Hoy en la Javeriana: Gerardo Remolina testimonio verdadero hombre de Universidad - Hoy en la Javeriana

Gerardo Remolina: Testimonio de un verdadero hombre de Universidad
Luis Fernando Múnera Congote, S.J.
El Padre Gerardo Remolina, S.J., como un gran árbol, dio cobijo y sombrío a todo el que pasaba a su lado, con su escucha atenta y sus palabras sabias y esparció generosamente semillas de vida, gracias a su trabajo cuidadoso, arduo y consagrado como jesuita, sacerdote y hombre de Universidad.
Como jesuita, tuvo grandes responsabilidades que llevó a cabo con discernimiento, entrega y profundidad. Uno de sus grandes aportes fue acompañar muchos grupos de jóvenes jesuitas en la formación. Quienes tuvimos la fortuna de tenerlo como formador y profesor, recordamos su coherencia y rectitud, el deseo genuino de actuar con justicia, el esfuerzo por escuchar y entender, para que cada uno pudiera desplegar su espíritu y dar lo mejor de sí.
Su vocación la desarrolló con excelencia en el apostolado intelectual y universitario, sensible y comprometido con el país, en distintos espacios, entre ellos la Rectoría de nuestra Universidad. En la Introducción a su libro Memorias de una vigía, escribió que los nueve años como Rector fueron una de las experiencias más bellas y apasionantes de su vida; fueron años que, en sus palabras, “enriquecieron no solo mi intelecto, sino también mi corazón y mi sensibilidad”.
El padre Gerardo Remolina, S.J., fue un verdadero hombre de universidad. Tenía muy claro que la “sed inagotable del ser humano por conocer encuentra su mejor campo de realización en la universidad ´como universo de saber´”. Nos enseñó a entender que la universidad, en especial la Javeriana, debía “extremarse en la búsqueda y constitución de ciencias que toquen la realidad del país para ayudar a transformarla de una manera inteligente y eficaz”, y contagió con esta idea a toda una comunidad educativa que encontró en él una fuente permanente de inspiración, sensibilidad y sabiduría.
Vivió a plenitud la vida universitaria e hizo del ejercicio de escribir una labor cotidiana; un oficio al que se dedicó con disciplina, claridad y rigor. Sus libros, artículos, conferencias y ensayos en los que plasmó su pensamiento, su compromiso y su visión de la universidad y la sociedad, sin duda serán revisitados por las nuevas generaciones dedicadas a la noble labor de educar, investigar y servir.
Con gran sensibilidad nos ayudó a entender que la Javeriana es una comunidad de seres humanos que piensan, crean, debaten y se apoyan mutuamente, cultivando la ética del cuidado y promoviendo una atmósfera propicia para la formación de ciudadanos críticos, autónomos y comprometidos.
A sus reflexiones sobre la labor del maestro deberíamos volver con frecuencia: “Maestro es quien sabe llegar al corazón de su discípulo y contribuye así a convertir en universal su saber”, “El verdadero maestro educa y forma para la vida auténtica, es decir, para la verdad y la libertad. Por ello, él mismo ha de ser un modelo de libertad para sus discípulos”, “Un profesor transmite conocimientos, un maestro transmite vida y deja en sus discípulos una huella profunda e imborrable”, y preguntarnos cuánto nos vemos reflejados en ese ideal que solía compartir en sus diálogos con la comunidad javeriana.
Hoy, cuando la institución universitaria enfrenta profundas transformaciones, el pensamiento del padre Remolina, sus actitudes, sus gestos y su testimonio de vida cobran nuevo significado y nos invitan a reafirmar nuestro compromiso de ser una universidad de excelencia profundamente humanista.