Los 50 profesores de la Institución Soacha para Vivir Mejor están organizados en tres grupos: Artes visuales, teatro y música. En la foto aparece el grupo de música, en taller con el profesor Andrés Samper.
Octubre 2019 | Edición N°: año 58 N° 1352
Por: Karem Priscila Díaz Díaz | Periodista de la Dirección de Comunicaciones

La Facultad de Artes está desarrollando el proyecto Encuentros artísticos para la paz, el perdón y la reconciliación con jóvenes de Soacha, a través de profesores de Fe y Alegría.


Los 50 profesores de la Institución Soacha para Vivir Mejor están organizados en tres grupos: Artes visuales, teatro y música. En la foto aparece el grupo de música, en taller con el profesor Andrés Samper.
Los 50 profesores de la Institución Soacha para Vivir Mejor están organizados en tres grupos: Artes visuales, teatro y música. En la foto aparece el grupo de
música, en taller con el profesor Andrés Samper.

¿ Qué más se puede hacer desde el arte que no sea solo desarrollar unas habilidades o aprender unas disciplinas?, fue la pregunta que se planteó un grupo de profesores de la Facultad de Artes de la Universidad Javeriana, en 2017.

La respuesta la encontraron en la función social del arte, aquella que permite despertar sensibilidades en cada persona e identificar y comprender si alguien está pasando por una situación en la que necesita apoyo. “Cuando uno comienza a usar esa sensibilidad en favor de otros se empieza a tener mejores relaciones y es ahí cuando el arte se convierte en una herramienta social”, explica Sonia Barbosa, profesora de la Facultad de Artes y coordinadora del proyecto Encuentros artísticos para la paz, el perdón y la reconciliación. De acuerdo con Sonia, el proyecto nació dirigido hacia los jóvenes en cuyo contexto familiar y social sufren situaciones de ansiedad, depresión y violencia que los llevan a tomar decisiones
equivocadas.

“El proyecto busca brindar herramientas de sensibilización a diferentes públicos desde las tres disciplinas que tiene la Facultad: Artes Escénicas, Música y Artes Visuales, y con ellas aprender a expresarse por otros medios, para al final cambiar las actitudes en poblaciones donde es más difícil el proceso de convivencia”, comenta la profesora Barbosa.

Con este propósito, Encuentros artísticos para la paz, el perdón y la reconciliación, inició su primera fase en los cerros orientales de Bogotá donde, los profesores Andrés Samper, de Música y Liliana Alzáte, de Artes Escénicas, junto con Sonia Barbosa, de Artes Visuales, trabajaron con 80 jóvenes, la mayoría de ellos, las niñas del internado de María Auxiliadora, quienes están allí desde los 2 o 3 años de edad hasta los 25, y algún familiar está esporádicamente pendientes de ellas.

Durante un año y medio, trabajaron con ellos temas de sociedad con herramientas artísticas, desde las disciplinas y con técnicas de la música, el teatro y lo visual como un proceso pedagógico para la vida. “En el momento de reconciliación en el que se encuentra la sociedad, identificamos que los jóvenes tienen muchas rabias y el cuerpo es finalmente el que siente, el que duele, el que se estremece. Si esto se puede exorcizar de alguna forma vamos a tener jóvenes menos estresados, con más ganas de reconciliación y de perdón, porque eso es lo más difícil. Perdonar”, dice Sonia.

Con base en ello, por ejemplo, los profesores usaron herramientas de teatro que sirven para comunicarse mejor y aprender a entender a los demás. El trabajo social de la Facultad de Artes no está pensado en enseñar para crear productos, sino procesos, lo que ayudó a los jóvenes a convertirse en líderes en sus comunidades, pues aprendieron a desarrollar el oficio, pero más la habilidad de aplicarlo a la convivencia.

Del ser interior hacia la comunidad

El proyecto Encuentros artísticos para la paz, el perdón y la reconciliación tiene un eje basado en tres columnas: el autoconocimiento, la relación con los otros y la proyección con la comunidad. Con el autoconocimiento, Sonia, Andrés y Liliana, buscan que los jóvenes tomen consciencia de quiénes son, reconozcan sus debilidades y fortalezas y se vigorice la autonomía mediante prácticas artísticas que fomenten el pensamiento creativo como agente activo para la reconciliación y paz.

“El trabajo en esta etapa nos permitió ver lo que piensan y sienten de sí mismos. En artes visuales, por ejemplo, pintaron un autorretrato de cómo son y cómo quisieran ser, y vimos que el racismo es algo muy fuerte, pues quieren ser y verse como personas europeas. Este fue un trabajo de quererse como es, de apreciar lo bueno que tiene la piel más oscura y tener la danza y el ritmo que otros no tienen y cómo nos podemos volver más fuertes con eso”, explica Barbosa.

La segunda etapa del proyecto, Relación con los otros, propone aportar mediante prácticas artísticas, herramientas para el trabajo en equipo y el empoderamiento, basados en el respeto por la diversidad y el reconocimiento del otro, para así llegar al último momento: Proyección a la comunidad, cuyo propósito es que los participantes apliquen los conocimientos adquiridos y construyan una propuesta artística con impacto para su comunidad, que aporte a la paz, el perdón y la reconciliación.

Clases no artísticas con arte

De los cerros orientales el Proyecto de paz de la Facultad de Artes pasó en 2018 a Soacha. Pero esta vez su público son los 50 profesores de la Institución Educativa de la Fundación Fe y Alegría Soacha para Vivir Mejor, quienes atienden a cerca 1.450 estudiantes de todas las edades.

La población de jóvenes en este municipio cercano a Bogotá tiene una migración alta, es flotante y se dificulta tener un trabajo constante con ellos, pero a través de los profesores de la Institución es más fácil irradiar el proyecto y continuar con su propósito, pues son ellos quienes pueden de manera directa tratar las problemáticas en cada salón y clase.

Gracias a los talleres que los docentes toman cada semana con la Javeriana, hoy, Martha Lucía Acevedo, quien dicta matemáticas de 4° de primaria a 7° de bachillerato, enseña su materia a través
de la música. “No hay nada más matemático que la música y a partir de la creación de instrumentos musicales puedo manejar lo geométrico. La medición la aprenden con el ritmo, el pulso y movimientos corporales”.

El trabajo social de la Facultad de Artes no está pensado en crear productos, sino procesos que se aplican a la convivencia.

Por su parte, Elizabeth Ramos, docente de español, análisis crítico de la sociedad, y comunicación y sociedad, trabajó con los estudiantes de décimo, a través del teatro, la afrocolombianidad, al  representar una escena de la esclavitud. “Con ella pudieron ver cómo somos multiculturas, que podemos ser etnia, diversidad y respeto”. Mientras que Andrés Niño, profesor de educación Física,
en los entrenamientos de voleibol, ha aprovechado las clases de teatro para que sus alumnos, a través de las tareas asignadas que tiene este deporte, hagan un trabajo más cooperativo y de resolución de conflictos.

Para Luz Marina Ángel, rectora del colegio, este trabajo con la Javeriana está apoyando el proceso de innovación en las prácticas docentes en las que venía reflexionando la Institución. “A través del arte, los maestros han logrado potenciar esas prácticas y el trabajo con los estudiantes. Atendemos cuáles son sus necesidades, talentos y posibilidades y hemos detectado que muchos tienen afinidad con la música, el teatro y el arte. El otro año vamos a hacer inmersión en el aula. Esto va a aportar mucho al beneficio y mejora de la formación de nuestros estudiantes y a la transformación de este contexto de Soacha que es fuerte y donde la desesperanza a veces nos desborda”.

“Lo que esperamos al final son chicos más sensibles, comprensivos y empáticos a la respuesta del otro y sus decisiones, que se reconozcan, se acepten y fortalezcan. Ahí es cuando el arte se vuelve una herramienta de perdón porque hay una catarsis”, concluye Sonia Barbosa.