La música y el derecho corren por las venas de Iván Guevara Bernal
Iván Guevara Bernal es egresado de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Javeriana, tiene una maestría en Derecho Internacional Privado en la Universidad de Exeter, otra en Estudios Latino Americanos en la Universidad de Cambridge y un doctorado en Derecho de los Grupos Empresariales, también en Cambridge. Sus estudios, su experiencia y reconocimiento como abogado lo han llevado a dictar conferencias como profesor invitado en distintos programas de especialización de Derecho en Inglaterra. Pero estos no han sido sus únicos: su otra pasión, la música, le ha dado múltiples alegrías y satisfacciones y lo ha convertido en embajador ante el mundo de la música colombiana.
En Cambridge conoció a dos músicos ingleses, Elizabeth Ball y Graham Walker, y con ellos conformó desde 1999 el Trío Classico Latino que ha ofrecido conciertos en las grandes salas de concierto de Londres, en los festivales más importantes del Reino Unido y también en varios otros países europeos. Sin embargo, su más reciente prueba de fuego fue participar como agrupacióninvitada en El Festival de Música Andina Colombiana, Mono Núñez, que se realiza cada año en Ginebra (Valle del Cauca).
¿Cómo inició su vida en la música? En mi casa había un ambiente musical muy variado. Mi padre, que había estudiado canto lírico-operático, tenía un teclado para practicar y un día, cuando tenía seis años, quizás de forma clandestina lo abrí y luego de jugar un poco con las teclas y los sonidos que ellas producían, como lo haría cualquier niño, descubrí que podía por simple oído tocar cualquier canción. Mis padres obviamente se quedaron admirados con mi habilidad y de inmediato me pusieron en clases de música con profesores privados y luego en el Conservatorio de la Universidad Nacional. Establecí contactos muy sólidos en esa época con la Orquesta Sinfónica Juvenil, con quienes hice ensambles musicales y extendí mi repertorio instrumental.
¿A pesar de estudiar Derecho, tuvo algo que ver su paso por la Javeriana en su desarrollo musical? Durante mis 5 años en la Facultad estuve concentrado en sacar adelante mis estudios. Sin embargo, un día, cuando estaba en segundo año, decidí hacer un concierto en la sala de Pablo VI, al que asistió la mayoría de mis compañeros, tal vez más por curiosidad. Fue un concierto memorable que reveló en pleno lo que claramente en mi caso era mucho más que una simple afición. El Padre Alberto Gutiérrez, S.J., quien para entonces era Vicerrector, desde entonces se volvió un admirador de mi música y también un gran amigo. Luego, cuando estaba a punto de terminar mis estudios, mi curso organizó una velada cultural en la que hice el estreno de una de mis composiciones más aclamadas, ahora que vivo en Londres. Es una melodía tierna y romántica que le escribí a una estudiante de derecho. Me di cuenta esa noche que había en la música un poder mágico y especial que podía mover los corazones y las emociones y que por alguna razón divina yo parecía tener el talento de intermediar en esas emociones con el piano. De manera que, si bien en la Javeriana no estudié música como tal, fue en ese medio en el que di mis primeros pasos como concertista y en el que desarrollé con más precisión mi estilo musical.
¿Cómo conoció a Elizabeth Ball y Graham Walker? A ellos los conocí porque vivíamos todos en el St. John’s College. Allí un día fui a ver el Réquiem de Mozart, interpretado por la orquesta sinfónica de cámara completa y el coro completo, y el director era ni más ni menos que Graham, quien para entonces sólo tendría unos 19 años. A él lo intercepté un día y le dije que si le interesaba explorar el repertorio de música Latinoamericana tradicional. Graham, con un tanto de curiosidad, muchísimo sentido del buen humor y una total apertura mental a nuestra forma de interpretar la cultura, aceptó el desafío y mi invitación de hacer nuestra música a nuestra manera. Un año más tarde llegaría Lizzie a Cambridge, también a St. John’s College, y la invitamos a tratar de ensayar una parte para el violín y considerar formar un trío. Desde entonces, los tres no solo hemos hecho innumerables y memorables conciertos por toda Europa y en Colombia, sino que somos además los mejores amigos.
¿Musicalmente, qué características tiene el Trío Classico Latino? El grupo es un trío clásico contemporáneo. Tocamos la música tradicional latinoamericana con instrumentos clásicos como el piano, violín y chelo, pero mantenemos las tacituras originales de las canciones. Hemos experimentado ritmos que raramente hacen parte de los repertorios clásicos como el joropo, el porro, el currulao, el pasillo, bambuco, pasodoble, etc. Es una propuesta novedosa porque no usamos percusión, que es lo que la mayoría de otros grupos harían.
¿Cuáles han sido los principales logros obtenidos con la agrupación? Nos ganamos el premio UK Unsigned en la categoría instrumental con mi composición Melodía de serenata y con el porro de Lucho Bermúdez, Colombia, tierra querida; lanzamos nuestro primer disco “Serentata” en el club de jazz más importante de Londres, Ronnie Scotts; hemos sido invitados internacionales en el Festival del Mono Núñez, y ahora vamos como invitados especiales al Festival de Música de Irlanda.
Finalmente, ¿cómo les fue en el Mono Núñez? Ir a este festival era una prueba de fuego pues no es lo mismo tocar los pasillos y bambucos delante de los ingleses, que poco y nada saben de esta música, que tocarlos frente a los mejores intérpretes, compositores y eruditos de la música colombiana. Sin embargo, para nuestra satisfacción, la intervención fue catalogada como magistral. La respuesta del público fue no sólo emotiva sino realmente conmovedora. En este festival, que lleva 37 años, ver a dos ingleses haciendo música colombiana conmigo, de la manera tan apasionada que lo hacen, excedió sin duda las expectativas de todo el mundo. Graham se compuso un pasillo, que lo llamó El pasillo inglés, lo cual dejó a todo el mundo electrizado, y presentamos una versión muy especial de Pueblito Viejo, que puso al toda la audiencia a llorar de la emoción. La verdad, es difícil describir con palabras la emoción y el éxito que significó para nosotros hacer parte de este festival.