1 de Junio del 2015 | Edición N°: Año 54 N° 1308
Por: Mauricio Antonio Ocampo Flórez | Jefe de la Oficina de Información y Prensa



Bandas sinfónicas, escuelas de cuerdas y escuelas de danzas, de Monguí, Betéitiva, Corrales, El Cocuy, Firavitoba, Iza, Mongua, Oicatá, Sogamoso, Tópaga, Tuta, y Tunja se dieron cita para escuchar, atender y aprender de los estudiantes javerianos.

Cuando  se  bajaron  del  bus  que llevó a los estudiantes de música y profesores de la Facultad de Artes al municipio de Monguí, en Boyacá, se vieron sorprendidos por la música que salía de un lado de la plaza principal.

La sorpresa fue grande, porque siempre son ellos los que  llegan  tocando, pero esta vez los que estaban detrás de los instrumentos eran algunos  de  los  jóvenes de la banda fiestera del municipio que  participarían  durante  ese  puente festivo de las capacitaciones que los javerianos les brindarían.

En  esta  ocasión  383  integrantes  de bandas sinfónicas, escuelas de cuerdas y  escuelas  de  danzas,  de  Monguí  y  11 municipios cercanos se dieron cita para escuchar, atender y aprender de los estudiantes javerianos.

Pero   estas   expediciones  iniciaron 7 años atrás en poblaciones de Caldas, sólo que ahora además  de  bandas,  hay acompañamiento en danzas, cuerdas frotadas y pulsadas.

Aunque  todos  pensarían  que  este  es un  trabajo  únicamente  desde  lo  artístico,  se  equivocaron,  porque  la  Universidad  Javeriana  lo  diseñó  desde  la interdisciplinariedad. En esta ocasión la teología se unió al programa.

“El objetivo es poder tener una experiencia con los estudiantes de Teología y Artes desde la recepción teológica, lo que implica el servicio a los demás, entregar la ciencia al otro y poder llevarlo a  personas  e  instituciones  que  necesitan de nuestro apoyo”, explica el padre Luis Guillermo Sarasa, S.J., profesor de la Facultad de Teología.

Por su parte el maestro Rafael Pérez reconoció  que  este  componente  teológico  les  ofrece  factor  humanístico  a sus estudiantes. “Ellos van por voluntad propia porque estas salidas no dan créditos, nos acompañan por convicción y por las ganas de aportar su conocimiento a las comunidades”.

Caben todos

En esta ocasión la más pequeña participante tenía 4 años y el mayor 68. Las bandas de adultos se sentaron con las infantiles  y  juveniles  en  las  aulas  que el municipio prestó durante ese puente festivo.

33 integrantes de la Banda Sinfónica Javeriana y un estudiante de la Carrera de Artes Visuales, bajo la dirección del Padre Luis Guillermo Sarasa, S.J.; de la maestra Patricia Vanegas, actualmente Directora de la Banda Sinfónica Javeriana; del maestro Daniel Barrera Siabato; del  maestro  Rafael  Pérez  Martínez;  el profesor Ricardo Acero, y la maestra de danzas Dalia Aragón, entre otros, acompañaron en este proyecto a los artistas boyacenses.

“Esos  tres  días  son  impresionantes para la comunidad. Muchos de los niños llegan con sus padres y en algunas ocasiones los alcaldes arriban con las comitivas para conocer de cerca el proyecto, pues  las  bandas  musicales  significan mucho para los municipios”, recalca el maestro Rafael Pérez.

En muchos departamentos como Caldas, la música se convierte en proyecto de vida de estos niños que inician en las bandas a muy corta edad.

“El municipio de Neira nos regaló dos violines  que  pudimos  entregarles  a  los niños en esta expedición. Su alegría era inmensa  porque  la  música  les  llena  el alma”, explica Pérez.

Durante  ese  fin  de  semana  los  in- tegrantes  de  las  bandas  musicales  de Monguí,  Betéitiva,  Corrales,  El  Cocuy, Firavitoba,  Iza,  Mongua,  Oicatá,  Sogamoso, Tópaga, Tuta, y Tunja son amigos y tejen lazos de amistad, a pesar de que en algún momento van a competir entre ellos. De ahí que lo más importante es el amor por lo que hacen, compartir el arte y la competencia pasa a un segun- do plano.

 

Nuevas experiencias

“Para nuestros estudiantes es vivir una experiencia  fuera  del  campus,  conocer la realidad de otros, interactuar con los niños. Más que formación académica es la interacción tanto para los muchachos como para los estudiantes de la Javeriana”, señala Ricardo Acero.

Por  esa  misma  razón,  Daniel  Tovar, uno  de  los  expedicionistas  javerianos, manifestó a sus profesores que esta experiencia le cambió la vida, porque no había tenido la posibilidad de estar cerca a una realidad tan distinta a la del ámbito  citadino.  Acero  lo  resume  algo así  “como  el  Principito  en  la  campana de cristal”.

Los  estudiantes  javerianos  saben  a qué se van a enfrentar y desde la teología reciben las herramientas para enfrentarlo. “El examen de conciencia les transforma  la  vida  a  los  muchachos, saberse  útiles  para  la  sociedad  y  también capaces de entrar en diálogo con la sociedad. Llegar al ser humano de la manera más humana y más divina en el sentido teológico, conociendo su realidad, situación y entregando todo lo que ellos saben”, explica el padre Sarasa.

Como en las anteriores expediciones, la  jornada  terminó  con  una  presentación  en  la  plaza  del  pueblo.  Esta  vez la  banda  agrupo  280  niños.  Los  alumnos de cuerda frotada, pulsada y danza también   hicieron   su   muestra,   mien- tras los habitantes de Monguí con sus aplausos reconocían su esfuerzo.

Al  final  del  encuentro,  cuando  recibieron  el  diploma  de  la  Javeriana  que acreditaba   los   nuevos   conocimientos adquiridos  y  su  entusiasta  participación, se observaron algunas lágrimas en muchos de ellos. Con su total agradecimiento manifestaron sentirse reconocidos y tenidos en cuenta por una de las más prestigiosas universidades del país. Estas razones hacen que estudiantes y profesores busquen la forma de financiar  y  cuadrar  tiempos  para  repetir  la expedición   a   otro   departamento del país.

“Muchos    de    los    niños llegan  con  sus  padres  y en  algunas  ocasiones  los alcaldes  arriban  con  las comitivas para conocer de cerca el proyecto, pues las bandas  musicales  significan mucho para los municipios”.

 

 

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