tímidos, pero que luego, con mayor confianza, interactuaron para conocer más sobre los secretos de los espejos de agua, el pozo de los deseos, la cascada de sal, los monumentos de la Virgen del Carmen y de Jesucristo, del corazón de sal, de las estalactitas y del árbol de los sueños.
La visitante con más rasgos latinos era Glenda Mejía y cómo no si es salvadoreña nacionalizada australiana. Ella llegó como profesora de un grupo de 10 australianos del Royal Melbourne Institute of Technology (RMIT) que en convenio con la  universidad Javeriana, a través de la Secretaría de Asuntos iternacionales, estuvieron durante 15 días en un curso de inmersión para perfeccionar su español.
“Es muy bonito, yo pensaba que la sal salía sólo del mar, no sabía que existían minas”, dijo Rebecca Dutton, una de las
australianas, quien hablaba un español con acento valenciano, pues vivió allí durante tres meses. “En Colombia es más
fácil aprender español porque ustedes hablan más despacio y claro”, agregó.

Uno de los ejercicios durante la visita de inmersión cultural en Nemocón consistió en estampar camisetas blancas usando salmuera extraída de las minas de sal y óleos.

Luego de un recorrido de hora y media, los estudiantes se divirtieron estampando camisetas blancas usando salmuera,
que se extrae de la mina, y óleos de diferentes colores. Adriana Mendes, una abogada brasilera, fue de las más animadas y no desperdició oportunidad para bromear con sus compañeros cuando sacaban sus camisetas estampadas. “Pienso que después de la mía es la mejor”, decía con su acento portugués.
El japonés Tatsuro Hori también se destacó por su sentido del humor y por su agradecimiento con el país que lo acogió, pues estampó en sus camisetas los colores de la bandera de Colombia: amarillo, azul y rojo. Su proceso de aprendizaje del español ha sido de los más destacados por los profesores del Centro Latinoamericano, a pesar de la dificultad que significa para los orientales tener que dominar un alfabeto totalmente diferente al suyo.
A medio día, cuando el sol, que no dejó de calentar a lo largo del viaje, estaba en su máximo esplendor, la integración continuó en el restaurante: pollo, gallina, mojarra, carne asada, entre otros platos hicieron parte del menú elegido por los extranjeros.
Anne Marie Domanski, de Australia, explicó que para ella, por ser hija de padres polacos, era normal que el almuerzo fuera la comida grande del día, pero que los australianos normalmente comen algo liviano al medio día y el plato fuerte es en la noche.
Con algunas compras de artesanías y de helados terminó la jornada que se caracterizó por la cantidad de historias enriquecedoras que intercambiaron entre todos.

Centro Latinoamericano

Se fundó hace cerca de 45 años y desde 1994 forma parte del Departamento de Lenguas, de la Facultad de Comunicación y Lenguaje. Fue el primer centro en Colombia y el tercero en América Latina dedicado a la enseñanza de Español para Extranjeros.
Son materias de libre escogencia, funciona todo el año y se abren cursos cada mes. Hay tres modalidades de cursos: intensivos,
80 horas durante un mes, con clases toda la mañana; cursos regulares, 80 horas durante dos meses, con clases en la tarde y la noche; y cursos de inmersión, hechos a la medida.
El Centro Latinoamericano ofrece además la administración de las pruebas internacionales del español como lengua extranjera, del Instituto Cervantes. Fue el primer ente certificado para realizar estas evaluaciones desde el año 2000.
Según Nancy Agray, Coordinadora del Centro, los cursos los toman personas de diferentes nacionalidades y diferentes edades, se ha tenido estudiantes desde los 15 hasta los 76 años. Este año se matricularon 260 alumnos. Los perfiles que los caracterizan son: ejecutivos de empresas o casas diplomáticas y sus esposas; estudiantes de intercambio; personas emparejadas en matrimonio o en noviazgo con colombianos; hijos de colombianos que emigraron o que fueron adoptados; y los que se están
formando para ser jesuitas o de otras comunidades religiosas.
Los cursos incluyen una actividad cultural cada mes, con visitas a una finca cafetera en Fusagasugá, a Cucunubá, a Villa de Leyva, Guatavita, Zipaquirá, Nemocón y otras zonas turísticas; y en Bogotá hay salidas a la Casa de Nariño, la Quinta de Bolívar, el Museo Nacional, el Museo del Oro, Monserrate, el Jardín Botánico y Maloka