Junio 1980 | Edición N°: Año 19 No. 706
Por: Facultad de Comunicación Social Año 19 No. 697 | Pontificia Universidad Javeriana



De ordinario, el 18 de octubre se daba comienzo a las clases. En esta ocasión, dadas las circunstancias, hubo de aplazarse un par de meses, y el día de año nuevo se dio principio a las lecciones de latinidad con una oración que hizo el maestro. Acudieran setenta discípulos casi todos principales». Ese mismo año(1605) el arzobispo confiaba a los Jesuitas su nuevo Seminario de San Bartolomé, que se unió al Colegio. El célebre Padre Dadey con un elocuente discurso abri6 los estudios. Asistieron las autoridades civiles, eclesiásticas y numeroso público.

Cada año, sin embargo, fueron añadiéndose nuevas asignaturas: primero gramática, humanidades y retórica, luego filosofía (8) y después teología (1612), es decir, el ciclo completo de los estudios de entonces, como para que el Colegio aspirara a llegar a la categoría de Universidad y conferir grados. Lo cual en realidad no era tan fácil . Los Padres dominicos lo habían intentado con su recién fundado colegio de Santo Tomas, mas la corte se mostraba ausente. Los Jesuitas ensayaron otro carnina como la Santa Sede les había otorgado privilegio de conferir grados de filosofía y teología, pidieron al rey esa misma facultad para este colegio. El Padre Aguaviva ya había otorgado la licencia al Provincial, previa la aprobación de los ministros del rey. En 1613 el Rector P. Francisco de Victoria instaba en la petición, y acompañaba la demanda con una recomendación del arzobispo y otra de la Real Audiencia. Pero todo fue en vano. Porque Madrid procedía con prudente lentitud. ‘ ‘No conviene escribir el monarca hacer novedad en esto por ágora» Sin embargo, para gr-aduar alumnos, «la más cercana universidad, la de Lima, estaba a quinientas leguas de distancia , escribían los Jesuitas.

Felipe III, con todo, concedi6 la gracia a los colegios de Filipinas, Chile, Tucumán y el Nuevo Reino. Sólo que para este último se denegaba la pretensi6n de ser Universidad, concediendo sí el graduarse como si hubieran hecho estudios en otras Universidades.

Una vez más, y otra, de 1614 a 161C acudían los Jesuitas al Consejo de Indias para la resolución definitiva del negocio. Por Fin su majestad acogió la petici6n, con la advertencia de que se concediera lo mismo a los Padres Dominicos. Ordenó, pues, a su Embajador en Roma, cardenal Gaspar Borja y de Velasco, suplicase a Su Santidad concediese» a los Colegios de la Compañía de Jesús en las Provincias ultramarinas la Facultad de dar grados» , e igual cosa se diese a los Padres Predicadores.

Paulo V accedió a las preces (1619), sólo que con de lugar en cuanto que tales colegios distaran doscientas millas de las universidades públicas, luego de tiempo, a por un periodo de diez años y, finalmente, de validez, pues los grados no tendrían valor fuera de las Indias. NO agradaron al rey tales Ilimitaciones. Insistió (24 de Agosto de g), y obtuvo del nuevo Pontífice Gregorio XV un breve (In Supereminenti, 8 de Agosto de 1621), que ampliaba el de su antecesor y daba valor universal a los de los Jesuitas, aún cuando todavía solo por diez años.