Hoy en la Javeriana: Colombia un país de extremos La Niña y El Niño - Hoy en la Javeriana

Colombia, un país de extremos: La Niña y El Niño
María Cristina Arenas, PhD, y Juan C. Benavides, PhD profesores de la Facultad de Estudios Ambientales y Rurales
Colombia, es un país reconocido por su diversidad geográfica y climática, en el que los fenómenos de El Niño y La Niña juegan un papel crucial en sus ecosistemas y en la vida de millones de personas.
Desde finales del año 2023 y el primer trimestre del 2024, Colombia experimentó el paso de un viejo conocido: El Niño. Este fenómeno climático, trajo consigo un período de sequía y altas temperaturas en diferentes regiones de Colombia: la zona Caribe alcanzó temperaturas de 40 °C, Bogotá de 20 °C, Medellín de 30 °C y Cali de 35 °C, según datos reportados por IDEAM. Asimismo, el país experimentó un déficit en las precipitaciones, afectando principalmente las regiones Andina y Caribe, lo que dejo a ciudades como Bogotá con bajos niveles de agua en sus embalses. Los datos de precipitación recopilados durante este período muestran una disminución entre el 10% y el 30% en comparación con años anteriores. Sin embargo, en las regiones Caribe, Andina y Pacífica, los registros de lluvias estuvieron entre el 10% y el 60% por debajo de los promedios históricos (entre 1991 y 2020), lo que generó una disminución sobre la disponibilidad de agua para consumo humano, agricultura y generación de energía hidroeléctrica.
Este panorama aumentó la susceptibilidad a incendios forestales, afectaciones a cultivos, desabastecimiento hídrico de las cuencas y la salud de las personas bajo las olas de calor. Sin embargo, en las últimas semanas diferentes medios informan que estamos en la fase neutral (dentro o cerca de las condiciones hidroclimatológicas promedio) y que el fenómeno de La Niña se activará hacia el segundo semestre de este año, iniciando en el periodo julio-septiembre con un 69% de probabilidad y consolidándose en noviembre con un 83% de probabilidad. Esta información proviene de varias agencias con diferentes métodos de predicción que concluyen que tendremos una época de altas lluvias que podría extenderse hasta el 2025.
La Niña y el Niño son eventos relacionados, que ocurren de manera periódica y hacen parte de una misma oscilación (el fenómeno de la Oscilación del Sur (ENOS) es un proceso climático natural caracterizado por el calentamiento (Niño) o enfriamiento (Niña) del Océano Pacífico Tropical, que tiene impactos globales afectando la distribución de las precipitaciones en el mundo), donde La Niña puede durar varios años mientras el Niño dura alrededor de un año o menos. Su frecuencia e intensidad ha venido aumentando en los últimos 50 años y diferentes estudios científicos han determinado que este aumento en frecuencia e intensidad está asociado al cambio climático, aunque los mecanismos exactos de esta relación no están tan claros.
En Colombia estuvimos bajo la oscilación de La Niña entre 2020 y 2022 que se manifestó con altas precipitaciones, provocando inundaciones, deslizamientos y aumento en los precios de los alimentos. Uno de los aspectos positivos de la presencia de La Niña en Colombia en los próximos meses será el impacto que tendrá en el suministro de agua, especialmente en zonas donde la disponibilidad de este recurso es crucial. Las lluvias abundantes ayudan a reponer los niveles de los ríos, embalses y acuíferos, lo que beneficia tanto a la agricultura como al abastecimiento de agua potable para la población. Además, estas precipitaciones favorecen la producción agrícola, promoviendo la siembra y rotación de cultivos, lo que puede contribuir a la seguridad alimentaria aumentando el rendimiento de los mismos. El informe de predicción climática del IDEAM prevé un incremento de hasta el 30% en las precipitaciones de la región Caribe y un 20% y 30% para las regiones Pacífica y Andina, respectivamente, antes de finales de año.
Sin embargo, La Niña también trae consigo una serie de desafíos y riesgos para Colombia, el principal de ellos es el riesgo de inundaciones y deslizamientos de tierra, especialmente en zonas de alta pendiente. El exceso de lluvias también puede representar un desafío en la infraestructura vial y las conexiones terrestres entre algunas ciudades y municipios, afectando sus actividades económicas, el transporte de mercancías y el acceso a servicios básicos en algunas regiones del país. Asimismo, el aumento en la humedad y la proliferación de enfermedades transmitidas por vectores, como el dengue, pueden ser una preocupación para las autoridades de salud pública durante en la segunda mitad del año.
En conclusión, el fenómeno de La Niña no es un evento aislado, sino parte de un patrón de variabilidad climática que, junto con el cambio climático, plantea desafíos crecientes. La manera en que enfrentamos estos desafíos hoy definirá nuestra capacidad para prosperar en el futuro. Colombia tiene la oportunidad de liderar con el ejemplo, demostrando que es posible construir una nación más resiliente y preparada para enfrentar las incertidumbres del clima, fortaleciendo las estrategias de adaptación frente a eventos climáticos extremos.
Este año, hemos sido testigos de cómo las lluvias intensas y prolongadas afectan nuestras comunidades, infraestructura y economía. Sin embargo, también hemos visto cómo la preparación adecuada y la acción rápida pueden mitigar significativamente estos impactos. Finalmente, debemos hacer un llamado a los gobiernos locales, a la sociedad civil y al sector privado para trabajar juntos en la implementación de soluciones basadas en la naturaleza, para mejorar la infraestructura y fomentar la educación sobre la gestión del riesgo climático.
No olvidemos que invertir en sistemas de alerta temprana, fortalecer las capacidades de respuesta y adoptar prácticas sostenibles en todos los sectores no solo reducirá la vulnerabilidad, sino que también contribuirá a un desarrollo más equitativo y sostenible.