“Este premio está al servicio de los indígenas”
Ruth Consuelo Chaparro Gómez, comunicadora social javeriana, fue elegida Mujer Cafam 2011 entre 3.700 candidatas postuladas, por su trabajo en defensa de la población indígena en Vichada, Amazonas y Cauca y de la población afrocolombiana en la Costa Atlántica.
Aunque es bogotana, fue postulada como Mujer Cafam en representación de Amazonas, departamento para el cual ha trabajado desde 1981 como defensora de los pueblos indígenas. Allí creó la Fundación Caminos de Identidad, a través de la cual ha capacitado a 800 maestros indígenas, quienes a su vez participan en la formación de más de 6.000 niños y jóvenes; ha fundado colegios y un centro de educación superior en medio de la selva; ha formado en democracia a 3.200 líderes; ha liderado programas de formación alimenticia; ha publicado más de 120 textos escolares en sus propias lenguas; y ha disminuido hasta en un 20% el maltrato infantil.
¿Cómo llegó a trabajar con comunidades indígenas? Cuando terminé el bachillerato no tenía claro qué carrera escoger, me daban folletos de Derecho, Medicina, Arquitectura… pero nada me llamaba la atención, así que decidí mejor no escoger nada. Mi papá casi se muere. Yo tenía un primo en el Vichada que estaba trabajando como docente, me invitó a ir, y me quedé para siempre. Allí encontré un país valiosísimo y un pueblo Sikuani por el que sentí amor a primera vista.
¿Y por qué eligió luego estudiar Comunicación Social en la Universidad Javeriana? Yo estudié Comunicación Social después de dos años de haber trabajado con los indígenas Sikuani; lo hice porque tenía claro que quería aprender cosas que me sirvieran para continuar trabajando en Vichada y encontré una sensibilidad grande en el tema. Siempre me sentí muy respetada en un contexto completamente distinto, difícil de en
tender para mí, pero creo que fuimos una familia. Prácticamente todo lo hice orientado a estos pueblos y el mismo día que terminé, ese mismo día me fui y ahora regreso a saludarlos.
¿Qué le aportó la Universidad para ese trabajo con los Sikuani? Haciendo un balance en general, recibí un fuerte énfasis en investigación, fue una herramienta valiosísima. Me sentí floja en varias cosas, pero en investigación creo que la Universidad me dio lo que yo necesitaba. Vi estadística, vi metodología de la investigación I, II y III y eso creo que es lo que más me ha servido, pero además poder manejar los micrófonos y mirar las cámaras, porque no basta con tener un buen contenido, es necesario comunicar. Recuerdo con mucho cariño mi paso por la Universidad, aunque creo que acá esto es una burbujita de cristal donde estamos protegidos, pero no es el país en el que vivimos. Para poder saber en qué país vivimos, tenemos que romper la burbujita e irnos a estas selvas. Sólo nos enamoramos de Colombia si la recorremos, y sólo amamos a sus pueblos si tenemos contacto con ellos.
¿En qué contexto viven los indígenas con los que trabaja? Son regiones petroleras, con baja densidad de población, con mucha diversidad; hay colonos, hay indígenas, hay contrastes, hay motivos para alegrarse, pero hay motivos para preocuparse. En medio de tanta diversidad, abundancia y exuberancia, que muchos países del mundo envidiarían, hay un abandono, un olvido, los han empobrecido, porque ellos no son pobres. El abandono en salud es muy grande, falta educación de calidad, falta compromiso de sus administradores, hay problemas de corrupción, políticas que no se aplican y un conflicto armado que no tiene ninguna lógica: somos nosotros haciéndonos daño. Si dedicamos un poquito de tiempo a saber quiénes somos, qué queremos y de dónde venimos, y nos damos un poquito de amor, este país es el paraíso perfecto.
¿Qué programas desarrolla la Fundación Caminos de Identidad? Nuestra organización es pequeña, tenemos 32 profesionales con los que recorremos todo el país, sin poder político ni económico, pero con la fuerza que nos da la confianza que estas comunidades nos tienen. Tenemos la Escuela de Formación Democrática Indígena, donde formamos líderes para que ellos definan sus planes de vida, sus planes de desarrollo, conozcan sus derechos y se preparen para interlocutar con mejores argumentos con las instituciones, con los no indígenas. Otro programa es la Protección de la Niñez Indígena, la primera infancia, formamos a las madres, a los padres, a los abuelos, para disminuir el maltrato, el abandono, el abuso sexual, para que nuestros niños no se vayan a la guerra, para que no se suiciden, porque estos pueblos están en riesgo de desaparecer y si no cuidamos su semilla, no habrá futuro. Necesitamos además producir comida, entonces trabajamos Soberanía Alimentaria, que es recuperación de suelos, de semillas, sembrar comida diversa y abundante. Y formamos docentes, diseñamos currículos bilingües interculturales, producimos textos escolares en sus propias lenguas y hacemos seguimiento pedagógico a las escuelas y promovemos sentido de pertenencia para que seamos felices. Finalmente no hay que buscar tantas cosas, sólo ser felices.
¿Y cómo se financian? Podemos decir que es el “rebusque”. Los indígenas aportan lo que pueden, como la comida para las reuniones o los talleres. Buscamos en las Alcaldías, a veces dan algo y después no dan nada. A veces hacemos convenios con el Ministerio de Educación Nacional, que financia el diseño de un currículo o la producción
de unas cartillas o la implementación de un programa de educación de adultos y, cuando no se puede, tratamos de la que la empresa privada se comprometa. Pero, cuando no se puede, entonces buscamos en la cooperación internacional, a veces ayudan un año, o dos años o tres años. El milagro es que durante 32 años he podido trabajar de forma ininterrumpida, nunca me han regalado un pasaje aéreo, y resulta el dinero como “por obra y gracia”. Rendimos cuentas públicas y hacemos monitoreo del efecto, del impacto de nuestro trabajo, porque nos interesa que quede huella en lo local.
Finalmente,¿qué significado tiene para usted el Premio Mujer Cafam? Una responsabilidad muy grande, porque a estas alturas el cansancio ya se siente, pero también una oportunidad para aprovechar cada segundo y cada medio, grande o pequeño, para pedir que la sociedad colombiana se reconozca como pluriétnica y multicultural, y tome partido, no más olvido, no más indiferencia. Este premio está al servicio de los indígenas y espero que no solo me escuchen a mí sino que los escuchen a ellos, ellos son los protagonistas.