abril 2017 | Edición N°: año 56, nro. 1326
Por: Hoy en La Javeriana | Pontificia Universidad Javeriana



Aun al momento de dormir se siente el vaivén de la lancha y el sonido del motor circundando las aguas del Guaviare. Ese río, que por decenios fue transporte, despensa, refugio, fue mito y fue barrera para cientos de comunidades que interactuaron con sus aguas, se convirtió por 17 días en la columna vertebral de la Expedición Colombia Ciencia y Paz 2017.Este esfuerzo de indagación colaborativa agrupó centros de investigación de la Universidad Javeriana tales como Semillero de Uso y Conservación de Flora Colombiana de la Facultad de Ciencias; el Semillero de Ecología y Conservación de Anfibios y Reptiles –SECAR- de la Facultad de Estudios Ambientales y Rurales; el Centro de Estudios Sociales y Culturales de la Memoria –CESYCME– y el Centro de Estudios de Ecología Política –CEEP-, ambos de la Facultad de Ciencias Sociales. De igual manera el grupo de investigación en Espacio Tecnología y Participación de la Universidad Nacional de Colombia, el equipo Colombiano de Investigación en Conflicto y Paz –ECICP- y estudiantes en desarrollo de sus tesis de pregrado de la Universidad del Rosario, hicieron parte de esta Expedición que se adentró al corazón de territorios en otrora disputados por la confrontación entre el Estado colombiano, los paramilitares y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia –FARC-EP-. El recorrido partió desde San José del Guaviare (Guaviare) hasta el Raudal de Mapiripana, en el municipio de Mapiripana (Guainía), y circundó los departamentos de Meta y Vichada que limitan al sur con la cuenca navegada. Atravesamos kilómetros de selvas húmedas intercaladas con porciones de sabanas -naturales y transformadas- que conforman el paisaje oculto para la academia tras las regulaciones e imposibilidades de la guerra. Tres líneas de trabajo marcaron las investigaciones: dinámicas ecosistémicas, que recopilaba datos sobre la biodiversidad y estado de los ecosistemas asociados a la cuenca; dinámicas territoriales, interesada en el poblamiento, las relaciones de producción y aquellas que se tejen frente al uso y aprovechamiento de bienes comunes naturales; y la línea de memoria y construcción de paz, encargada del mapeo de la información sobre el conflicto y garantía de derechos sociales. El objetivo fue levantar la primera fase de una línea base sobre el contexto socioecológico del medio y bajo río Guaviare, ofreciendo luces para la implementación de los acuerdos de paz de La Habana. Asotracagua –Asociación de Trabajadores Campesinos del bajo Guaviare- ha logrado recoger por más de 20 años la totalidad de las Juntas de Acción Comunal y algunos cabildos indígenas de la región. Su historia ha estado vinculada al poblamiento de esas selvas y sabanas, motivado por olas de bonanzas económicas y por desplazamiento forzado desde otras zonas del país; también por la resistencia contra el despojo y la violencia paramilitar, que le arrebató la vida a un centenar de líderes que lucharon por el derecho a la permanencia en el territorio y la vida digna.

Hallazgos

Las exploraciones nos mostraron unos bosques conservados, unas Juntas de Acción Comunal con herramientas de ordenamiento poderosas para su defensa y una biodiversidad asociada a los ecosistemas y poblaciones, con maravillas aún por descubrir. Un total de 129 especies de aves fueron registradas por la Expedición con la posibilidad de hallar algunas nuevas. Frente a las dinámicas territoriales, los hallazgos son un entramado de relaciones que nos presentan una urdiembre densa entre sistemas ecológicos y sociales. La presencia de las FARC también reguló las formas en las cuales las poblaciones se relacionaban con su entorno, muchas veces evitando los excesos de extracción de materias primas y otros bienes naturales de la región. La memoria develó las complejidades de lo que la guerra significó en estos territorios, mapeamos hechos dolorosos que marcaron las relaciones sociales de las comunidades afectadas. Observamos como los servicios públicos son tan solo una añoranza en la totalidad de las veredas y cabildos; también como la salud, entendida no solamente como el tratamiento paliativo de enfermedades sino como el conjunto de elementos necesarios para garantizar la vida digna, era allí prácticamente inexistente. Con el ánimo de conocer los proyectos de futuro de las comunidades, nos reunimos con las juntas y los cabildos, para conocer cuáles son sus intenciones y previsiones con el futuro. Esto nos permitió entender de primera mano la voluntad férrea del conjunto de la población afectada por las dinámicas de los cultivos de uso ilícito para sustituirlos de una vez por todas. La Expedición finalizó, después de 17 días, en la asamblea anual de la Asociación de Trabajadores y Productores Campesinos del Bajo Guaviare, en la vereda Guanapalo, de San José del Guaviare. Lo que allí aconteció marcó un hito al interior de los hallazgos de la Expedición. Uno de los aportes importantes de este ejercicio fue identificar la necesidad de reconstruir un tejido y unas relaciones sociales y ecológicas mancilladas por la guerra. En dicha asamblea fuimos testigos de un poderoso ejercicio de reconciliación entre víctimas de los bandos conformados. Campesinos de veredas como Charrasqueras, golpeada por el accionar guerrillero contra el paramilitarismo que allí se asentó, junto con pobladores de Puerto Alvira, cuyos familiares habían sido asesinados por los hombres de alias “Cuchillo”, se encontraron ahora en la recomposición de una asociación cuya principal apuesta es garantizar las condiciones de vida necesarias para el proceso de sustitución de cultivos. Magno ejemplo de resiliencia y reconciliación en medio de selvas que han visto pasar mucho dolor y ahora esperan que en sus aguas transite la esperanza. Los compromisos con las comunidades de la cuenca del río Guaviare continuarán, para ello se pondrá en marcha un Programa de Investigación de cara a la implementación de los acuerdos, que tendrá allí su principal foco de atención. Retornamos con la convicción de que urge una imbricación mucho más sólida entre academia y solución de las problemáticas locales. Reconocemos como avances en ese sentido las labores que facultades como la de Ciencias Sociales de la Universidad Javeriana viene realizando, así como el proceso de regionalización y servicio que han marcado la identidad de la Javeriana en el cumplimiento de sus fines misionales. En este proceso de tránsito para la construcción de la paz territorial, ninguno de los esfuerzos sobra, son un aliciente necesario en regiones como la visitada por la Expedición. Esa sensación de vaivén e inestabilidad que nos quedó de los recorridos por la cuenca del Guaviare es un rezago que nos recuerda la inestable realidad socioecológica en la que estamos parados, pero también hace reiterar nuestro compromiso por asentarnos, con ambos pies, en un contexto que requiere un momento de respiro y sosiego en la paz por construir.