En el marco del Día Internacional contra el Acoso Escolar o Bullying, el Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Universidad Javeriana, reunió las cifras más destacadas sobre acoso escolar en Colombia y analizó la Ley 1620 del 2013 referente al Sistema Nacional de Convivencia Escolar, para crear conciencia sobre este fenómeno y contribuir a la desnaturalización de las conductas de acoso en los entornos escolares.

Las cifras recolectadas son de las pruebas PISA del año 2018 (los últimos disponibles), que son respondidas por una muestra representativa de estudiantes colombianos de colegio, con 15 años, y del Índice Welbin 2022, que midió las condiciones para el bienestar de más de 1.500 colegios a nivel nacional.

Asimismo, el LEE de la Javeriana construyó una cartilla con ejemplos sobre acoso escolar, que orientan a la población, para que comprenda qué es el acoso escolar, cuáles son los tipos de acoso según la Ley 1620 de 2013, recomendaciones y ejemplos de rutas de atención, sobre qué hacer en casos de acoso escolar para padres, estudiantes víctimas y victimarios (que a veces no saben que lo son) y docentes.

Consulte la cartilla aquí.

A continuación, se resaltan las siguientes cifras:

• En Colombia el 32.3% de os estudiantes reporta haber sufrido cualquier tipo de bullying en el colegio. El promedio OCDE es de 22.7%.

• En Colombia el 15.9% indicó que "Otros estudiantes me dejaron afuera de cosas a propósito en el colegio". El promedio OCDE es 8.7%.

• En Colombia el 18.1% indicó que "Otros estudiantes se burlaron de mí en el colegio". El promedio OCDE es de 13.7%.

• En Colombia el 10.6% indicó que "Fui amenazado por otros estudiantes en el colegio". El promedio OCDE es de 6.2%.

• En Colombia el 12.2% indicó que "Otros estudiantes me robaron o destruyeron cosas que me pertenecían en el colegio". El promedio OCDE es de 6.6%.

• En Colombia el 11.2% indicó que "Fui golpeado o empujado por otros estudiantes en el colegio". El promedio OCDE es de 7%.

• En Colombia el 18% indicó que "Otros estudiantes rumoran cosas malintencionadas sobre mí". El promedio OCDE es de 10.5%

Estos datos alertan a los investigadores, ya que diversos estudios en psicología encuentran que los impactos del bullying en los niños, niñas y adolescentes se puede traducir en temor, inseguridad, pasividad y aislamiento, así como depresión, ansiedad y baja autoestima, lo cual se traduce, entre otros, en un bajo desempeño académico, resistencia a asistir a la escuela y, por ende, ausentismo y deserción. “Estos efectos negativos impactan en desarrollo de las habilidades socioemocionales y de las capacidades de consecución de objetivos y de relacionamiento (afectivo y no afectivo) que pueden afectar también el futuro, la vida laboral y familiar de la víctima.” Afirma Gloria Bernal, codirectora del LEE.

Por ello, los investigadores resaltaron también las cifras del Índice Welbin sobre las condiciones de los colegios en la dimensión de convivencia, inclusión y salud mental, destacando que, de los colegios participantes:

• Solo 19% tiene mecanismos para identificar casos de violencia escolar.

• 75% realiza actividades de comunicación sobre el manejo de situaciones de convivencia escolar (acoso, violencia escolar).

• 33% provee acompañamiento psicosocial.

• 40% ha formado a sus docentes en competencias socioemocionales, en los últimos 2 años.

• en promedio, hay 800 estudiantes por 1 profesional psicosocial en los colegios oficiales vs. 285 estudiantes por 1 profesional psicosocial en los privados.

Dada la falta de mayor conciencia e información sobre el acoso escolar y sobre qué hacer para atenderlo, el LEE de la Javeriana quiso investigar sobre cuál es la información disponible y de fácil acceso al público sobre esta problemática. De igual manera, los analistas indagaron en diversas fuentes oficiales sobre cuáles son las rutas de atención ante casos de acoso escolar para construir una ruta general que reúna recomendaciones sobre las acciones a tomar frente a los diferentes tipos de acoso.

Encontraron que según la Ley 1620 del 2013, hay tres tipos de acoso escolar: Tipo I, que son conflictos que no comprometen la salud física, ni mental de los estudiantes (por ejemplo, un estudiante nuevo que recibe una burla en su primer día de colegio); Tipo II, que son situaciones que no tienen las características de un delito, pero que se presentan de manera repetida o sistemática y causan daños a la salud física o mental, sin generar incapacidad alguna para cualquiera de los involucrados (por ejemplo, el estudiante nuevo sigue recibiendo burlas despues de una semana de haber ingresado al colegio, le esconden la maleta o últiles repetidamente o lo excluyen); finalmente, el Tipo III, que son situaciones que se convierten en presuntos delitos contra la libertad, integridad y formación sexual (por ejemplo, al estudiante lo golpean o finalmente se involucra en una riña y hay lesiones físicas que causan incapacidad).

Según el tipo de acoso escolar hay una ruta de acción específica, sin embargo, los investigadores indican que las rutas existentes no son de fácil comprensión, intervienen diferentes actores cuya coordinación puede ser compleja y con frecuencia de difícil acceso para las víctimas. Hacen un llamado por clarificar y simplificar las rutas de detección y denuncias, y mejorar la atención del sistema judicial sobre los casos existentes. En adición, hacen las siguientes reflexiones y recomendaciones:

• El acoso o matoneo escolar parece estar normalizado en los entornos escolares, y es importante detectarlo y atenderlo en sus primeras etapas para que no escale a situaciones más delicadas y complejas.

• En la medida en que se avanza en la tipología del acoso escolar (I a II a III), se complejiza el proceso de denuncia y atención por parte de las instituciones educativas y autoridades competentes. Lo que puede desmotivar a las victimas a realizar la denuncia y actuar frente a su situación.

• La atención a los casos de acoso escolar deber ser responsabilidad compartida de todos los actores: la familia, los estudiantes, los docentes y la institución educativa. La institución educativa debe tener mecanismos de prevención y atención del acoso, pero es indispensable que los padres de familia o cuidadores y la comunidad educativa (docentes o compañeros de clase) también intervengan si son testigos o detectan señales de que los estudiantes son víctimas o victimarios, notificando al colegio oportunamente.

• Se debe formar a los niños, niñas y adolescentes en el manejo de las emociones y tener programas innovadores – más allá de las charlas- para los estudiantes de las instituciones educativas que los motiven a propender por un buen ambiente escolar y a prevenir casos de acoso (propios y ajenos).

• Se debe capacitar a los docentes de las diferentes áreas de conocimiento y padres de familia en el manejo adecuado de casos de acoso escolar y en el desarrollo de habilidades socioemocionales de los niños, niñas y adolescentes. Estas habilidades contribuyen a una mejor convivencia y a la resolución asertiva de conflictos y deberían tener el mismo peso que las habilidades cognitivas. Ante un caso de matoneo, es indispensable trabajar tanto con las víctimas como con los victimarios.

• Es fundamental realizar un seguimiento más efectivo de los casos de matoneo o acoso escolar en los entornos educativos, y para ello es relevante la existencia de información diferenciada por características tales como niveles educativos, tipos de acoso o bullying, entre otras.

• Es importante medir las condiciones de bienestar escolar para que los colegios conozcan sus fortalezas y debilidades, y así tomar medidas correctivas. Por ello se invita a todos los colegios del país a la última versión del ÍNDICE WELBIN. Al responder, cada colegio recibe un diagnóstico gratuito y confidencial de sus condiciones de bienestar escolar.

Link a la encuesta: https://welbin.typeform.com/to/WIu9VKsx