Está próximo a concluir el Año sacerdotal que Benedicto XVI convocó con el fin de “favorecer la tensión de los sacerdotes hacia la perfección espiritual de la que sobre todo depende la eficacia de su ministerio”. Con este breve planteamiento el santo padre ha recordado la importancia que para el sacerdocio tiene en particular la espiritualidad, su cuidado y desarrollo, sus implicaciones directas en la vida y la labor de los hombres que Dios ha escogido, que han aceptado su llamado y se han consagrado a su servicio con todas las potencialidades y limitaciones inherentes a la naturaleza humana. Este empeño extraordinario de un hombre concreto, que de esta forma asume un rol destacado en la sociedad, en medio de[…]