Institucional
Julio 5, 2024
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La humanidad: entre los límites de nuestra casa común

Karem Priscila Díaz Díaz, coordinadora de Comunicación Institucional 

52 expertos nacionales e internacionales de una amplia diversidad de disciplinas permitieron una comprensión integral de la relación hombre-maquina; la relación hombre - otros seres vivos; y la relación hombre - Tierra en el ‘Simposio Internacional Los límites de lo humano: tecnología y ecología integral’, que se llevó a cabo en la Pontificia Universidad Javeriana, del 18 al 21 de junio. 

La humanidad ha dado pasos agigantados en su desarrollo social, económico, tecnológico, científico, industrial y en la forma como se relaciona con su entorno. Este avance, que se ha acelerado en los últimos años, ha hecho que las personas se acostumbren y acomoden a los cambios. Es aquí cuando surge la pregunta ¿está bien todo este avance? ¿Tiene límites la humanidad? Si los hay, esos límites ¿se transforman, se redefinen o se extienden? 

Para conversar, analizar y tratar de dar respuesta a estas preguntas, la Facultad de Filosofía de la Pontificia Universidad Javeriana realizó del 18 al 21 de junio el ‘Simposio Internacional Los límites de lo humano: tecnología y ecología integral’, el cual se enfocó en la relación de la humanidad con respecto a las máquinas; con otros vivientes; y con la Tierra.

El sitio de encuentro para 180 asistentes y 52 conferencistas fue el auditorio Alfonso Quintana, S.J. de la Javeriana. Allí, filósofos, artistas, ingenieros, psicólogos, médicos, ecólogos, sociólogos y arquitectos que llegaron desde Argentina, Italia, España y ciudades de Colombia como Bogotá, Bucaramanga, Barranquilla, Cali y Armenia expusieron su punto de vista frente a los desafíos éticos que implica tener la capacidad de ir más allá de lo posible y su impacto en el planeta o, como lo ha llamado el papa Francisco, nuestra casa común: aquella que nos da el sustento y que compartimos con otros seres vivientes.

El padre Luis Fernando Múnera Congote, S.J, rector de la Pontificia Universidad Javeriana, en sus palabras de apertura del Simposio expresó cómo el paradigma cultural de humanismo debe ser solidario, cuidando todo lo que habita en el planeta y prestando especial atención a tres realidades que hoy la humanidad tiene frente a sus ojos: el cambio climático, la cultura del descarte y el desafío frente a la Inteligencia Artificial (IA). Para entenderlas y atenderlas es necesario saber “de dónde venimos, a dónde vamos y qué queremos. Son las preguntas de los límites de lo humano, las cuales hay que pensarlas en clave de esperanza”.

“Todos sentimos y reconocemos que hoy ya es insostenible, en el terreno ecológico, la creación exponencial de nuevas necesidades, la sobreproducción, la obsolescencia programada de los objetos, así como el despilfarro y la contaminación, que son características centrales de nuestro modelo de desarrollo. Este modelo genera una forma de la organización social del trabajo centrada en la fabricación en serie con costes de producción cada vez más bajos, que impone a los seres humanos y a los animales condiciones de vida realmente inaceptables. Nuestro modelo económico de producción está basado en la explotación (…) Esta explotación significa la destrucción de los ecosistemas, el agotamiento de los recursos de la Tierra, cuyos límites y finitud no son tenidos en cuenta (…) supone la negación del valor intrínseco de la naturaleza y la ausencia total de respeto de toda forma de vida distinta a la humana, cuando es tratada como un mero recurso, al que se le niega toda posible dignidad (…)”, mencionó Luis Fernando Cardona Suárez, decano de la Facultad de Filosofía en la apertura del Simposio, quien finalizó afirmando que la relación de la humanidad debe ser una de servicio. 

Viviendo a través de las máquinas
“El ser humano ante todo es un ser técnico. Ninguna idea de trascendencia en el hombre prescinde de un hecho material que lo lleva adelante. No hay seres humanos sin técnica, porque así lo demuestra el desarrollo antropogénico cada vez que el cerebro desarrolla herramientas. Por lo tanto, el hombre vive a través de hechos técnicos”. Esta es una de las ideas expuestas por el filósofo francés Gilbert Simondon, explicada durante el Simposio por Pablo Manolo Rodríguez, profesor de la Universidad de Buenos Aires, Argentina. 

La afirmación anterior da cuenta de la era en la que está la humanidad gracias a la creación y desarrollo de la inteligencia artificial, la cual, según Simondon y el profesor Rodríguez, hace que hoy el humanismo no pueda prescindir de los datos ni de los algoritmos ni de las plataformas. Objetos en los cuales el hombre ha puesto una carga simbólica y no pensó en la dimensión material y cultural.

“Estas mediaciones llevan a la naturaleza humana a una apertura ilimitada. Una serie de cuestiones surgen, en este sentido, en torno al humanismo, al posthumanismo y al transhumanismo. A su vez, los desarrollos recientes en los campos de la denominada inteligencia artificial, como en el de las biotecnologías, plantean nuevos desafíos ontológicos, éticos y políticos, donde se ponen en juego los límites de lo humano y sus franqueamientos posibles”, comentó Jairo Cifuentes, secretario general de la Universidad Javeriana.

Si bien el propósito de la IA es facilitar la toma de decisiones, la resolución de problemas y el aprendizaje, ahora existe el temor de que pueda reemplazar al ser humano, pues se creía que la IA iba a comenzar por sustituir trabajos operativos, pero resulta que está sustituyendo el trabajo de conocimiento profesional. Surge entonces el desafío ético que planteó Lope Hugo Barrero, decano de la Facultad de Ingeniería de la Javeriana: ¿estamos preparados para detenernos o el miedo a que otro nos gane, en medio de la competencia tecnológica en la que nos encontramos, no nos permite parar?

Esta pregunta coincide con la preocupación que surgió entre un grupo de científicos en el año 2023, cuando pidieron a otras organizaciones de tecnología detener el desarrollo de la IA porque no sabían cuál podría ser su límite al crear la IA Generativa, es decir, aquella que puede hacer cosas que no han sido programadas por un ser humano.

Explicó Pablo Manolo Rodríguez que la creación de la IA está enfocada en simular e imitar lo humano hasta el punto de superarlo. “Los avances tecnológicos tienen que ver con lo que es posible. Y luego de ver que sí es posible, preguntarnos si es deseable”. ¿Es deseable crear una tecnología que no estamos seguros de conocer con exactitud y de poder controlar?, ¿Es deseable el impacto que esta tecnología está teniendo en el planeta y en nuestras vidas?

Jorge Francisco Maldonado, profesor de la Escuela de Filosofía de la Universidad Industrial de Santander, explicó que la cantidad de energía que consumen los modelos de lenguaje está medida en millones de metros cúbicos de agua. “Un entrenamiento de una red neuronal de IA (que dura en promedio entre 6 y 15 minutos) puede consumir la misma cantidad de energía de una ciudad como Medellín en un día. Si esto se multiplica por 40 compañías que están haciendo entrenamientos simultáneamente, el consumo de agua es desbordado”. Por ejemplo, una conversación de 20 a 50 preguntas con Chat GPT implica que el procesador de datos consuma en promedio una botella de 500 ml de agua. Esto quiere decir que “la IA consume entre 4.600 y 6.000 millones de metros cúbicos de agua en un día, lo que equivale a la cantidad de agua que consume el Reino Unido en un año (…) Esto está haciendo que el consumo de energía y, por lo tanto, de agua que se requiere para enfriar los ordenadores y tarjetas que hacen funcionar la IA sea inimaginable”. Lo anterior sin contar el impacto ambiental que tiene extraer oro para construir varios de sus componentes y la basura electrónica que genera cuando son desechadas las partes de los procesadores y ordenadores de la IA. 

Luego de conocer estas cifras y datos, y a pesar de que el impacto ambiental es significativo, se sigue considerando que el beneficio de la IA para la humanidad es grande. Aún así, el conferencista Jorge Maldonado cerró su presentación con un dato más que deja ver lo lejos que está de la naturaleza el funcionamiento eficiente de una IA con respecto a la eficiencia del ser humano: “Una persona puede tomar una decisión con poca energía, consumiendo solo un sándwich. Mientras que una máquina necesita una cantidad de energía tan impresionante que aún no se sabe de dónde la van a sacar para pedirle que tome una decisión”. 

Los seis gritos de la Tierra
Es bien conocida por la sociedad la gráfica circular que muestra los nueve límites planetarios, aquellos que permiten que el planeta sea un lugar estable para habitarlo. Sin embargo, estudios recientes de varias organizaciones internacionales han mostrado cómo ya se sobrepasaron seis de los límites: 1. El cambio climático, 2. La Integridad de la biósfera, 3. El cambio del sistema terrestre, 4. Los flujos biogeoquímicos, 5. Los cambios en el agua dulce y 6. La incorporación de nuevas entidades. Los tres restantes, que corresponden a la Acidificación del océano, la Carga de aerosoles atmosféricos y la Reducción del ozono estratosférico, aún están en zona segura, aunque acercándose a la zona naranja de alerta.

Sobre esta gráfica, Sebastián Dueñas Ocampo, profesor de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Javeriana, comentó que la evolución del ser humano ha sido directamente proporcional al daño del planeta. “En los últimos 250 años ha habido cinco revoluciones tecnológicas, pero la última, sobre energía fósil, ha sido la más perjudicial”. 

Con él coincide la profesora Diana Álvarez González, de la Facultad de Ciencias de la Javeriana, quien desde su punto de vista de la biología explica que “el planeta está perturbado, es decir, está enfermo por una causa específica: nosotros” y afirma que “la evolución cultural nos está llevando cada vez más lejos de lo biológico. Hacer vidas individuales, donde cada uno quiere su espacio, por lo tanto, más metros cuadrados, implica un mayor consumo de agua, porque es imposible que todos vivamos en un mismo sitio, como lo hacían antes las tribus. Entonces, esta sobrevaloración a la individualidad nos está llevando por mal camino”.

Esta realidad de un planeta contaminado, con escasez de agua, en pleno cambio climático, con especies extinguiéndose, está afectando la salud mental de las personas. Así lo demuestran estudios de psicología avalados por la Organización Mundial de la Salud, que presentó la profesora Diana Carolina Rubio, de la Facultad de Psicología de la Javeriana. Ella explicó que “la polución del aire y el aumento de la temperatura tiene relación e implicaciones en estados de estrés que luego llevan a la depresión”.

De esta forma, la relación entre los seres humanos y la Tierra está siendo problemática para ambos actores. “porque está en juego la posibilidad de la continuación de la vida humana misma sobre el planeta e incluso cuestiona la existencia misma de nuestro hogar. Habría que ponerle entonces límite a la acción humana y al modo de producción dominante que ha acarreado la catástrofe. Es necesario replantear la relación entre lo humano y la Tierra, si queremos reconstruir nuestra casa común, para que continúe la vida”, comenta Jairo Cifuentes. 
 
De acuerdo con los profesores de cada disciplina que participaron en el Simposio y trataron el tema de la relación humano – Tierra la mejor manera de evitar llegar al límite del planeta es uniendo los diferentes conocimientos y haciendo que científicos, economistas, ecólogos, médicos, etc., trabajen juntos. “Lograr un cambio social, un cambio en el estilo de vida y un cambio en el sistema de producción y consumo es lo que podemos hacer desde diferentes áreas para bajar la curva de explotación del planeta, porque la economía también está inmersa en la naturaleza. Así mismo, enfocarse en el desarrollo educativo y espiritual, construir futuros desde la pluralidad, potencializar la inteligencia colectiva, la creatividad y la interdisciplinariedad, para no olvidarnos de las otras formas de vida que no hablan”, expresó Sebastián Dueñas, a lo que Diana Álvarez sumó que “si fuéramos capaces de decir “es suficiente”, estaríamos en otra situación”.

La tortura sobre otros seres vivientes
¿Qué es lo propio del ser humano? Son varias las características que definen al ser humano: la inteligencia, la capacidad para crear herramientas, el lenguaje articulado, el pensamiento complejo y abstracto, así como transformar su entorno de acuerdo a sus necesidades. Pero también es propio del ser humano la tortura. Su capacidad de infligir el padecimiento en carne ajena. “Los animales no torturan, y si lo propio del ser humano es la tortura, esto lo hace estar por debajo de la dignidad de ser viviente. Es menos que lo humano y que lo animal”, explicó Gustavo Gómez, profesor de la Facultad de Filosofía de la Javeriana, quien comentó que la tortura es un mecanismo de instrumentalización de la vulnerabilidad de los demás.

Crear ese estado de indefensión y aprovecharse de lo inerme de otras personas y seres vivientes ha sido el proceder del ser humano para conquistar territorios, imponer pensamientos, creencias y abrirse paso ante sus objetivos.  

También ha sido propio del hombre nombrar a los animales, pues como lo expresó la profesora Sara Baranzoni, de la Pontificia Universidad Antonianum, de Italia – Roma, al citar al filósofo francés Jacques Derrida, es una manifestación del dominio del hombre sobre animales que incluso existían antes que él. “Paradójicamente la falta de verse vestido es lo que hace al hombre tornarse amo de la naturaleza y del animal (…) desde el vacío de su carencia, completamente distinta a la de los animales, el hombre reivindica su propiedad y superioridad sobre la vida animal”.

Esta superioridad atribuida es lo que impulsa al ser humano a modificar el entorno natural de los animales e incluso su alimentación, como lo relató Giovanna Suárez Ortiz, de la Universidad del Quindío, con la masacre de las gallinas. Se trata de una de las historias contenidas en el Tomo VI de la Comisión de la Verdad, donde los habitantes de un municipio de Chocó comentan que personas ajenas a la comunidad introdujeron una semilla de arroz con la promesa de tener cualidades extraordinarias para multiplicar la producción de los cultivos de arroz (y las ganancias económicas para los oferentes). 

“La verdad, con mi mamá sembramos y cogimos una lata de arroz de quince kilos. Todo el mundo cogió esa cantidad de arroz. Pero luego, usted cree que hubo una masacre de gallinas y no sabíamos a esas gallinas quién las estaba matando. Dijimos, “¡hay una peste, no van a quedar gallinas en el departamento del Chocó!”. Pues resulta que de ese granito de arroz que se caía al piso, que le pintaba los dedos a uno, resultaron víctimas las gallinas. Con un granito que se comían, con eso se morían. Y lo descubrimos al tiempo cuando ya no teníamos casi gallinas. Las gallinas que se criaban antes, eran unas gallinas que tenían carne, ¡ahora es un pollo de esos flacos!”

Por su parte, la profesora Silvia Suárez, de la Facultad de Artes de la Javeriana, destacó el texto La metamorfosis de Su Excelencia, de Jorge Zalamea, en el que el protagonista, al transformarse en un insecto, experimenta una metamorfosis que afecta su percepción del mundo, de la sociedad y a través del olfato (de un animal) percibe la maldad del ser humano. “Solo cuando el protagonista se convierte completamente en animal, se da cuenta que el olor que tanto repele proviene de las personas”.

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Afirmaba Aristóteles que nuestro conocimiento comienza por los sentidos, pero lo refutaba Kant diciendo que no todo el conocimiento proviene de la experiencia, sino también de la razón. Por lo tanto, lo que sabe el hombre del mundo y del universo se origina en sus capacidades, siendo estas a la vez el límite determinado del ser humano para conocer. Sin embargo, explicó el padre Vicente Durán Casas, S.J., rector de la Universidad Javeriana, seccional Cali, citando al filósofo Kant que la razón es “la capacidad de pensar para llegar a una conclusión o formar juicios de una determinada situación o cosa (…) La grandeza de la razón humana está en que teniendo límites puede muchas cosas: producir ciencia, medicina, conocimiento, ética. La razón puede producir esperanza, y es a través de la razón práctica que se responde a las preguntas de para qué vivimos y para qué hacer el bien". En conclusión, el ser humano se redefine desde sus propios límites, “porque los límites son propios de la condición humana, no son externos, y esos límites nos configuran y hacen que humanamente seamos lo que somos”, comenta Luis Fernando Cardona, decano de la Facultad de Filosofía, quien luego de este Simposio invita a continuar examinando críticamente el modelo de vida de la humanidad, cuya causa sea el respeto y el cuidado de toda otra forma de vida distinta a la humana. “En este sentido, la reflexión sobre los límites de lo humano implica la promoción de formas de cuidado que tengan una mirada crítica de las relaciones con uno mismo, con los demás seres humanos en sus diferentes formas de vida, con los otros vivientes no humanos e, incluso, con nuestros productos técnicos”.