La inteligencia artificial para conservar la biodiversidad
El reciente foro “El potencial transformador de la Inteligencia Artificial: desafíos en el campo de la ética y conservación de la biodiversidad” que realizó la Facultad de Estudios Ambientales y Rurales junto con el Ministerio de Ciencia y Tecnología, nos dejó numerosas enseñanzas y reflexiones con respecto al rol que las nuevas técnicas de aprendizaje automático y de algoritmos informáticos pueden llevar a cabo en torno a la protección de nuestra biodiversidad.
En este contexto, el último informe del IPBES (Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas, por sus siglas en inglés) advierte que alrededor de un millón de especies están en riesgo de extinción en las próximas décadas si no se toman medidas urgentes. Los principales impulsores de esta crisis son los cambios en el uso del suelo, la sobreexplotación de recursos, el cambio climático, la contaminación y las especies exóticas invasoras. Frente a este desafío global, la inteligencia artificial (IA) emerge como una herramienta prometedora para acelerar la acción a favor de la conservación de la biodiversidad. La IA permite analizar grandes volúmenes de datos para detectar patrones, hacer proyecciones futuras y optimizar procesos. Estas capacidades pueden aprovecharse para comprender mejor la biodiversidad, monitorear sus tendencias, identificar los factores que la amenazan y diseñar soluciones que nos ayuden a tomar mejores decisiones en términos de conservación.
Una de las aplicaciones más útiles de la IA es en el monitoreo de la biodiversidad. Algoritmos de aprendizaje automático pueden identificar animales y plantas en imágenes de cámaras trampa o imágenes de satélite con gran precisión. Esto permite mapear la distribución de especies a diferentes escalas, proporcionando información valiosa sobre el comportamiento de los animales, los patrones de migración y las preferencias de hábitat. Otra área prometedora es el uso de bioacústica computacional para detectar especies amenazadas. Por ejemplo, algoritmos entrenados con grabaciones pueden identificar automáticamente el canto de diferentes aves o anfibios o incluso separar los ruidos generados por el hombre para hacer los análisis más precisos.
Es esencial que gobiernos, ONGs y empresas utilicen la IA de manera ética y transparente. Esto implica involucrar a las comunidades locales para complementar la IA con el conocimiento ecológico tradicional.
La inteligencia artificial puede desempeñar un papel significativo en la investigación de especies invasoras al proporcionar un enfoque más costo eficiente para la detección y monitoreo. Con ayuda de la IA se puede determinar la mejor estrategia para hacer frente a cualquier invasión, desde la erradicación, hasta la contención y mitigación de la propagación. Así mismo, la IA permite analizar enormes cantidades de datos sobre biodiversidad de forma mucho más rápida y eficiente que los humanos. Mediante algoritmos de aprendizaje profundo, es posible monitorizar cambios en los hábitats naturales o identificar actividades ilegales como la caza furtiva. Por ejemplo, en la interpretación de imágenes satelitales se pueden mapear los ecosistemas forestales y estimar las tasas de deforestación casi en tiempo real. Otra ventaja de la IA es que posibilita la participación ciudadana en la conservación. Gracias a aplicaciones con identificación automática de especies como iNaturalist o Merlin, cualquier persona puede contribuir a crear grandes bases de datos sobre biodiversidad. Esto democratiza la información y permite una vigilancia constante de los ecosistemas que habitan.
Sin embargo, la IA no constituye una solución definitiva. Su implementación debe ser realizada con precaución y responsabilidad, de manera que pueda brindar auténticos beneficios a la biodiversidad. Es crucial abordar diversos riesgos que requieren una gestión adecuada. Por ejemplo, la IA en ocasiones puede desviar la atención de enfoques que han sido tradicionalmente efectivos. Existe el peligro de aumentar la desigualdad si se limita al alcance de países ricos o grandes empresas, y puede respaldar prácticas ambientalmente insostenibles como incrementando la capacidad para la sobrepesca o la minería intensiva. Por lo tanto, es esencial que gobiernos, ONGs y empresas utilicen la IA de manera ética y transparente. Esto implica que se involucren a las comunidades locales para complementar la IA con el conocimiento ecológico tradicional. Que destinen más fondos públicos a iniciativas de IA para la biodiversidad y que sean más equitativos, sobre todo asegurando que lleguen al sur global.