Columnista invitado
Memoria
Marzo 17, 2025

Era de día y se lo llevaron: el lugar de la memoria en tiempos de nuevos y viejos autoritarismos

Miguel Barreto Henriques
Profesor Asociado, Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales 

El músico José Afonso, uno de los principales rostros de la resistencia contra la dictadura de Salazar en Portugal, publicó en 1969 la canción “Era de noite e levaram” (Era de noche y se lo llevaron), evocando las redadas de la policía política. Pero, del otro lado del Atlántico, no fue en la penumbra de la noche, sino a plena luz del día, cuando el excongresista del Partido Laborista Rubens Paiva fue arrancado de su hogar, en un Brasil que se sumergía en las sombras del autoritarismo y de la represión política. 

La recientemente galardonada película brasileña “Aún estoy aquí”, del director Walter Salles, retrata no solo la llegada de la dictadura militar a Brasil en los años 1970, sino que también nos sumerge en la historia de Eunice Paiva, quien, con cinco hijos a cuestas, debe aprender a vivir con la ausencia de su esposo desaparecido, sin jamás dejar caer su memoria ni dejar de luchar incansablemente por la verdad, la justicia y el reconocimiento que el Estado le negó. 

Su historia refleja esa forma tan singular y aguda de dolor que viven las familias de los desaparecidos, una herida tan difícil de cerrar y tan fácilmente convertible en un duelo patológico, por mezclarse con la duda, la incertidumbre y el ocultamiento de la verdad. El drama de Eunice Paiva, magistralmente representado por la actriz Fernanda Torres, puede fácilmente resonar en las memorias heridas de tantos colombianos, en un país donde la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad registró 121 mil desparecidos.  

Pero, ¿Y si la película “Aún estoy aquí” no retratara un pasado de autoritarismo y violencia, sino un futuro?... Cuando un día aludí al actual resurgimiento del fascismo en el mundo, un amigo me corrigió “El fascismo nunca se ha ido”. La prepotencia, la intolerancia a la diferencia y al otro, la búsqueda de chivos expiatorios y la imposición de verdades reveladas e incuestionables, ya sean por ideologías políticas o religiones, jamás ha desaparecido. Trump, Putin, Bolsonaro, Netanyahu, Milei, Orban, Bukele, Meloni, Le Pen son los rostros de nuevos y viejos autoritarismos que ya no usan botas militares, pero que, tal como los fascismos de los años 1930, han tenido acogida popular, al recoger las frustraciones de un sistema político y económico que no brinda bienestar y siembra todo tipo de injusticias sociales.  

“Aún estoy aquí” es una pieza de memoria histórica, pero también podría significar una advertencia para un futuro posible, en un momento en que el mundo cada vez más se parece a una película distópica orwelliana. La importancia de la memoria no pasa solamente por la curiosidad historiográfica, sino por la indeleble presencia del pasado en el presente. Cuidar la memoria es proyectar la no repetición de las atrocidades. Walter Salles nos recuerda que todos los castillos están hechos de arena, que ningún derecho humano es irreversible, y que las democracias son organismos frágiles que deben ser cuidados diariamente. Un día, entre las risas y la cotidianidad familiar, pueden volver a entrar por nuestra puerta. Y llevarse todo.