El Amazonas, una región prioritaria para el planeta
Recientemente, las llamadas Conferencias de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, de las cuales las dos últimas fueron en Glasgow, Escocia (2021) y Sharm el-Sheikh, Egipto (2022), develaron enormes desafíos globales con relación a la sostenibilidad y sustentabilidad del planeta.
Las discusiones de jefes de Estado, ministros, negociadores, activistas climáticos, alcaldes, representantes de la sociedad civil y directores ejecutivos de todo el Globo se han centrado en aspectos como las emisiones de gases de efecto invernadero, la adaptación a las consecuencias inevitables del cambio climático y el cumplimiento de los compromisos de financiación de la acción climática en los países en vías de desarrollo. Pero, como bien lo advirtió el papa Francisco en su carta encíclica Laudato Si’, los problemas sociales y medioambientales están íntimamente conectados y concatenados, lo que requiere una mirada sistémica, interdisciplinar y que vaya más allá de los paradigmas tecnocráticos que están a la base de la actual crisis.
Esto supone también fijar la mirada hacia los recursos y medios con los que aún cuenta la humanidad y que requieren de cuidado y preservación si, como civilización, queremos sobrevivir y convivir en armonía con la naturaleza. De ahí que la Amazonía revista en este momento de una máxima importancia y centralidad para la agenda global.
Cuando se habla de Amazonía, se hace referencia al territorio que comprende la cuenca hidrográfica del Río Amazonas compartida por nueve países que equivale en su totalidad a 7.4 millones km2. De esto, 476.000 km2 conforman el 40% del territorio colombiano (casi dos veces la superficie total de Ecuador), cuya importancia estratégica a nivel global está dada, entre otras cosas, por: 1) Su papel determinante en cuanto a la mitigación del cambio climático y regulación de las lluvias; 2) Albergar el recurso hídrico de agua dulce más grande del planeta (230.000 mt3 de agua por segundo); 3) Tener la mayor extensión de bosque tropical del mundo (40% de Suramérica); 4) Su biodiversidad, que se estima en más de 40.000 especies de plantas y animales; y 5) Ser el hogar de milenarias culturas ancestrales de origen precolombino, algunas de ellas todavía en aislamiento.
La Amazonía es una región en la que las agendas de investigación, la cooperación internacional, la ayuda humanitaria, los mercados y la geopolítica, entre otros factores, van a gravitar en el corto y mediano plazo.
Al tratarse de una región de interés prioritario a nivel global, particularmente en el marco de la Agenda 2030, convoca múltiples iniciativas gubernamentales, multilaterales, académicas, económicas, culturales y políticas. Por ello no es extraño encontrar intereses e iniciativas en la Amazonía en bancos, corporaciones, empresas transnacionales, gobiernos locales y Estados del llamado primer mundo, instituciones religiosas, ONGs, grupos ambientalistas y también las universidades.
Lo anterior deja ver que la Amazonía, lejos de ser una excentricidad académica y medio ambiental, es hoy día la región que podría ser la más estratégica del planeta. ¿Cómo cuidarla? ¿Qué redes tejer para que las diversas instituciones sociales reconozcan su valor y se unan para protegerla? ¿Cómo establecer un relacionamiento respetuoso con el territorio y quienes lo habitan, entendiendo que está travesado por históricas dinámicas de desigualdad, violencia y colonialismo? ¿Qué hacer frente a la inclemente deforestación (una hectárea por minuto) y extractivismo de la que es objeto continuamente? Estas preguntas han de orientar una reflexión y agencia comprometida con el territorio, en la cual la universidad puede prestar un servicio muy pertinente para el beneficio de toda la sociedad.