Cátedra Unesco de Comunicación

Comunicación, información y lenguajes en tiempos de pandemia

Cátedra Unesco de Comunicaciones 2020

ISBN: 978-958-781-870-3    |    DOI: https://doi.org/10.11144/Javeriana.9789587818703
Cómo citar este libro: Pereira, J. M. y Gutiérrez, G. E (eds.). (2023). Comunicación, información y lenguajes en tiempos de pandemia. Cátedra Unesco de Comunicación 2020. Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana.

Taller de Producción Sonora para la Reconciliación Colombiana

Lorena Sánchez Contreras1Comunicadora social y politóloga, Pontificia Universidad Javeriana. Contacto: lorenasanchez@javeriana.edu.co, Daniela Ramírez Barreto2Comunicadora social, Pontificia Universidad Javeriana. Contacto: ramirdan@gmail.com
y Karen Gisela Riascos3Coordinadora de comunicaciones, Cormepaz. Contacto: karengiselriascos122@gmail.com

Resumen de la experiencia

La comunicación es un ámbito clave para cualquier experiencia de reconciliación. Por ello, se vincularon en una misma experiencia el semillero de investigación Discursos y Prácticas de Reconciliación, de la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Pontificia Universidad Javeriana, y la Escuela de Comunicación Popular Ubuntu, de Buenaventura. El objetivo fue implementar el Taller de Producción Sonora para la Reconciliación Colombiana, con el ánimo de diversificar la oferta de productos radiofónicos de la iniciativa en terreno. Este taller estuvo dirigido a los y las jóvenes que hacen parte de la escuela, y cuyo proceso de formación ha variado en diferentes ámbitos comunicativos.

La coyuntura actual de salud pública significó múltiples retos para la experiencia. Aprendimos sobre la marcha a entender los diversos ritmos culturales que se entretejen en el proceso de aprendizaje. Construimos continuamente estrategias basadas en las dificultades y los aciertos del proceso, para que los talleres fueran asertivos y participativos; después de todo, entendemos que la construcción de conocimiento surge del intercambio y de los aportes que cada una de las personas pueda dar en el proceso colectivo.

El taller se realizó del 6 de junio al 3 de octubre de 2020, en modalidad virtual, con una intensidad de 4 horas semanales, los días sábados, más las horas de trabajo autónomo a lo largo de la semana. La comunicación constante entre la escuela y el semillero fue menester para el proceso de creación de los talleres y para el acompañamiento continuo a los y las jóvenes que hicieron parte del proceso. Adicionalmente, la participación de los y las jóvenes en las actividades del taller no se redujo a su asistencia ni al cumplimiento de tareas. Encontramos que involucrarlos de manera directa en la realización del taller enriqueció el proceso de aprendizaje, porque puso en diálogo los conocimientos técnicos con sus prácticas culturales cotidianas.

Palabras clave: reconciliación, producción sonora, procesos colectivos juveniles, educación virtual.

La comunicación al ritmo de la cultura y la reconciliación

El viento sopla, se mueve al ritmo de la melodía suave de las voces, que son aire, historia, vida y resistencia. Las palabras se levantan, viajan, se dispersan y bailan al compás de la cultura y la reconciliación. Una voz gruesa, cálida, rasgada, por momentos profunda y pausada, cuenta la historia de su pueblo: “En nuestros ríos existen muchas costumbres como el Alabao. Mi abuela es cantaora de Alabaos. El Alabao es un canto propio de nuestra tierra, López de Micay. Sirve para cantarle a los muertos en el momento del velorio” —cuenta, en su crónica El Alabao, Yessica Torres, quien es una de las participantes del Taller de Producción Sonora para la Reconciliación Colombiana.

Es la voz de una mujer negra, del Pacífico, bonaverense. Voces de paz que cuentan y narran su territorio, su comunidad y su identidad. Voces que son melodía, canto y armonía.

Ya lo llevan a enterrar
En esta iglesia sagrada
Y al pie de este rico altar.

(Abuela de Yéssica Torres cantando en la crónica sonora El Alabao)4Los alabaos son cantos fúnebres que “manifiestan tristeza y se interpreta en rituales como velorios, novenas y última noche. Se cree que son apoyo para acercar el alma más a Dios y contrarrestar el pecado” (Cepac, 2017, p. 36)..

El micrófono se abre y se cierra ocasionalmente. Las cámaras, por momentos, se prenden. Se asoma una cabeza, unos ojos o un paisaje de la ciudad; luego, solo son cuadros negros con nombres. El ritmo de la virtualidad nos lleva en un viaje de cinco meses por Buenaventura. Los casi 500 km de distancia que hay entre Bogotá y el Distrito Especial, ubicado en el Valle del Cauca, se convierten en un minuto de conexión a internet; primero, a través de la plataforma Blackboard, y después, de Zoom. Un diálogo que, para quien mira de lejos, se da entre pantallas de computadores de 14 pulgadas o menos, que conviven con el ruido de las casi 90 teclas que, al ser presionadas, una a una, y luego, todas en conjunto, generan conversaciones. Pero no son pantallas hablando: son personas con vivencias, experiencias, historias y saberes, uniéndose en diálogos que en algún momento parecieron improbables. Desde las casas o los barrios, con una conexión a internet inestable, que arbitraria y dictatorialmente pausa o entrecorta el viaje que fluye entre Buenaventura y Bogotá, construimos comunidad.

Y solo con un par de clics sentimos a Buenaventura. El graznido de las gaviotas —fuerte, imponente y dispar—, que suena a través del altavoz, nos recuerda que Buenaventura, ciudad en la que se llevó a cabo el Taller de Producción Sonora para la Reconciliación Colombiana, es una zona costera y portuaria. Su banda sonora es estruendosa y alegre; los sonidos del mar se fusionan con la música que vibra y rebota en equipos de sonido. Buenaventura es calor, viento con olor y sabor a sal, a pescado y a chontaduro. Un diálogo de memoria y tradición.

Las cajas metálicas, de múltiples colores, llenan el puerto de Buenaventura: el más importante para los intercambios comerciales en Colombia, porque mueve el 60 % del total de la mercancía que entra y sale del país desde y hacia diferentes latitudes. El océano Pacífico, una de las principales rutas marítimas del mundo, rodea y baña a la ciudad; sin embargo, su posición geográfica ha convertido a Buenaventura no solo en una ciudad biodiversa y ecoturística, sino también, en un espacio industrial, blanco de múltiples violencias desarrollistas y derivadas del conflicto armado. Las violencias van desde megaproyectos de corte extractivista hasta reclutamiento forzado de la población vulnerable, microtráfico, disputa del territorio entre bandas criminales, fronteras invisibles, racismo y violencia intrafamiliar, sexual y basada en género.

A su vez, Buenaventura es un corredor estratégico para la economía ilegal, además de un punto clave en el modelo de desarrollo neoliberal. Su contexto social, político y económico se entreteje y, al mismo tiempo, se resquebraja en medio de múltiples actores sociales, tanto ilegales como legales, con intereses propios dentro del territorio. Los niveles de desigualdad entre los bonaverenses son muy altos; la presencia precaria del Estado colombiano dificulta el acceso a derechos básicos, como a la vida digna, a la educación y a la salud. El efecto de esto en la actualidad es que las nuevas generaciones han perdido la conexión con las raíces de su pueblo (Cormepaz, comunicación virtual, 2020).

El taller como medio para el diálogo y el aprendizaje

Aunque, históricamente, la violencia ha afectado de manera profunda a las comunidades, la población de Buenaventura resiste y re-existe. A través de la música, la danza, el teatro, el arte, la comunicación y la oralidad, los y las bonaverenses comparten relatos y se narran desde su historia, su cultura y su tradición. “Yo inicié a hacer radio porque quiero generar un impacto positivo frente a la sociedad. Quiero transmitir la cultura de mi bello puerto, contar historias y generar material didáctico que atraiga el corazón de las personas” —cuenta Edwing Sinisterra, participante del taller—. Las y los Jóvenes comunicadores para la reconciliación y la paz, nombre que también recibe el programa radial que se transmite a través de la emisora comunitaria Voces del Pacífico, resignifican la relación con su territorio y tejen memoria y reconciliación.

La comunicación es clave para cualquier experiencia de reconciliación. El semillero de investigación Discursos y prácticas de reconciliación, de la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Pontificia Universidad Javeriana, se vinculó en una misma experiencia con la escuela de comunicación popular Ubuntu, de Buenaventura. El taller, dirigido a los y las jóvenes que hacen parte de la escuela, y cuyo proceso de formación se ha dado en diferentes lenguajes que incluyen sus voces, sus cuerpos y su territorio, se realizó con el objetivo de diversificar las herramientas comunicativas radiofónicas del mencionado programa radial.

Diálogo abierto sobre la producción mediática para la reconciliación colombiana es el trabajo propuesto por el semillero, para el fortalecimiento de las herramientas de comunicación de Cormepaz. La propuesta surgió como aporte de la línea de comunicación del proyecto de investigación Diálogos improbables: investigación participativa como estrategia de reconciliación; proyecto que adelantan conjuntamente la Universidad Javeriana, el cinep y la Universidad de Sheffield, con recursos del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MinCiencias) y el Fondo Newton.

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Inhala, exhala. Entra aproximadamente medio litro de oxígeno a los pulmones. El pecho se expande, el abdomen se infla; el aire pasa entre las mejillas, se mueve de izquierda a derecha y vuelve a salir. Ahora la boca se abre, grande, con fuerza y, después de unos segundos, se vuelve a cerrar. La lengua gira y vibra, mientras las cuerdas vocales emiten sonidos: “a, e, i, o, u”. Los ejercicios de respiración que se hacen cada sábado a las 9:00 a. m., al inicio del taller, se unen a los ejercicios de dicción y de consciencia —saludo al Sol, secuencia de posturas de yoga—, que nos llevan a entender que nuestro cuerpo es un tejido, un conjunto y un equipo que se mueve en armonía y equilibrio para hablar y comunicar.

El taller fue planteado en enero de 2020, con cuatro grandes módulos, para ser implementados —en un inicio, de manera presencial— en Buenaventura; sin embargo, la coyuntura de salud pública nos llevó a reconfigurar el taller a una modalidad virtual, a cambiar tiempos, metodologías y estrategias pedagógicas y de comunicación. El ritmo de la virtualidad, que se tejió con el gusto por la radio, la comunicación y la pedagogía, implicó múltiples retos, que se fueron superando a medida que avanzaba el taller.

Por medio del trabajo articulado entre el semillero y Cormepaz, planteamos e implementamos el siguiente proceso:

Módulo 1. Locución y manejo de la voz

Con el objetivo de reconocer el lugar del cuerpo en la producción de la voz, en aras de la interpretación. En este módulo aprendimos la importancia de crear códigos comunes para entendernos en medio de la diversidad cultural.

Módulo 2. Escribir para la radio

Pensado para dimensionar la relación entre la oralidad y la escritura, con el ánimo de emprender un ejercicio de redacción y planeación a través de guiones, explorando la escritura individual y colectiva. En este módulo entendimos que la adaptación es clave para el funcionamiento del proceso, y que no todas las herramientas sirven en todos los contextos.

Módulo 3. Formatos periodísticos

En el cual abordamos diferentes formatos periodísticos. El colofón de este módulo fue el informativo transmitido en vivo, y en el cual se compartieron los productos realizados. Reconocimos que el proceso de aprendizaje se afianza cuando se comparte la responsabilidad en la producción de las herramientas didácticas, como los dramatizados, los bocados de teoría —breves explicaciones de las temáticas por tratar—, los juegos, las entrevistas y los minutos locos —recesos dinámicos que incluyen actividades como bailes, improvisación y freestyle, entre otras—.

Módulo 4. Dramatizados sonoros

En este exploramos la creación de personajes, historias, tipos de dramatizados y la importancia de los efectos de sonido y la música en este tipo de formatos. Comprendimos que la relevancia de los aprendizajes adquiridos radica en la posibilidad de que las y los jóvenes se pudieran narrar a sí mismos.

Durante los encuentros se compartieron los productos realizados individual y grupalmente, y para los cuales los y las jóvenes reflexionaron a profundidad sobre las temáticas definidas por ellas y ellos mismos. Los dinamizadores locales estuvieron a cargo de los cuatro grupos de trabajo: Canasto bijao, Duro con chonta, Unión pacífica y Memoria urbana. Esto contribuyó a que las y los participantes pudieran realizar sus ejercicios de producción sonora con el apoyo de un equipo.

En medio de la incertidumbre, y reconociendo las necesidades, las dificultades y el contexto de Buenaventura, aprendimos sobre la marcha a entender los diversos ritmos culturales que se entretejen en el proceso de aprendizaje. Así mismo, logramos identificar los ritmos que marcaron las relaciones en los diferentes contextos, para luego ponerlos en diálogo y lograr armonía comunicativa. Todo esto, mientras intentamos comprender que la distancia solo se supera al compás de la virtualidad.

La evaluación constante fue clave para fortalecer las dinámicas que estaban funcionando, y para aprender a sortear los retos emergentes: los problemas de conectividad, el tiempo limitado de quienes participaron, los distintos lenguajes regionales y la necesidad de encontrar tiempos comunes. En esta medida, el taller propuesto inicialmente no fue el mismo con el que cerramos: se transformó atendiendo a los aprendizajes que íbamos adquiriendo con las experiencias inmediatas. Al ser un taller planteado para su desarrollo de manera presencial, la experimentación en la virtualidad nos hizo darnos cuenta de que podemos llegar a más procesos que buscan la paz y la reconciliación a lo largo del país. Esto permite que las voces de los y las jóvenes, que son voces de reconciliación, se puedan desarrollar libremente, y así darles la posibilidad de explorar tanto el presente como en el pasado de su comunidad.

Voces de reconciliación

¿A qué suena un diálogo? Las voces se entretejen en una experiencia, un diálogo que, a la vez, son muchos. Voces graves, agudas, profundas y rasgadas. Relatos que, en sus propios ritmos y sus propios sentires, se conectan en la historia de una comunidad y de un país: autobiografías que narran la identidad, historias familiares, testimonios acerca de iniciativas culturales de música, danza y teatro, así como las narraciones tradicionales de tejido, gastronomía, oralidad y canto. Una grabadora capta las voces y las amplifica, las ondas se mueven y avanzan kilómetros de distancia, de modo que permiten el intercambio de saberes, vivencias y experiencias. Las crónicas, los reportajes, los informativos y los dramatizados elaborados durante el taller también reconstruyen el tejido social.

Desde los diferentes talleres, las y los participantes fueron desarrollando una voz propia, la cual fue aplicada no solo en las producciones del programa radial, sino también, en su día a día. El diálogo que se logró a través de la virtualidad también aportó a los nuevos escenarios de la reconciliación y la paz, pues hizo que las y los jóvenes se preguntaran qué es lo que está pasando en su territorio; entonces, más allá de la información que podían encontrar en libros y videos, lograron apropiarse de estos temas desde sus intereses personales.

La comunicación radiofónica permite proteger las identidades de las y los jóvenes. A pesar de que la voz de cada persona es única, este tipo de proyectos les da un espacio seguro de expresión, que les permite cuestionarse lo que sucede en su entorno y les brinda posibilidades y nuevas perspectivas del mundo, para alejarse de dinámicas violentas. El taller invitó a las y los jóvenes a innovar, pero también, a entender su pasado, para rescatar sus historias, los relatos de su comunidad y hacer resistencia. Esta fusión entre el pasado y el presente les permitió retomar los relatos a los que no se les encontraba sentido, para así entender la importancia de sus costumbres en la construcción de su propia identidad.

El eje transversal de todas las experiencias de reconciliación no es el cómo se dan, porque suceden de maneras diversas y responden a situaciones específicas. Por el contrario, es la necesidad de encontrar lenguajes y códigos comunes que sirvan para dar forma a esos procesos, los cuales son, a la vez, personales y colectivos, en tanto resaltan la importancia política en la acción de repensar y transformar las relaciones que se entretejen en los territorios.

Finalmente, logramos entender la reconciliación como una experiencia que trastoca todas las dimensiones y que configura la vivencia humana. Por ende, es un proceso profundamente complejo y heterogéneo, que tiene como fin la posibilidad de volver a habitar el mundo, reconstruir el tejido social, reterritorializar la vida y, al mismo tiempo, transformar las formas de ser y existir en la cotidianidad. La comunicación es un espacio de incidencia y resistencia, que debe volverse importante para las y los jóvenes, hasta el punto de que lo sientan como propio y lo hagan parte de quienes son. . La comunicación es un espacio de incidencia y resistencia, que debe volverse importante para las y los jóvenes, hasta el punto de que lo sientan como propio y lo hagan parte de quienes son.

Referencias

Cepac. (2017). Rituales mortuorios afro del Pacífico. Codhes y usaid.

Gumucio-Dagron, A. (2011). Comunicación para el cambio social: clave del desarrollo participativo. Signo y pensamiento, 30(58), 26-39.

Montoya, A. D. y Villa, L. (2009). Onda Macarena. ¡Municipios en buena onda! Grupo ComunicArte.

Montoya, A. D. y Villa, L. (2017). Radio Escolar. Onda juvenil para una comunicación participativa (3ª ed.). Grupo ComunicArte.