
Importancia de la institucionalidad
El buen funcionamiento de toda organización depende, no solo de la claridad de las normas que la rigen y los recursos con que cuenta para desarrollar su labor, sino especialmente de la preparación y el compromiso de las personas vinculadas a ella. De esta forma, una entidad no queda al vaivén de las circunstancias, cada vez más cambiantes, y de los ‘timonazos’ que de manera reactiva pudieran dar sus directivos y funcionarios; por el contrario, tiene capacidad para sortear con serenidad las crisis, sin perder el rumbo o verse obligada a detener su marcha. Es en esos momentos cuando se pone a prueba la institucionalidad. Si todos sus miembros permanecen unidos en torno a los objetivos e ideales que comparten, cada uno al frente de sus deberes particulares, atentos a nuevas directrices, a las medidas de excepción y los ajustes que se hacen necesarios para asegurar la continuidad de las actividades regulares, las entidades pueden salir adelante, fortalecidas por la experiencia y las lecciones aprendidas. No en vano se afirma que en las crisis, junto a los peligros, siempre surgen oportunidades.
Cuando se habla de institucionalidad se hace referencia a una cualidad que, a lo largo de su historia, adquieren en mayor o menor grado las organizaciones o entidades constituidas en la sociedad, que pueden ser nacionales o internacionales, según su ámbito de acción se limite solamente a un país o se relacione con diferentes estados. Creadas con fines y naturalezas muy diversas, las instituciones pueden ser públicas o privadas, lo mismo que políticas, militares, educativas, religiosas, entre otras más. De esta manera, se crea el entramado de un tejido social que sirve de soporte para la vida de los ciudadanos. Se podría decir que, así como en un país es fundamental el nivel de desarrollo y la solidez de sus instituciones, en una entidad lo es el grado que alcance su institucionalidad.
Muy conocida es la frase del político y hombre de negocios francés Jean Monnet (1888-1979), “los hombres pasan, pero las instituciones quedan”. Sin embargo, se olvida que el autor completó su planteamiento con la siguiente premisa: “nada se puede hacer sin las personas, pero nada subsiste sin instituciones”. En efecto, ese indisoluble vínculo entre personas e instituciones, entre transitoriedad y permanencia, nos ilustra sobre el valor que tiene la perspectiva institucional. Por lo general, una institución se crea teniendo en mente que perdurará, que sobrevivirá a sus fundadores y que en manos de las nuevas generaciones y frente a circunstancias diferentes, continuará dando cumplimiento a sus objetivos y renovando su vigencia.
Lo que ha sucedido en el mundo durante los últimos meses a causa del brote del coronavirus y su acelerada expansión por diversos países, ha puesto a prueba la institucionalidad de todo tipo de entidades y organizaciones. No es fácil prepararse para los imprevistos, para enfrentar un enemigo desconocido que no sabemos exactamente cómo actúa ni por cuánto tiempo estará afectando el escenario de nuestra vida; y el asunto cobra aún mayor relevancia, si consideramos que tal vez ese enemigo, como se ha dicho, ha llegado para quedarse, y, por lo tanto, no podremos esperar que pase la tormenta y retorne la llamada normalidad. Es así como debemos reconocer que el mundo ha cambiado, que se han establecido nuevas formas de comportamiento social y que los recursos tecnológicos han adquirido un protagonismo mayor en diversos ámbitos de la vida cotidiana.
Así como en un país es fundamental el nivel de desarrollo y la solidez de sus instituciones, en una entidad lo es el grado que alcance su institucionalidad.
En la Javeriana, una institución que completa en este año 2020 nueve décadas de labores en el periodo contemporáneo de su historia, la institucionalidad también ha sido puesta a prueba. Pasados estos primeros meses, en que modificamos con diligencia y prontitud nuestras actividades de acuerdo con las imperiosas medidas de confinamiento, podemos dar un parte de tranquilidad. Nuestra respuesta ha sido positiva: pudimos concluir prácticamente el semestre de una manera que no habíamos imaginado al comenzar el periodo académico; y esto fue posible gracias al esfuerzo de todos los miembros de la comunidad educativa. Estábamos preparados y seguimos preparándonos para asegurar la continuidad del desarrollo institucional en un contexto diferente.
Vamos bien y, Dios mediante, continuaremos prestando el encomiable servicio al país que nos hemos propuesto. Es verdad que nos ha tocado enfrentar una crisis sin precedentes y también lo es que gracias al trabajo que hemos realizado nosotros y quienes nos han precedido en estos 90 años, podemos hoy estar aquí haciendo realidad los sueños de los colombianos y creando los cimientos de un promisorio porvenir. Con responsabilidad seguiremos atendiendo todos nuestros compromisos, haciendo los ajustes que las circunstancias nos imponen para garantizar la seguridad de los javerianos, lo mismo que la institucionalidad de la Universidad. Es así como seguiremos sembrando semillas de esperanza en el mundo.