Enero- febrero 2022 | Edición N°: 1374
Por: Germán Leonardo Jiménez Romero, Ph.D. | Profesor asociado, Semillero en Manejo y Conservación de Fauna Silvestre, Laboratorio en Manejo y Conservación de Ecosistemas Tropicales. Unidad de Ecología y Sistemática UNESIS



En la década de los 80, Pablo Escobar importó cuatro hipopótamos a Colombia desde los Estados Unidos. Al ser una especie que no tiene competidores o depredadores naturales, y al estar en ecosistemas muy estables, creció tan rápido que hoy hay cerca de 130 individuos, y es considerada una especie invasora para la cuenca del río Magdalena.

Una especie invasora es aquella que es introducida inconsciente o conscientemente a ecosistemas a los que no pertenece, o donde no evolucionó. Sin el control natural de otras especies que ayuden a regular su crecimiento, la probabilidad de aumentar rápidamente el número de individuos en el tiempo es muy alta, convirtiéndolas en competidoras y depredadoras de las especies nativas que evolucionaron en los ecosistemas invadidos. La historia alrededor del mundo nos dice que cuando hay invasiones biológicas, la muerte masiva de especies nativas propicia desastres ambientales de magnitud catastrófica.

Hemos advertido que, de no controlarse la población de hipopótamos, se espera que el número de individuos aumente a miles en las próximas décadas. Las distintas amenazas que podrían derivarse de una población creciente de hipopótamos incluyen: 1) daños significativos a los ecosistemas nativos o a especies de flora y fauna, junto con impactos dramáticos en el paisaje ya que son considerados «ingenieros de ecosistemas»; 2) cambios nocivos en niveles de oxígeno y composición bioquímica en cuerpos de agua; 3) propagación de enfermedades; 4) impactos adversos en prácticas de subsistencia como la pesca y la agricultura; y 5) lesiones o muerte por ataques a personas.

Con la anterior evidencia a mano son varias las soluciones propuestas: 1) la castración física; 2) la inhibición hormonal; 3) la contención y traslado a la hacienda Nápoles, o hacia áreas dentro de la cuenca del Magdalena; y 4) la cacería de control. Con estas alternativas se han planteado posibles escenarios de control de la especie y de los impactos que seguiría generando sobre la biodiversidad de la cuenca y sobre las comunidades humanas que habitan en ella. Se ha encontrado que las primeras tres alternativas no son suficientes para un control adecuado de los animales que están por fuera de Nápoles y repartidos en unos 2.000 Km2. Estos hipopótamos son los que nos preocupan, porque son los más difíciles de localizar, lo que incrementa costos logísticos y tiempos de búsqueda asociados a un mayor riesgo para quienes lo hagan. Son los animales que causarán más impacto sobre los ecosistemas de esta cuenca.

En ese mismo escenario es necesario establecer una estrategia que permita el reemplazo de la dependencia por esta especie, ya que quienes viven en pueblos cercanos a Nápoles afirman que los hipopótamos les han dado bienestar económico. Ellos no reconocen que quienes viven más lejos de Nápoles, principalmente agricultores y pescadores, consideran que la población de hipopótamos en expansión representa una amenaza potencial para sus medios de subsistencia y su seguridad.

El crecimiento acelerado de la población de hipopótamos representa una amenaza inminente para nuestra biodiversidad.

Las soluciones planteadas aquí estarán siempre enfrentadas a las visiones de aquellos que se sienten atraídos por esta carismática especie y valoran su contribución al sustento económico derivado del turismo. Sin embargo, este sentimiento debe sopesarse frente a la necesidad de evitar que una especie invasora destruya la enorme e irremplazable biodiversidad de toda una cuenca. A mi juicio, la solución es clara: es necesario proteger a nuestras especies nativas; son estas las que representan el legado que sustenta nuestra biodiversidad, junto con la oferta de bienes y servicios que nos proveen bienestar.

Esta realidad nos ha enseñado que, en la práctica, las decisiones relativas a la gestión de especies invasoras son difíciles y costosas de implementar. Sin embargo, estas decisiones son fundamentales en las primeras etapas del proceso de control de la invasión, es decir, deben tener en cuenta la urgencia del problema. Se debe asegurar a las partes interesadas que se actuará dentro estándares técnicos y éticos, informando claramente cuando son necesarias medidas específicas como único camino de acción.

El crecimiento acelerado de la población de hipopótamos representa una amenaza inminente para nuestra biodiversidad. Si bien aún puede ser manejable, seguramente, de no ser controlada ahora, su manejo futuro podría no ser posible, causando consecuencias ecológicas y socioeconómicas desastrosas.