“Más que técnica lo que aportamos son canas”
César Vallejo Mejía se posesionó el 3 de abril como codirector del Banco de la República.
Ingresó a la Compañía de Jesús en 1959 y se retiró diez años después, cuando se graduó como profesional en Filosofía y Letras de la Pontificia Universidad Javeriana. En 1994 ocupó el cargo de decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas.
LA BANCA Central en América Latina. Aspectos económicos y jurídicos” es el título del libro que tiene sobre su escritorio César Vallejo Mejía. El texto de Ernesto Aguirre y Roberto Junguito es desde el pasado 3 de abril uno de los documentos obligados de consulta para este javeriano, quien desde ese día forma parte de la junta directiva del Banco de la República. En el sexto piso del edificio de la banca central de Colombia, donde se toman las decisiones más importantes para la economía nacional, está la oficina de este pereirano de 65 años. En su escritorio, al lado del libro Aguirre y Junguito, también están los periódicos del día, con un titular revelador: “Nuevo aire para el TLC con Estados Unidos”. Vallejo Mejía llega al cargo en uno de los momentos más coyunturales para la economía nacional e internacional. El TLC es sólo uno de tantos hechos económicos que hoy ocupan las primeras planas de los diarios. La crisis mundial, el precio del dólar, la gasolina, las tasas de interés, la inflación, las pirámides… son temas obligados para cualquier economista, sobre los cuales habla en esta entrevista.
¿Por qué decidió estudiar Filosofía y Letras en la Universidad Javeriana? Esa decisión estaba asociada a la decisión de ser jesuita. Yo formé parte de la Compañía de Jesús desde 1959 hasta 1969, y parte de la formación pasa por la filosofía. Yo le debo a ese paso por la Compañía mi concepción de la vida y el papel que como persona tengo en relación con la sociedad.
¿Y cómo un filósofo se vuelve después economista? Mi último año en la Compañía fue un trabajo muy interesante, una investigación sociológica que hizo la Compañía de Jesús en el mundo que se llamó el Survey, que me puso en contacto con variables importantes del desarrollo. Fue todo un entorno el que me proyectó hacia temas que tenían que ver con la economía. De inmediato ingresé a la Universidad de los Andes a hacer mi maestría en economía y luego viajé a Kiel (Alemania), donde hice estudios de doctorado.
Últimamente estuvo en el mundo académico, fue profesor, decano y acaba de ser rector en la Universidad Autónoma de Manizales. ¿Qué aporte puede darle esa experiencia a su cargo como director del Banco de la República? Las funciones del banco central están claramente definidas por la Constitución y representan un punto Balmesiano, un concepto que aprendí cuando estudiaba filosofía. Jaime Balmes hablaba de unas cimas desde las cuales se podía mirar todo el panorama. La junta está en una cima de la economía colombiana y actúa sólo allí, su función puede ser muy concreta, pero tiene mucho que ver con el resto. Las medidas en política monetaria se trasmiten sobre los demás sectores. La historia que uno trae, que es justamente de experiencia con esos sectores, va a ser muy útil. Los miembros de la junta directiva del Banco, más que técnica lo que aportamos son canas, experiencia, criterio y una visión más amplia.
Llega en una coyuntura especial de la economía mundial, un reto como director del Banco. Sin duda es un momento muy interesante, todo está en interpretar las dinámicas que producen la crisis y ver cómo se controlan, se atenúan, se combaten o se refuerzan cuando haya que hacerlo. En política económica uno de los objetivos más claros es atenuar los ciclos. Cuando hay bonanzas es difícil vender la idea de que ahí está el comienzo de una crisis. Siempre hay que crecer sanamente y cuando se crece por encima de las posibilidades se está incoando una crisis, eso significa que por ejemplo la gente se endeuda más de lo que puede y al momento de pagar se produce una debacle.
Según eso, ¿no es saludable bajar las tasas de interés? Hay que bajarlas cuando se debe y hay que subirlas cuando se debe. Ahora que veo el comportamiento en detalle de las variables, tengo muy claro que hubiera sido tremendamente perjudicial para la economía colombiana, no haberlas subido cuando el Banco las subió con la crítica incluso del propio Gobierno. Había una serie de tendencias, en la demanda por crédito, por ejemplo, que estaban por encima de lo que la propia economía podía soportar, eso llevó a un crecimiento artificial, y si se seguía alimentando la demanda el golpe hubiera sido mucho más fuerte ahora. ¿Qué tal por ejemplo que esta crisis hubiera encontrado a la economía colombiana sobre endeudada?
Otro tema de interés es la inflación, en los últimos años no se ha cumplido la meta y eso ha afectado la capacidad adquisitiva de los colombianos, ¿ahora cuál es la política? La política es insistir en la meta de inflación, es cierto que no se ha cumplido en la coyuntura y ese era un síntoma de que algo anormal ocurría con la economía colombiana en los años 2006 y 2007, cuando estábamos en la bonanza, por eso el Banco desde mediados del 2006 empezó a subir las tasas de interés, porque entendió que era una bonanza de cierta modo artificial, generada entre otras cosas por el impacto de la demanda venezolana de productos colombianos, por eso el Banco tuvo que apretar, a pesar de la opinión colombiana.
Y muchas veces al Banco va contra la opinión. Tiene que ser así, porque lo que le interesa al Banco es el bien de la nación, no el de un grupo u otro, obviamente se puede equivocar, pero insistiendo en el criterio de garantizar la estabilidad monetaria del peso y un crecimiento sano.
¿Una de las fórmulas para alcanzar la meta de inflación sería bajando el precio de la gasolina? Si se baja el precio de la gasolina hay disponibilidad para gastar en otras cosas, es bastante elemental, pero el Gobierno ha esgrimido un argumento que desde el punto de vista teórico es bueno, y es crear un fondo de estabilización para los momentos en que los precios internacionales crezcan. Habría que examinar si ahora, cuando la economía requiere de oxígeno, se justifica mantener los precios por encima del precio internacional.
Finalmente, ¿se soñaba ser director del Banco de la República? Me toma fuera de base, pero reconozco que para un economista llegar a la junta del Banco es realmente un sueño. Son cosas que Dios le va a mostrando a uno. Es un cambio de sitio pero coherente con mi decisión de vida, que es estar donde pueda pensar en la gente y aportarle al país.