Independencia y Libertad
La conmemoración de los sucesos ocurridos en la capital de la nueva Granada el 20 de julio de 1810 ha puesto de relieve en particular dos palabras que se destacan, no sólo en la Historia Patria, sino en la de la de todos los pueblos que a lo largo de centurias se han empeñado en buscar mejores condiciones de vida. en efecto, hace dos siglos en lo que hasta entonces eran colonias surgió la propuesta de acabar con la dominación extranjera, iniciada en estos territorios a partir del descubrimiento de un nuevo y maravilloso mundo. Detrás del movimiento de independencia, que congregó a figuras cimeras de la sociedad de ese tiempo, se hallaba el anhelo de libertad, fundado en lo más hondo del ser humano, de su naturaleza. La revolución Francesa así lo había proclamado en los últimos años del siglo XVIII no mucho después de la declaración que en el mismo sentido habían firmado los dirigentes de la nación norteamericana que apenas empezaba a formarse. Sí, independencia y libertad son dos palabras claves que apuntan a los pilares que sustentan el desarrollo histórico de las naciones y también la trayectoria vital de hombres y mujeres que han elevado su mirada hacia los más altos ideales. Se trata de dos descriptores esenciales que sirven de enlace para llegar a millares de autores, de obras y de hechos relacionados con estos temas. En cuanto a la independencia resulta interesante constatar cómo de una concepción de naciones no sometidas a ningún imperio o potencia, causa universal que permitió poner prácticamente punto final al colonialismo, se ha llegado a una realidad de naciones en ineludible y fructífera interdependencia, que requieren aunar recursos y esfuerzos para enfrentar grandes e inveterados problemas sociales que han impedido alcanzar metas de progreso y afianzar la paz. Porque la independencia de una nación no puede traducirse en ausencia de solidaridad e indolencia. en este sentido, por fortuna, el mundo entero, ante situaciones de catástrofe, ha demostrado que por encima de las fronteras están las causas de la Humanidad. otra cosa bien distinta es la de naciones dependientes, satélites de otras, naciones serviles, que al estar condicionadas por sus propias necesidades entregan algo tan sagrado como su misma dignidad.
De manera similar se podría decir que el desarrollo del ser humano encuentra en la independencia una fuente sustancial para su dinamismo. crecer y convertirse en adulto implica hacerse independiente lo cual ocurre cuando se tiene capacidad de generar recursos y asumir las responsabilidades de la vida; cuando el ser humano ya no es más sostenido por otro, sino que se procura su sustento. Y sin embargo, lo mismo que sucede en las naciones, los hombres y mujeres no pueden alcanzar una independencia absoluta, así cuenten con todo el dinero del mundo, pues siempre habrá necesidades que solamente pueden satisfacerse gracias al concurso de otros seres humanos. Y qué decir de la independencia al final de la vida, ya libradas todas las batallas. Entonces, en medio de una y otra limitación, el hombre mayor retorna a su condición de total dependencia, la misma que conoció de niño. ¡Paradojas de la vida! Por otra parte, es interesante recordar también la connotación que tiene hablar de independencia cuando se trata de argumentos. cuántos seres humanos van al vaivén de las corrientes y no tienen un criterio propio que les permita hablar con independencia, plantear diferencias, sin dejarse condicionar por intereses ni miedos, sin ceder al chantaje o a la adulación, sino en virtud de profundas convicciones. es cierto, el ejercicio de la independencia exige carácter. Difícil y noble tarea la de una nación y la de un ser humano que aspiran a ser razonablemente independientes. Sin duda alguna, la independencia permite alcanzar posiciones privilegiadas de participación.
Ahora bien, si la independencia es un estado que se puede alcanzar y asimismo perder, la libertad es un ideal que provoca y anima, es una conquista atada a opciones personales. Para los colombianos, independencia y libertad están indisolublemente asociadas en la magistral advertencia que en 1821planteó a los colombianos el artífice de la república, Francisco de Paula Santander: “Las armas os han dado la independencia; las leyes os darán la libertad”. Queda claro que la independencia no es garantía de libertad. La primera se puede alcanzar con la fuerza y el trabajo; la segunda es asunto del espíritu, fruto de una alianza incondicional con la verdad, y una vez poseída, la libertad nunca podrá ser arrebatada porque ante un hombre libre, auténticamente libre, no hay cadenas ni torturas que valgan. Largo es el camino que llevamos y el que nos espera para construir una nación independiente donde la libertad pueda arraigarse. el propio Santander, alumno Bartolino que abandonó su colegio para unirse a la gesta libertadora, lo señaló así en el mensaje citado a los colombianos: “apenas hemos echado la semilla del bien en una tierra fértil, que empapada de la sangre de muchos héroes, ofrece abundante fruto. mas no es esto obra de un solo día: solo el tiempo y vuestras virtudes os lo pueden proporcionar”