Mayo 2009 | Edición N°: año 48 No. 1247
Por: Pedro Mejía Salazar | Pontificia Universidad Javeriana



En el corazón de la Universidad, sobre la séptima, está el Edificio Emilio Arango, S.J. que está en proceso de remodelación estructural y organizacional, para albergar allí a todo el Gobierno Central de la institución.

Desde los años 60, el edificio Emilio Arango, S.J. ha acumulado usos, historias y hasta el peso del tiempo. Primero fue vivienda de los Padres Jesuitas; después, sede de la Facultad de Derecho por donde pasaron egresados célebres como Luis Carlos Galán, y en los últimos años ha sido el centro del Gobierno de la Pontificia Universidad Javeriana. Esa historia y su ubicación la han convertido en una estructura emblemática, que después de casi 50 años requería de una intervención, con el fin de convertirlo en un edificio con una nueva vida, organizado en su uso y fuerte en su estructura, pero además moderno, funcional y estéticamente bello y sobrio.

Desde finales del 2007 se empezó a habla de la necesidad de intervenir el edificio, y de reunir allí la Rectoría, la Vicerrectoría del Medio Universitario, la Vicerrectoría académica y la Vicerrectoría administrativa, con todas sus dependencias, distribuidas por diferentes espacios de la Universidad. “Eso nos llevó a pensar el edificio en todas sus dimensiones: funcional, administrativa, organizacional, estructural, de seguridad, con nuevas redes hidráulicas y de datos, con un esquema austero pero moderno y sobrio, aprovechando los espacios de manera más eficiente”, afirmó el arquitecto Luis Fernando González Camerano, quien formó parte del equipo interventor y de planeación, liderado desde Rectoría, la Oficina de Recursos Físicos y el Consejo Directivo de la Universidad. La primera decisión fue reubicar las oficinas de forma tal, que las que tuvieran mayor atención de público externo quedaran en los pisos inferiores y las más privadas, en los superiores. Fue así como se traslada Rectoría del segundo al sexto piso y a partir de ahí se distribuyen de arriba hacia abajo las demás Vicerrectorías.

La intervención inició entonces con el traslado de Rectoría. el séptimo y el sexto piso fueron los primeros que se entregaron, justo después de la última Semana Santa. el inicio de la obra empezó a destapar inconvenientes que tuvieron que solucionarse sobre la marcha, como escaleras dobles, construidas una sobre la otra y un sobrepeso de casi una tonelada por metro cuadrado. “En algún momento pudieron encontrar una gotera y mandaron impermeabilizar la placa con una capa de afinado de unos siete u ocho centímetros, luego volvía a pasar lo mismo repetidamente hasta llegar incluso a puntos con seis impermeabilizaciones, lo que nos daba placas de 40 centímetros de sobrepeso, si a eso le añadimos que no era un edificio reforzado estructuralmente, se pregunta uno cómo se sostuvo de pie”, agrega González Camerano.

A lo anterior se agrega que los trabajos se han venido realizando sin evacuar el edificio, porque no hay sitio para trasladar las oficinas. “Hicimos magia”, dice el arquitecto al explicar cómo han logrado trabajar en circunstancias complicadas y generando incomodidades en el personal, por el constante “martilleo”. La nueva Rectoría les permitió ahora a los ingenieros y arquitectos conocer en un 90% lo que se desconocía, las sobrecargas que pueden encontrar en los pisos inferiores o los sitios por donde corren los ductos, lo que facilitará agilizar los trabajos pendientes en los demás niveles. Los trabajos se concentran actualmente en el segundo nivel, donde se ubicarán las oficinas de la Vicerrectoría del Medio Universitario que tienen más contacto con estudiantes y público general. es decir asesoría Psicológica, el Centro Pastoral San Francisco Javier, que ahora ocupan un espacio en el edificio Pablo VI y el Centro de Gestión Cultural, que está en el edificio Fernando Barón, S.J. la parte administrativa quedará por su parte en el quinto piso.

Las otras vicerrectorías, la académica y la administrativa, quedarán en el cuarto y tercer piso respectivamente, con algunos cambios en su estructura física, respetando la misma imagen corporativa de los demás niveles. “El edificio ahora presenta un lenguaje acorde a las tendencias, con recursos minimalistas, donde menos es más, una presentación limpia que genera un ambiente elegante y sobrio”, explicó el arquitecto González. Otro concepto que se ha manejado en este proceso de reestructuración es la del respeto ambiental. El uso de vidrios en algunas fachadas permite el ingreso de luz hacia los corredores evitando que se tengan que prender en el día, y genera además un efecto psicológico relacionado con la trasparencia y una sensación de amplitud. Adicional a lo anterior las baterías de baño permiten un ahorro de agua, y se evitó al máximo dejar algunas zonas hacia la séptima, por las condiciones de ruido y contaminación, que implicaba el uso de aires acondicionados, consumidores de mucha energía. Se destaca también la habilitación de tres accesos, uno público en el costado oriental, donde además se ubicará un nuevo ascensor, otro central, donde está el ascensor actual, que será más para uso del público interno, y otro en el costado sur, que será una escalera privada, muy útil como zona de evacuación.

Finalmente, el paso posterior será la recuperación del primer piso, el ingreso por la carrera séptima, como una sala de recibo para personalidades, la construcción a futuro de una sala de exposición o de cocteles donde está la Tienda Javeriana y la recuperación de la fachada sobre la séptima, respetando la arquitectura original del edificio. En total es un trabajo que en sus cálculos presupuestales puede estar cercano a los 8 mil millones de pesos. Como dijo el ingeniero Javier Forero Torres, Director de Recursos Físicos: “No es nada descabellada la inversión para una planta de 8960 metros cuadrados de construcción, en un edificio para 50 años más, que queda activo y vivo otra vez”