“Los videojuegos, aparte de ser un artefacto interactivo, son un artefacto cultural. En un videojuego uno puede entender muchísimas cosas de la cultura donde fue diseñado y también puede especular un poco sobre el impacto que puede tener en una sociedad”.
“El paciente no es un número, es una persona que necesita de un servicio. Esto lo aprendí en la Universidad Javeriana y poder transmitirlo en la docencia es fundamental para mí”.
“Me considero un racionalista romántico. Lo que más me gusta de la ciencia es arriesgarse a pensar, hacer preguntas sabiendo que cualquier conocimiento que uno genere va a ser provisional. Entre más conocemos, más nos damos cuenta de lo poco que sabemos”.
“Creo que Dios me escuchó porque de niño soñé con ser profesor y eso fue lo que hice en mi formación académica, en mi vida profesional y en la Pontificia Universidad Javeriana, en donde he pasado la mayor parte de mi vida”.
“La docencia como oportunidad de interactuar con el otro y de aprender en conjunto, me parece un ejercicio de convivencia y relacionamiento muy enriquecedor”.
"En la Javeriana he sido feliz. Estar aquí ha sido una buena razón para vivir la vida. Lo que uno hace en la Universidad vale la pena para la sociedad y, en mi caso, para la naturaleza también”.