Hoy en la Javeriana: Universidad lugar de encuentros y desencuentros democraticos - Hoy en la Javeriana

La Universidad lugar de encuentros y desencuentros democráticos
Luis Fernando Múnera Congote, S.J., Rector
Las sociedades democráticas son sociedades abiertas, que atienden siempre a distintas demandas de justicia y reconocimiento. Las demandas de distintos grupos se elevan a la agenda pública y buscan reconocimiento de la sociedad civil y del Estado.
En estas luchas por el reconocimiento, muchas veces entran en conflicto los derechos y las aspiraciones de distintos grupos de ciudadanos. Las sociedades democráticas valoran la presencia de distintos puntos de vista y, cuando la cultura democrática está presente, se tramitan los conflictos y los desacuerdos a través de vías no violentas: la manifestación, la protesta social y el diálogo.
En medio de una sociedad democrática, la Universidad está llamada a ser el lugar del encuentro entre los diversos y los diferentes. Buscamos ser un espacio de construcción y discusión democrática, en el que, a través del diálogo argumentado y la búsqueda de la verdad, las personas podamos encontrarnos y debatir nuestras diversas perspectivas y puntos de vista.
Una regla de oro de este encuentro es la razonabilidad, el reconocimiento de que hay otras perspectivas y que cada uno expone sus puntos de vista respetando las reglas de la justicia. Cuando somos razonables no siempre tenemos que ponernos de acuerdo, pero podemos establecer espacios de diálogo y construir un lugar de convivencia enriquecido por los múltiples puntos de vista.
Uno de los primeros derechos que se reconocen en las culturas democráticas es la libertad de expresión, estrechamente ligado a la libertad de consciencia y de pensamiento. La naturaleza de una Universidad es que en ella se encuentren y expresen distintas formas de pensar y que ese pensamiento se pueda expresar con respeto al interior de la comunidad educativa.
En efecto, este derecho, como todos los demás, encuentra un límite en la dignidad humana; el pilar sobre el que se construye el edificio de los derechos y deberes de los ciudadanos y que orienta el discernimiento sobre lo correcto y justo en la sociedad. Por ello, la libertad de expresión no es ilimitada ni en sus contenidos ni en sus formas, cuando atenta contra la dignidad de otros seres humanos. Considerar la dignidad humana implica respetar a cada una de las personas, su historia, su forma de pensar, sus creencias y su sensibilidad y abstenerse de usar la violencia simbólica o física para atacarla. Reconocemos que todos y todas tenemos una igual dignidad y merecemos reconocimiento y respeto.
Cuando en un espacio universitario como el nuestro se manifiestan posturas contrarias, debemos tener cuidado en que nuestro campus no sea un lugar de desencuentro antidemocrático, lo contrario de lo que está llamado a ser. La violencia y los mensajes de odio, llevan a los desencuentros, a la intolerancia, a la tentación de vías no democráticas para resolver los conflictos que deben tramitarse y transformarse democráticamente.
La Universidad debe ser templo de la democracia, el ágora donde se escuchan todas las voces, una escuela de ciudadanía. Esta es una tarea siempre abierta, que requiere la sensibilidad y el discernimiento constante de una comunidad llamada a contribuir al “logro de una sociedad justa, sostenible, incluyente, democrática, solidaria y respetuosa de la dignidad humana”, como declaramos en nuestra Misión institucional.