Cátedra Unesco de Comunicación

Comunicación, información y lenguajes en tiempos de pandemia

Cátedra Unesco de Comunicaciones 2020

ISBN: 978-958-781-870-3    |    DOI: https://doi.org/10.11144/Javeriana.9789587818703
Cómo citar este libro: Pereira, J. M. y Gutiérrez, G. E (eds.). (2023). Comunicación, información y lenguajes en tiempos de pandemia. Cátedra Unesco de Comunicación 2020. Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana.

Otros lenguajes en la escuela

Diana Marcela Méndez Gómez1Estudiante de doctorado en Ciencias de la Educación. Magíster en Docencia. Especialista en Alta Gerencia del Talento Humano. Trabajadora social. Directiva docente, coordinadora, Secretaría de Educación Distrital. Contacto: demarcem@gmail.com

Resumen

Bajo la influencia de occidente la escuela ha privilegiado el lenguaje escrito, y, en menor proporción, el oral, en sus procesos de enseñanza-aprendizaje, así como en las comunicaciones entre los diferentes estamentos de la comunidad educativa. La emergencia sanitaria del covid-19 ha propiciado el reconocimiento de otros lenguajes a partir de experiencias en desarrollo que maestras y maestros lideran en sus territorios.

En una apuesta por la visibilización de esos otros lenguajes, las redes y colectivos como Chisua juegan un papel esencial para darle, además de voces y rostros, una interpretación en colectivo a la relación que en esas prácticas se teje entre comunicación, información y lenguaje en educación.

Este ejercicio pretende dar a conocer algunas de esas aproximaciones desde la perspectiva de la Gestión Directiva, resultado de esas jornadas de encuentros que han girado en torno a la identificación de impactos, convergencias y la emergencia de maestras y maestros como los verdaderos héroes en el contexto de esta crisis multidimensional que se está viviendo desde marzo de 2020. Crisis que ha conducido, entre otras cosas, a la ruptura entre el espacio público y privado de maestras y maestros que en diferentes escenarios urbanos, rurales y territoriales ejercen su papel en los diferentes niveles (preescolar, primaria, áreas especializadas, orientadores y/o directivos) y quienes han convertido sus hogares en todo un escenario especial para la enseñanza y el aprendizaje.

Con un compromiso desbordante de vocación, pasión y ética han desarrollado toda una amalgama de saberes, talentos, capacidades y potencialidades que pretenden minimizar, más que superar, las limitaciones en el acceso a tic de varios de sus estudiantes, así como reducir tensiones entre el ejercicio profesional, el rol familiar y la salud psicoemocional que la situación ha puesto de manifiesto.

¿Es posible fortalecer otros lenguajes en la escuela en tiempos de pandemia? Este es el interrogante por responder desde esta experiencia de tejido personal y en Red.

Palabras clave: información, lenguajes, educación y redes —maestras y maestros—.

Otros lenguajes en la escuela constituye una experiencia que combina los elementos de una moneda: la cara, la cruz y el borde, desde una perspectiva que rompe el esquema tradicional de la mirada dicotómica de la situación educativa, de por sí compleja, y que el tiempo de pandemia ha conducido a mayores estados de conciencia sobre las relaciones de comunicación, información y lenguaje. En consecuencia, la experiencia se circunscribe en dos escenarios de intervención: el escenario escolar donde realizo mi labor como coordinadora y lo que ha significado el proceso de coordinación, apoyo y acompañamiento a maestras y maestros de la jornada de la mañana en Paulo VI ied, mediante la estrategia “Aprende en casa”, la participación en dos procesos de investigación con la Red Chisua durante este tiempo y el impacto que ha tenido en cuanto a pensar y hacer la coordinación en, desde y para la escuela.

En su orden, la experiencia integra lo local en la institución educativa de carácter público urbano mencionada (la cara de la moneda). Por su parte, las experiencias de investigación en la Red Chisua en torno a procesos en el marco de estudios posgraduales de maestría (la cruz de la moneda), que permite ver esas relaciones, conexiones y alianzas valiosas, esos procesos para resignificar la práctica docente a partir del diálogo, la interlocución, el lenguaje académico, pero también del lenguaje desde el “colegaje” y las vivencias que convergen y divergen constituyéndose en posibilitadoras del crecimiento y transformación en términos académicos, profesionales y personales. El borde de la moneda hace referencia a la experiencia investigativa en la Red en el doctorado y que permitió además del encuentro semanal, el vernos dentro de un sistema de complejidades, políticas educativas, influencia de organismos internacionales y presencia de las familias en los procesos de enseñanza-aprendizaje, presencia que más que pedir muchas veces se exigió en la escuela y sin la cual todo este proceso que implicó la educación a distancia, remota y en pocos casos virtual, hubiera sido prácticamente imposible realizar.

Como antecedentes vemos el agobio al que la incertidumbre nos condujo con una necesidad imperante de “información” que, por supuesto, ningún medio de comunicación poseía, que los padres y los docentes demandaban de manera apremiante e instantánea y que los directivos docentes (rectores o coordinadores) de las instituciones educativas públicas y privadas no solo de Colombia, sino del mundo, empezábamos a tratar de digerir para transmitirla con la mayor claridad, de manera fidedigna y fiel cuando salía un comunicado con una información totalmente alejada de la versión anterior. En esos momentos, el lenguaje de la calma se constituye en un elemento de vital importancia, el no dejarse llevar por la presión imperante y reconocer la fragilidad que, independientemente del papel desempeñado en la escuela, sigue siendo nuestra característica esencial. Entre otras cosas, porque esa ha sido básicamente la finalidad de estos tiempos de pandemia, recordárnosla por encima de los avances tecnológicos y científicos, de esa cuarta revolución industrial de la cual se empieza a ser consciente y se incorpora a un ritmo más lento que en los otros contextos a los que la globalidad le demanda.

El colegio Paulo VI ied se encuentra ubicado en el corazón de la localidad de Kennedy, caracterizada de ser, junto con Ciudad Bolívar, la mayor receptora de población desplazada como parte del conflicto interno armado en el país durante los últimos 15 años, así como de contar en la actualidad con la mayor población inmigrante proveniente de Venezuela. Kennedy fue una de las localidades más afectadas de Bogotá.

Surge así la necesidad de reconocer el papel del lenguaje emocional en la escuela y en la vida general, el cual históricamente estuvo supeditado a la sobredimensión de la racionalidad y el pensamiento positivista, que no contemplaba la idea de la trayectoria escolar2La trayectoria escolar ha cobrado relevancia en los últimos años, ya que implica una comprensión holística del entorno de niñas, niños, adolescentes y jóvenes y, en consecuencia, la respuesta oportuna de garantizar espacios o ambientes para el efectivo goce de sus derechos y libertades. Su análisis permite, entre otros, entender elementos tales como la construcción de la subjetividad de cada individuo, es decir, la forma en la que el sujeto percibe e interpreta los fenómenos que se le presentan, los cuales posteriormente se traducen en toma de decisiones y acciones que determinan los futuros escenarios en los que puede encontrarse (Méndez Gómez, 2020, p. 3)..

Precisamente, algo que ha conseguido estos tiempos de pandemia ha sido el reconocimiento de la fragilidad de los maestros, o mejor aún, de nuestra humanidad, permitiendo la conciencia y diferenciación entre el desarrollo de procesos de pensamiento en la escuela y la transmisión de información en la educación como acto comunicativo por excelencia. Demostrando que sin emociones definitivamente no se es, no se decide, no se piensa y, en consecuencia, no se hace. Es decir, un reconocimiento del lenguaje de la emoción transitando en esas relaciones de comunicación, información y lenguaje de las cuales la escuela no ha estado ni estará ajena.

No hay tiempo para muchas cosas y, más allá del reloj, se hace indispensable en estos tiempos atender al lenguaje de la corporeidad y la corporalidad, ese que tiene incorporado el plano cartesiano que combina el tiempo cronológico como lo conocemos: pasado, presente y futuro y ese que concibe el estado de Buen Vivir y Bienestar que los afanes procuran anular hasta para la primordial necesidad asociada con el riñón, la de orinar, y que en la escuela, maestras, maestros y directivos solemos ignorar con gran facilidad hasta que otros temas de enfermedad se hacen presentes y evidentes. Tradicionalmente, el lenguaje del cuerpo ha quedado por fuera de la escuela, la sociedad occidental a la que históricamente le hemos copiado los “modelos educativos”, en los cuales nos hemos “endeudado” a través de empréstitos y con los cuales hemos adquirido “compromisos de desarrollo, calidad y superación de la pobreza”, sin ahondar generalmente el tema de las estructuras.

La distancia manifiesta y evidente ha hecho más allá que quitar los rostros y los gestos de las escenas cotidianas, esos que en las culturas orientales y mesoamericanas son muy valorados por cuanto “hablan más que las palabras”. En el tiempo de Semana Santa surge la necesidad de reflexionar con los docentes a mi cargo en torno a lo que había significado hasta entonces la experiencia de convertir el escenario de la casa en el mismo escenario para planear, evaluar, enseñar, acompañar, orientar y qué era lo que se extrañaba de la presencialidad de la escuela. En otras palabras, mirar el impacto en sus vidas en tiempos de pandemia, de los cambios y las transformaciones más allá del plan de estudio, los contenidos y el lenguaje del currículo.

El énfasis en el proceso de acompañamiento de la estrategia con los docentes paulistas de la jornada de la mañana estuvo encaminado hacia la comunicación y la información, como se mencionó, realizarlo desde la humanidad, desde el reconocimiento de las individualidades, del respeto, con una actitud tranquila, al estilo del shalom o de aquella paz que sobrepasa todo entendimiento, toda incertidumbre y toda híperdesinformacion que los medios de comunicación y las redes estaban a la vuelta de la esquina en el segundo a segundo. Acá no valen los títulos, ni la experiencia académica o laboral que se posea porque aquel que se considera como el más fuerte del grupo de directivos, en el momento menos pensado estalla en llanto para reconocer su impotencia y que se es directivo por algo más que “hacerles la vida a cuadritos” a los colegas que hoy siguen su labor desde las aulas. La sinergia cada vez se creaba más relevante entre los equipos de gestión directiva, el lenguaje asertivo, claro y directo esencial, conjugado con la posibilidad de mirar los rostros, las expresiones, ese lenguaje no verbal que muchas veces se ignora por el hecho de darse por sentado por ser parte de nuestra cotidianidad.

Los tiempos de pandemia permitieron sacar lo mejor de maestras y maestros que se han formado en varios escenarios, desde las normales algo extintas, las licenciaturas, hasta de profesiones diferentes, como en mi caso, que la trayectoria de vida3Representa las diversas dimensiones en las que se desenvuelve la vida de un sujeto (escolaridad, trabajo, familia, etc.) la cual permanece compuesta por una variedad de trayectorias que entrelazadas o entretejidas conforman su “trayectoria vital o curso de vida”. nos fue conduciendo a este escenario difícil, pero maravilloso de la educación pública. Lo mejor del gremio docente se ha puesto en escena, la capacidad de resiliencia, su poder de antifragilidad, su entrega por la infancia, sus miedos y temores frente al cuidado de menores y adultos mayores a su cargo, pero también su impotencia para garantizar una educación de calidad para la población menos favorecida quien es la que generalmente ocupa las plazas de la educación pública en los diferentes contextos educativos urbanos y rurales de Bogotá, así como también de otros territorios de Colombia, América Latina y el Caribe y, por qué no mencionarlo, de países europeos como España e Italia. En este momento histórico, como gremio, hemos visto la importancia y valor de pertenecer a las redes, de establecer alianzas, asociaciones, de apoyarnos en la escucha y la empatía, crear estrategias como Amigas Apoyando Amigas, de la cual ya se tendrá ocasión de compartirles, entre otras cosas; la pandemia, como toda crisis, ha permitido sacar lo mejor de maestros y maestras en diferentes latitudes, en otras palabras, ha puesto en evidencia las capacidades desarrolladas4Nussbaum sostiene que para poder utilizar los sentidos, la imaginación, el pensamiento y el razonamiento, y hacerlo de un modo verdaderamente humano, se requiere un modo formado y cultivado por una educación, que vaya más allá de la alfabetización y la formación matemática y científica básica. Se requiere de una educación que forme para la realización de una vida humana longeva y saludable y que merezca ser vivida, una vida con salud e integridad física plena; una vida con emociones que permita sentir apego a cosas o personas externas a nosotros mismos, amar a quienes nos aman y que nos duela su ausencia, inclusive sentir indignación por causas justificadas y defender las formas de asociación humana que nos posibilitan la vida con mayores capacidades..

En concordancia, la participación en la investigación “Memorias de paz: subjetividades de docentes que desarrollan experiencias educativas para gestar cultura de paz” tuvo énfasis en el valor innegable de la memoria en la configuración como maestra, permitió ver como encajaban una a una las fichas del rompecabezas al estilo de un versado en la materia de armar, componer y recomponer, su tinte a partir de entrevistas personales y de encuentros grupales con compas de la Red en torno a esas experiencias de paz que coincidíamos en el horario para el encuentro, obviamente virtual. “La constitución de la subjetividad implica que el sujeto posee herramientas que le permiten reorganizar sus representaciones acerca de sí mismo, de los otros y de su lugar en la sociedad” (Briuoli, 2007, p. 82).

Por otra parte, la investigación sobre la relación comunicación-educación fue un escenario que permitió conectar los hilos y armar un tejido al estilo del mejor tapiz latinoamericano donde se unieron momentos de convergencia y divergencia, un escenario gratificante para intercambiar experiencias en otros escenarios. Desde un lenguaje familiar con una envergadura y trascendencia que condujo a la participación en la cátedra Unesco 2020 en la mesa prácticamente direccionada por la Red y en la que se compartieron varias experiencias en tiempos de pandemia.

Las investigaciones en las que participé durante 2020 en este escenario de convite, reflexión y construcción pedagógica de esta Red Chisua, que es un vocablo muisca significa mochila, se convirtieron en una serie de entramados y tejidos que evocaron en mi memoria los dos momentos más significativos y trascendentales de mi vida, dados al mismo tiempo por las dos mujeres que han influenciado mi subjetividad a flor de piel; mi abuela materna, quien me adentró a la edad de siete años en las lides del tejido, y mi mamá, maestra Victoria, quien me condujo al fantástico y maravilloso mundo de la lectura y la escritura a través de la cartilla que llevaba su nombre. Recién me adentré en los vericuetos del origen de la red y su modelado en el tiempo, en ese mundo de nudos y desenredos que se fueron dando en una investigación de maestría y otra de doctorado. Participar en estos entramados fue una apuesta para abandonar las seguridades, adentrándose hacia la incertidumbre de los propios pensamientos, realizar un recorrido por nuestra trayectoria en nuestras configuraciones como maestra, orientadora y directiva, de esas raíces de los taitas y las nonas, de esas conjugaciones entre ser hablante, oyente, lectora y destinataria y pasar al ámbito de la creadora, la productora con una narrativa que pone sobre el tapete esas otras voces del trasegar en el aula. En el ejercicio de la responsabilidad sin la cual no es posible la corresponsabilidad y al igual que en una emergencia de un vuelo entre la más tremenda turbulencia, se debe atender primero a sí mismo para tener todas las condiciones necesarias de atender a las, los y les.

De esas apuestas de lo que se tiene y se requiere en la Red surgen estas iniciativas investigativas, que se van uniendo a la vinculación de estudiantes en formación, así como de estudiantes de posgrado, que de alguna manera en diferentes escenarios académicos van conociendo su trabajo y que, como yo, deciden hacer una apuesta para dejar el trabajo en solitario y apuntarle al tejido en red, en colectivo, que una, que anide, que sobreponga el derecho a la memoria, a la comunicación y a la dignificación por encima de los derechos fragmentarios, individualistas y competitivos que la globalización marca y enfatiza día a día a través de las redes, de los medios de comunicación y, por qué no decirlo, de los mismos procesos gestados en y desde la escuelas.

Es tal el impacto de estos escenarios en la emergencia y el resurgir de otros lenguajes en la escuela, que quienes llegan en calidad de “pasantes” se convierten en “quedantes” en estos escenarios y espacios territoriales; quienes culminan sus procesos de investigación en la Red Chisua se resisten a las despedidas y quienes hacen parte de apuestas internacionales, como la del II Seminario Internacional Redes de Conocimiento, Escuela e Interdisciplina, abogan por próximas versiones en las que puedan estar tras bambalinas, en la organización, en las relatorías, en las conducciones, ser partícipes de esos escenarios que nutren y nos empoderan en la labor.

Quizás, o mejor aún, sin lugar a dudas, estos escenarios son lo más parecido que tenemos a una familia “sana” que nos acoge, nos brinda los elementos necesarios para enfrentar las vicisitudes del mundo o las “urgencias lloradas”5Expresiones utilizadas por los maestros Martínez et al. (1999), en su investigación documental sobre un maestro en la Colombia colonial que se da a la tarea de producir un manual para la enseñanza de la matemática con todo y lo que esa aventura implicó. como planteará Joseph de Torres (maestro de la época colonial en el territorio colombiano, escritor de una cartilla y reivindicador de los derechos mínimos del gremio como el pago a tiempo de las “dispensas”, el reconocimiento de su “calidad de maestro” y de “productor y generador de conocimiento”), historia que nos permite recuperar la ilusión para extender las alas y volar y continuar el camino aún en medio de la incertidumbre, los retos y desafíos que sin importar la época y el contexto parecen ser una impronta en la vida de maestros y maestras, nos recuerda las aventuras a la hora de decidirse a escribir, reseñar, sistematizar, producir intelectualmente o presentar una ponencia.

Reflexionar sobre la importancia y el valor de los procesos fue algo que se configuró como la dieta balanceada y exquisitamente nutritiva, acompañada de nuevos olores, colores y sabores que dieron sentido incluso a esos sinsentidos antes transitados y permitieron reconocer que siempre se ha estado en el lugar indicado. Además de estos escenarios de investigación sobre los lenguajes en la red y sobre las configuraciones subjetivas de maestras y maestros que hemos desarrollado experiencias significativas en torno a la cultura de paz en los diferentes territorios escolares desde hace algunos años, constituye otro lenguaje en la escuela, el de la reflexión, el de tejer y destejer en esa pedagogía como el arte que me cambió la vida para vivir la vida misma y hacerla ver y vivir como el maravilloso regalo más allá del hacer e incluso del saber. En donde el protagonista en todo caso ha sido el ser, manifestado en la conciencia y la emoción. Estos, expresados en el lenguaje de los afectos, los abrazos, la esperanza y las sonrisas que en la cotidianidad han dado a la escuela una posición de cultora de paz.

Los tiempos de pandemia, han permitido en este proceso la relatoría, la escritura, donde se plasma la sistematización y la memoria de la experiencia con unas voces no convencionales, menos académicas y un poco más narrativas. Son memorias desde la fibra, desde la chispa, desde la magia que implica la vida misma, una posibilidad de escribir desde sí mismos, desde ese orientar, facilitar, liderar y acompañar estos procesos con maestras y maestros, unidos a la participación en procesos donde somos mentoreadas, orientadas, acompañadas, lideradas y sentimos que se facilita ese resignificar y dignificar nuestra labor. En este punto, se integra nuestra experiencia de trabajo con la Red Chisua, una red de “maestros de a pie”, como la denomina Ana Brizet Ramírez Cabanzo, una de sus fundadoras.

Esas alianzas, por llamarlas de alguna manera cruz y borde, permiten mirar desde otras perspectivas y con otros lentes esa cotidianidad en la escuela en calidad de directiva docente coordinadora, a la vez que nos concientizan sobre esos otros lenguajes que emergen en la escuela y que los tiempos de pandemia nos han permitido ver, reconocer, consensuar y valorar aún en la ausencia de la presencialidad y la distancia de la corporalidad que ello ha implicado. El lenguaje de la conciencia de que, no obstante, los avances científicos y tecnológicos de esta cuarta revolución industrial en la que estamos inmersos en medio de esta pandemia, revivió el reconocer no lo que sabemos, sino lo que aún nos queda por descubrir.

“Después de todo he comprendido que lo que el árbol tiene de florido es resultado de lo que tiene de sepultado” (Méndez-Gómez, 2020; sed, 2017).

Referencias

Briuoli, N. (2007). La construcción de la subjetividad. El impacto de las políticas sociales. haol, 13, 81-88.

Méndez, D. M. (2020). No pierda la paz: coordenadas. Educación para el Siglo xxi: Corporeidad, bienestar y socioemocionalidad. Maestros y Maestras que inspiran 2020. Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico (idep). https://repositrio.idep.edu.co/handle/001/2386

Martínez, A., Castro, O. y Noguera, C. (1999). Maestro, escuela y vida cotidiana en Santafé colonial. Sociedad Colombiana de Pedagogía.