Editorial
«Uno de los males verdaderamente endémicos que el país ha padecido tradicionalmente es el de la crisis en los hospitales, en cuanto se refiere a la dotación de recursos para su funcionamiento, siempre insuficiente, destinada a agotarse mucho antes que expiren los términos previstos para la ejecución de los respectivos gastos. Y de esa circunstancia, como es natural, se derivan todas las demás deficiencias, que equivalen a la parálisis de la asistencia pública a las gentes de menores recursos que la requieren para la conservación de su salud, y que desde luego no están en condiciones de acudir a los centros de atención privados.
Ahora mismo cerca de treinta hospitales están prácticamente clausurados, en plena crisis financiera, con los perjuicios de todo orden que son de imaginar para la comunidad. Y el problema, como siempre —ya lo ha revelado el Ministerio de Salud—, «es cuestión de plata». Están agotadas las partidas presupuestales y las adiciones requeridas tendrán que esperar su tramitación en el Congreso. Y para completar el cuadro amargo, los fondos provenientes de los departamentos, de las loterías, las beneficencias seccionales y las licoreras no fluyen en forma oportuna. Sin duda por falta de un control severo que obligue a esas entidades a hacerlo con prontitud.
Aunque sea inútil repetirlo, debe decirse una vez más que una situación semejante no puede prolongarse en forma indefinida. Y que por sobre todos los escollos deben buscarse las fórmulas necesarias para superar ese auténtico nivel de angustia en un servicio tan vital como el de la salud pública».
El Espectador – Julio/86.
Hace ya cuarenta años, la Pontificia Universidad Javeriana, con el ánimo de servir mejor a la comunidad y de encaminar hacia una actividad de beneficio público las prácticas de sus Facultades de Medicina y Enfermería, fundó el Hospital San Ignacio de Bogotá que desde entonces ha venido funcionando con espíritu esencialmente humanitario así como una calidad inmejorable desde el punto de vista profesional.
Los esfuerzos y los recursos no son suficientes para prestar ayuda a los sectores menos favorecidos de la población; un caso dramático es la niñez desamparada, las estadísticas nos muestran cómo miles de niños mueren anualmente por falta de atención médica.
El Hospital San Ignacio es una muestra del esfuerzo que se ha puesto al servicio de la comunidad. Ante la situación de crisis frente al problema de la salud infantil, la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá y los Amigos de la Universidad de Tel Aviv en Colombia, deciden constituir una Fundación que permita aliviar parte de estos problemas.