Universidades jesuitas responden al llamado a ser una “presencia esperanzadora, creativa y dialogante”

Con la participación de más de 300 delegados de universidades jesuitas provenientes de Asia-Pacífico, África, Europa, Norteamérica, Sudeste Asiático y América Latina, inició la Asamblea 2025 de la Asociación Internacional de Universidades Jesuitas (IAJU), que por primera vez se realiza en Latinoamérica, teniendo como sede a la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá.

El martes 1 de julio de 2025, tuvo lugar la primera plenaria, convocada en respuesta al inspirador mensaje del P. Arturo Sosa, S.J., Superior General de la Compañía de Jesús, titulado “La universidad jesuita: testigo de esperanza, presencia creativa y dialogante”. Esta sesión reunió a líderes institucionales de todo el mundo para dialogar sobre cómo las universidades jesuitas pueden responder, con renovado compromiso, colaboración y creatividad, a los complejos desafíos sociales, políticos y espirituales de nuestra época.

El P. Luis Fernando Múnera, S.J., Rector de la Pontificia Universidad Javeriana, y el P. Joseph Christie, S.J., Secretario para la Educación Superior de la Compañía de Jesús, dieron apertura a la Asamblea con dos objetivos fundamentales: avanzar en la formulación de planes de transformación institucional y adoptar una nueva hoja de ruta estratégica para los próximos cinco años.

Moderado por el P. Christie, el panel inaugural contó con la participación de la Dra. Tania Tetlow (Universidad de Fordham, EE. UU.), el P. Philip Geister, S.J. (Instituto Newman, Suecia), el P. Roberto Yap, S.J. (Universidad Ateneo de Manila, Filipinas) y el P. Luis Fernando Múnera, S.J. Cada uno de los panelistas compartió una mirada regional frente al llamado global a la esperanza, al diálogo y a la transformación.

La Dra. Tetlow expuso los crecientes desafíos que enfrentan las universidades en Estados Unidos, donde la enseñanza del pensamiento social católico se ve cada vez más amenazada. En medio de un ambiente polarizado, hizo un llamado a mantener la centralidad del pensamiento crítico, el perdón y el diálogo: “Las universidades enseñan los antídotos más poderosos contra el avance de las tinieblas”. Subrayó, además, la importancia de formar estudiantes con esperanza y valentía, enfocados en construir una “comunidad amada” como respuesta al miedo y la polarización.

Por su parte, el P. Geister alertó sobre los riesgos del uso excluyente de la identidad en Europa. Inspirado por el mensaje del P. General, instó a las instituciones a redescubrir la identidad como una misión enraizada en Cristo y orientada a la reconciliación, sustentada en valores como la solidaridad, la unidad y el diálogo. La esperanza, dijo, no puede ser ingenua, sino profundamente evangélica: una fuerza transformadora del mundo.

El P. Yap abordó los profundos cambios que atraviesa la educación superior a nivel global, desde las disrupciones tecnológicas hasta el creciente escepticismo frente al valor de los títulos académicos. Propuso un modelo educativo renovado que fomente diversas inteligencias, el pensamiento ético y una formación integral. Las universidades jesuitas, afirmó, deben responder con innovación e integridad, convirtiéndose en “puentes” para el diálogo intercultural y en agentes de renovación cívica.

El P. Múnera, por su parte, destacó la necesidad de cultivar la profundidad y el discernimiento en una era digital marcada por la desinformación y el debilitamiento democrático. Reafirmó la vocación de las universidades jesuitas como espacios de formación intelectual y humana profunda, abiertos a la innovación y comprometidos con una cultura del encuentro y la conversión ecológica.

Las intervenciones de otros miembros de la Asamblea provenientes de Kenia, India, Japón y Francia subrayaron aún más la dimensión global del llamado del P. General. En sus aportes emergieron temas clave como la vulnerabilidad y la reconciliación, la identidad espiritual, la sostenibilidad ambiental y el aprendizaje interdisciplinar, como elementos fundamentales para la misión compartida.

A medida que avanza la Asamblea, el mensaje es claro: la educación superior jesuita está llamada a sembrar con valentía semillas de esperanza, a fortalecer la solidaridad apostólica y a renovar su compromiso con la formación de personas para los demás: intelectualmente capaces, espiritualmente enraizadas y preparadas para transformar un mundo herido.