Toda una vida dedicada a la psiquiatría y a la Javeriana
Hernán Santacruz Oleas llegó a Bogotá y más exactamente a la Universidad Javeriana para estudiar Medicina cuando tenía 18 años, carrera de la cual se graduó en 1969. Cinco años después, el 31 de diciembre de 1973, se graduó como especialista en Psiquiatría, y desde el día siguiente hasta hoy ha dedicado su vida profesional y docente a la institución que lo formó. El pasado mes de octubre el doctor Santacruz, hoy profesor titular del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Javeriana y médico del Hospital Universitario San Ignacio, recibió el premio Vida y Obra en Psiquiatría concedido por la Revista Colombiana de Psiquiatría por sus contribuciones a esta especialidad de la medicina y por su amplia trayectoria. Esos 38 años de experiencia profesional difícilmente se pueden resumir en una o dos páginas. Su hoja de vida, publicada en la web de la Universidad Javeriana, además de mencionar sus estudios, su experiencia laboral y su actividad docente, hace referencia a 66 publicaciones de su actividad investigativa en 24 libros, 5 manuales y 37 revistas y otros; y a su invitación como conferencista a 201 eventos nacionales e internacionales. También incluye su participación en múltiples congresos, su pertenencia a seis sociedades científicas y cerca de una decena de distinciones y cargos honoríficos, a los cuales se suma el que acaba de concederle la Revista Colombiana de Psiquiatría.
Santacruz Oleas, de padre pastuso y madre ecuatoriana, nació en Quito (Ecuador), pero pasó su infancia entre la capital de Ecuador y Pasto, ciudades en las que hizo su primaria y su bachillerato en colegios jesuitas. “Cuando salí para Bogotá tenía claro que venía para la Javeriana. Mis padres tomaron esa decisión y yo dije sí papá, gracias papá”. En Bogotá estudió, en Bogotá se quedó a vivir y trabajar, en Bogotá se casó y en Bogotá tuvo siete hijos de los cuales tres son médicos y uno es psiquiatra como él. “A mí me gustó la psiquiatría desde que estaba en tercer año de Medicina y tomé mis clases de Psicopatología. El profesor era el doctor Horacio Taborda, quien me hizo sentir entusiasmado por su clase. Cuando vi Psiquiatría en quinto año, ese interés por la enfermedad mental se acentuó y por eso cuando me gradué intenté matricularme en el único sitio en Bogotá donde podía especializarme que era la Universidad Nacional, pero me rechazaron por javeriano. El director de psiquiatría de la época me dijo: ‘usted es rico, váyase para Estados Unidos, que esto es sólo para médicos egresados de la Nacional’. Empecé a hacer mis vueltas para irme, pero en ese momento el doctor Taborda abrió el posgrado de Psiquiatría en la Javeriana y tuve la suerte de ser el primer egresado”.
Hizo 3 años de residencia en psiquiatría en Sibaté y el primero de enero de
1974 inició como instructor del Departamento de Psiquiatría de la Universidad Javeriana. Desde entonces ha ascendido en la carrera académica hasta ser profesor titular, en pregrado y posgrado y fue fundador de la Unidad de Salud Mental del Hospital San Ignacio hace 22 años, para la cual sigue trabajando. “He estado toda la vida acá desde las 6:00 de la mañana que doy mi primera clase y hasta la 1:00 de la tarde me voy para mi consultorio de lunes a sábado, menos los viernes que estoy todo el día hasta la noche en el Hospital San Ignacio”. Es coordinador de pregrado, da una cátedra que se llama Conducta Humana 1 y da un seminario permanente en posgrado, de cuatro horas a la semana, en Clínica, Psicosis, Neurosis y Personalidad. Además hace grupos Balint, que son una forma de trabajo en grupo con médicos, enfermeras y residentes con quienes discute las dificultades y los problemas que se plantean entre médico y paciente. Profesionalmente su vida quedó marcada por la tragedia de Armero en noviembre de 1985. “La Javeriana tenía un convenio docente asistencial con la Secretaría de Salud del Tolima y el Hospital Mental de Armero. En ese momento yo era el coordinador docente del hospital mental y al otro día de la tragedia me vi confrontado a ir al sitio a sacar a mis residentes y estudiantes. La Javeriana perdió estudiantes que murieron, fue terrible, fue espantoso”.