Marzo 2022 | Edición N°: 1375
Por: Jesús Agreda Rudenko | Profesor de cátedra, Departamento de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Políticas



Jesús Agreda Rudenko.

Aunque ante el hecho consumado de una invasión, puede parecer necesario centrar nuestra atención en situaciones presentes y posiblemente más relevantes, aquí se intentará aclarar la gran mentira de una de las causas esgrimidas por la Federación de Rusia para justificar la llamada “operación militar especial”. Así, se propone discutir la extrema derecha y movimientos neo-nazis en Ucrania. El análisis de este tema es especialmente importante, no solo porque es uno de los principales argumentos que Rusia ha utilizado de manera engañosa y reiterada para justificar la invasión de Ucrania, sino porque también ha generado una extraña situación jurídica en la que el Estado ucraniano le ha solicitado a la Corte Internacional de Justicia que se pronuncie (como ya lo ha hecho) de manera negativa y afirme que en Ucrania no se ha dado ningún genocidio en contra de la minoría rusa, buscando de paso demostrar que no hay grupos neo-nazis en el gobierno ni en el ejército, una vez más dejando sin sustento la invasión.

Para comenzar, se reconoce que existieron grupos con aparentes conexiones neo-nazis y fueron visibles durante las protestas de Euromaidan, como el caso del “Sector Derecho” que incluso llegó a ejercer algunas funciones policiales en el caos subsecuente generado por la salida del presidente Yanukovich y el vacío de poder causado. También se debe reconocer que en 2014 se crearon batallones/milicias para contrarrestar los movimientos independentistas en las regiones de Luhansk y Donetsk, como “Azov”, o “Donetsk”, debido, fuera de la situación descrita, a la debilidad del ejercito ucraniano y a la confusión política del proceso de transición. Aunque, en la mayoría de los casos, estos grupos fueron conformados por voluntarios, ucranianos desplazados y algunos extranjeros, también se movilizaron ultranacionalistas, grupos de extrema derecha y personas con afiliaciones a movimientos neo-nazis. Todo esto se toleró ante la crítica situación que vivía Ucrania y por la debilidad del gobierno y ejército, lo que permitió un buen grado de autonomía a estos grupos, que en algunos casos cometieron crímenes (nunca genocidio) como fue registrado en informes de ONGs como Human Rights Watch o Amnistía Internacional.

Lo que no ha desaparecido y que incluso se ha fortalecido a raíz de la guerra, es el ultranacionalismo.

Sin embargo, reconocer la presencia de elementos con afiliaciones neo-nazis en estos grupos no significa reconocer que se sigan tolerando o que hayan logrado hacerse con el control del gobierno o del ejército y que en este momento estén a cargo del país como lo ha afirmado la Federación de Rusia; no es así. De hecho, en un artículo ya clásico de 2017, Vera Mironova y Ekaterina Sergastkova, aclaran como Ucrania logró controlar e incluso eliminar la influencia neo-nazi en estos grupos a través de una legislación sólida, de su inclusión forzada dentro del aparato estatal, militar y policial y su sometimiento estricto a las normas nacionales y ahí, expulsando a los radicales, o encarcelando a los elementos más problemáticos. Además de lo anterior se evidencia que la presencia política de grupos con esas conexiones ha sido muy reducida y con tendencia a desaparecer como el partido Svoboda que paso de tener 4,5% de los votos en el 2014 a 2,15% (lo que no le permitió tener representación legislativa) en el 2019. En conclusión, los neo nazis no están gobernando al país y su presencia se ha reducido gracias a un claro rechazo del gobierno y de la sociedad ucraniana en general.

Lo que no ha desaparecido y que incluso se ha fortalecido a raíz de la guerra es el ultranacionalismo y la extrema derecha, que han estado presentes en el país, incluso con representación política (caso del ex ministro del interior hasta el 2021, Arsen Avakov). El accionar de grupos con estas afiliaciones y que en situaciones extremas han perseguido a las comunidades Roma o la LGBT+, se ha registrado en informes de la OSCE, Consejo de Europa o incluso ONGs como Freedomhouse y ha sido un tema de especial atención para el gobierno ucraniano liderado por un descendiente judío. Fuera de lo anterior, hay que aclarar que, a pesar de una línea muy delgada, los ultranacionalistas ucranianos son claramente diferentes a los neo-nazis y algunos de ellos son abiertamente anti-nazis, por lo que el argumento ruso sigue sin ser aplicable. El problema que puede surgir es que estos grupos se están y seguirán tolerando en este momento, ya que son una herramienta necesaria para rechazar al invasor y mantener la moral alta, por lo que se hace aún más difícil para el gobierno ucraniano ejercer un control efectivo sobre quienes se posicionan como los defensores del país, pero quienes deben evitar radicalizarse. De lo contrario, el objetivo de reconstruir un estado democrático y respetuoso de los derechos de todos los habitantes, como es Ucrania, será más difícil de materializar.