
Oportunidades de la educación superior en el pos-covid19

Campinas (Brasil) y Liz Reisberg investigadora del Centro de Educación Internacional del Boston College (Estados Unidos).
En un panel online realizado el 5 de agosto se dieron cita los representantes de tres instituciones de Latinoamérica y Estados Unidos: el P. Jorge Humberto Peláez, S.J., rector de la Universidad Javeriana (Colombia); Marcelo Knobel, rector de la Universidad Estatal de Campinas (Brasil) y Liz Reisberg investigadora del Centro de Educación Internacional del Boston College (Estados Unidos), para reflexionar sobre el presente y el futuro de la educación superior a la luz de los beneficios y los desafíos que impuso el coronavirus a las comunidades universitarias en el mundo.
El encuentro titulado “Educación superior y su desarrollo en la era poscovid-19” abrió espacio de cuestionamiento, balance y proposición académica sobre el manejo de la crisis financiera universitaria, la tasa de deserción estudiantil, la garantía de acceso a los jóvenes en condiciones más vulnerables, así como la necesidad de tender puentes entre disciplinas para modelar
un nuevo sistema de educación superior que se adapte a las necesidades de las nuevas generaciones en el mundo moderno.
EL distanciamiento social puso las herramientas digitales al servicio de la investigación y el beneficio comunitario.
Quedó manifiesto que en medio de una sociedad que tiende cada vez más a la digitalización, a la inmediatez y a la transformación constante, la educación debe contemplarse en alianzas para lograr que el estudiante adquiera, como sucede en la vida real, una visión holísitica de su profesión para afrontar el mercado global. Sin embargo, en la región existen falencias en el modelo de educación superior: la poca experimentación y la falta de interdisciplinariedad de los pensums profesionales son el resultado de que “muchos sistemas de acreditación en América Latina obligan a que estas cumplan normas y estructuras rígidas en el diseño de las carreras universitarias”, expresó Reisberg, lo que resultaría en una estandarización y consecuente estancamiento para la formación de profesionales en comparación con los sistemas de otras partes del mundo.
Así, la importancia no reposa únicamente en establecer programas integradores entre campos de estudio sino en relacionar las aulas con los desarrollos tecnológicos. Pues uno de los beneficios del distanciamiento social, a la vez de ser un gran reto, estuvo en poner las herramientas digitales al servicio de la investigación y el beneficio comunitario. Hecho que en el caso de la Universidad Estatal de Campinas significó garantizar el acceso a los jóvenes en condiciones económicas más vulnerables, a internet y equipos y la continuidad de sus procesos formativos en concordancia con el resto de sus compañeros.
Si bien la experimentación, la interdisciplinariedad y la digitalización son las oportunidades para pensar un modelo educativo acorde a las necesidades del futuro, no podrían articularse sin una institucionalidad sólida que asegure calidad y que tenga la capacidad de resolver momentos críticos de la coyuntura con mecanismos que salvaguarden el bienestar estudiantil.
“La pandemia ha puesto en evidencia problemas crónicos que tienen nuestros países y que ahora se han mostrado en toda su crudeza. Necesitamos que los grupos de investigación estén focalizados en la solución de esos problemas y en la formulación de políticas públicas”, aseguró el P. Jorge Humberto Peláez, S.J. quien agregó que frente a una crisis de múltiples aristas como la actual se necesita una doble mirada que otorga “una comunidad universitaria comprometida con unos objetivos y con un proyecto educativo claro”.