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Por: FERNANDO CABALLERO | PALENCIA |El Norte de Castilla.es

El profesor Roberto Zarate asegura que hay evidencias de los éxitos de la recuperación de los pacientes.

El Centro Asistencial San Juan de Dios reúne a 280 participantes en la II Conferencia Nacional de Rehabilitación Psiquiátrica y Gestión de Calidad, que se inició ayer y concluye hoy. Tres profesores de la Universidad de Ucla (EE. UU.) -Paul Liberman, Álex Kopelewicz y Roberto Zarate- imparten en estas jornadas un taller basado en el modelo de intervención para la enfermedad mental, que se conoce como psiquiatría de la rehabilitación y recuperación. «La filosofía del modelo es centrar en el paciente todos los pasos del programa, desde una evaluación inicial individualizada hasta planes de intervención y luego de mantenimiento a largo plazo, también individualizados», explicó ayer Zarate.
Hay dos aspectos fundamentales en este programa. Uno es el que se refiere a la manera en que las medicinas ayudan a los enfermos a conseguir las metas. El segundo aspecto que cita Zarate resume el objetivo del programa: que el paciente establezca su funcionamiento independiente en la comunidad», agrega el psicólogo y profesor.
Valor de la independencia
Esta independencia combina cuatro factores: vivir de una forma independiente en su propio piso -o compartido, pero que el paciente se administre las medicinas, las citas con el médico o su dinero y que se valga por su cuenta en las necesidades diarias-; la integración dentro de la familia como cualquier otro miembro; la inserción laboral, es decir encontrar un puesto de trabajo adecuados y que facilite las capacidades del enfermo y, por último, el establecimiento de relaciones de amistad dentro de la comunidad, no solo con otros enfermos o en lugares aislados.
Este modelo está dirigido a enfermos mentales severos crónicos, por ejemplo, enfermos con esquizofrenia o con cualquier psicosis, depresión o trastorno bipolar severo. ¿El cien por cien de los pacientes pueden lograr su meta final? «Obviamente, no», responde de forma categórica. «El tanto por ciento de paciente que lo pueden alcanzar puede ser del 15% o el 20%. Alguna de estas cuatro metas las alcanzan todo los pacientes», matiza el profesor, que lamenta que este sistema se utilice en pocos centros. «La inmensa mayoría de los centros en el mundo entero siguen un modelo de mantenimiento en el que el paciente tiene los síntomas controlados. El énfasis en recuperar el funcionamiento social, laboral y familiar en la mayoría de los centros no existe», asegura. En este sentido, para Roberto Zarate, el centro asistencial San Juan de Dios de Palencia es ejemplar, con un modelo de trabajo, de coordinación y de integración que llama la atención de los expertos, y que califica de «excepcional».
Zarate reflexiona sobre el moderno concepto de la psiquiatría que aborda la recuperación en el entorno familiar en lugar de en los tradicionales psiquiátricos. «Al principio de esta tendencia, hubo dudas por parte del pensamiento tradicional, pero a medida que se hacían estudios y se aplicaban los resultados, se empieza a cambiar la mentalidad de los modelos de intervención. Ahora la evidencia científica y empírica que existe en apoyo del modelo de recuperación es incuestionable. En la reinserción laboral, el porcentaje que alcanza esta meta puede llegar al 50%», concluye.




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Por: Semna | Semana.com

El psiquiatra Hernán Santacruz, profesor emérito de la universidad Javeriana y miembro del grupo de atención siquiátrica y psicosocial en desastres, señala por qué es tan importante la recuperación psicológica de las víctimas después de tragedias como la de Mocoa.

 

SEMANA: ¿Qué efecto deja en los sobrevivientes una catástrofe de estas proporciones?

Hernán Santacruz: El primer efecto es estrés agudo que se caracteriza por un estado hiperalerta con una gran ansiedad, insomnio y en el que se pueden producir momentos de agitación desordenada o conductas riesgosas. Otros, sin embargo, hacen episodios de quietud absoluta, de parálisis, que dura unas horas o unos días. La gente se queda como pasmada. Esta fase de estrés agudo se describe hasta las 4 semanas. Luego de este tiempo, la mitad se recuperan completamente.

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SEMANA: ¿No todos sufren del mismo modo?

H.S.: De 100 personas que viven un impacto como el de Mocoa 50 están bien y 50 hacen estrés agudo y de estas últimas la mitad desarrolla trastorno de estrés postraumático, una condición que se define por un estado constante de ansiedad, insomnio o pesadillas en las que reviven una y otra vez los momentos más aterradores de la experiencia. También se caracteriza por pérdida de apetito y crisis de pánico que se pueden desencadenar cuando cualquier evento les recuerda la tragedia que vivieron.

SEMANA: ¿Cómo se alivia esta condición?

H.S.: Este estado, con tratamiento y sin tratamiento, va a resolverse en los primeros seis meses pero 12 por ciento de la población inicialmente afectada quedará con estrés postraumático crónico. Esos son los que tienen estrés postraumático en los siguientes seis meses al desastre.

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SEMANA: ¿Qué hace que estas personas no se curen?

H. S.: Se ha observado en las tragedias de Armero y Armenia que una cosa que agrava mucho y que empeora el pronóstico de estas personas es vivir durante periodos muy prolongados en campamentos, en sitios de damnificados, que son planteados inicialmente por corto plazo y se vuelven sitios de permanencia por años. Hay que evitar que se queden en esos sitios más de seis meses. Idealmente lo que se debe buscar es que toda la gente que perdió sus casas se aloje con familiares y amigos y se una a personas de su cercanía. El alojamiento en campamentos hace mucho daño, sobretodo a los jóvenes, porque se pierde el sistema de control sociales que las comunidades siempre tienen.

SEMANA: ¿Cuál es el momento crítico para iniciar la atención?

H.S.: La gente de Mocoa va a necesitar ayuda en las próximas tres o cuatro semanas y esa ayuda no debe limitarse a los fármacos. Una vez se subsana el cobijo y la comida, las víctimas deben recibir consulta psicológica de manera grupal, porque hacerla individual es muy difícil. Lo ideal es trabajar en grupos por una hora y media. Cabe agregar que quienes han sido victimas son los más pobres del pueblo, son sujetos desplazados de áreas de conflicto y entonces ya vienen vulnerados. Van a requerir ayuda más intensa porque ya vienen de estar mal desde hace mucho tiempo.

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SEMANA: ¿Es conveniente aliviar estos síntomas iniciales con medicamentos?

H. S.: Desde lo farmacológico debe evitarse usar los tranquilizantes conocidos como benzodiazapinas. Se tienden a usar pero estos medicamentos impiden la recuperación. En general es mas útil bajar al ansiedad con otras drogas como propanolol o antidepresivos de efectos sedantes, en dosis bajas.

SEMANA: ¿Cómo es el manejo con los niños?

H.S: Los niños que se quedan sin papas y aislados deberían merecer la atención primordial. Deben ser cuidados, protegidos y se debe iniciar la búsqueda de los adultos. Eso pasa en los primeros días de confusión inicial. Esperemos que algunos de ellos, ojalá pocos, queden perdidos.

SEMANA:¿Recomienda algunos primeros auxilios mentales para las víctimas?

H.S.: Todos los socorristas están capacitados para dar auxilios psicológicos a las víctimas y el primero es resguardar la vida de los sobrevivientes y resolver sus necesidades básicas de abrigo, hidratación, techo. Obviamente hay que evitar decirles ‘usted viera como están los demás’ o cosas así. Se debe procurar escuchar y siempre tener abierto un contacto para que la víctima sepa a donde dirigirse.

SEMANA: ¿Por qué es tan importante atender este tema desde la perspectiva psicológica?

H.S.: Porque mientras más gente reciba ayuda en las primeras semanas habrá menos estrés postraumático en los meses siguientes, y por lo tanto menos crónicos habrá.

 

SEMANA: ¿Qué pasa si no se tratan bien estos casos?

H.S.: Lo grave es que deja secuelas. Aquellas que lo necesitan y no se tratan pueden tener más tarde sintomatología depresiva. En Armenia, por ejemplo, algunos se volvieron drogadictos o alcohólicos sin antes haber padecido esas patologías

SEMANA: Cómo lidiar no solo con la pérdida de seres queridos sino de todo lo material?

H.S.: Son duelos múltiples y especialmente complicados porque el impacto del evento fue sorpresivo. La intensidad y la duración son los dos elementos que marcan el trauma. Esto no había pasado allá en Mocoa y fue una tragedia brusca y el elemento de lo inesperado es un factor crucial en el trauma. La avalancha aparece y dura 4 a 6 horas, pone en peligro la vida de los que viven allí y ocurre de noche. Si esto pasa de día sería diferente.

SEMANA: ¿En Colombia sabemos atender estas catástrofes?

H.S.: De todas las tragedias hemos aprendido muchísimo y por eso ya muchos de la tragedia de Mocoa están en Neiva y Pasto. Hemos observado que quienes han tenido lesiones físicas están menos mal psicológicamente que los que están sanos. A los heridos les cambia el destino de la angustia. Es como si la herida los protegiera. Además están siendo apoyados inmediatamente con enfermeras y médicos y protegidos o acunados por la gente que se ocupa de ellos. Los indemnes están más vulnerables al daño síquico.

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SEMANA: ¿Cuánto pueden durar los traumas?

H.S.: El estrés postraumático crónico, el que se prolonga más de seis meses, puede durar toda la vida. Aún hay gente en Armero que tiene reacciones catastróficas cuando se va la luz porque allá se fue la luz antes de la avalancha. Y son sobrevivientes de hace 30 años que se asustan y hace reacción de terror por el simple hecho de que se vaya la luz; les revive el evento que los marcó.

SEMANA: ¿Qué no se debe hacer?

H.S.: Hasta donde sea posible no separar las familias, que la víctima esté con los suyos, con conocidos y amigos. Observamos en la tragedia del río Paez que las redes de solidaridad comunitaria son más fuertes y sólidas entre los paeces y desde el comienzo el impacto sicológico allí fue más bajo que en Armero y en Armenia. Las poblaciones indígenas nuestras son más idóneas para soportar estas desagracias porque tienen un grado de solidaridad y acompañamiento mayor. Esos vínculos los protegen. En las ciudades todo eso se destruye.





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Por: Salud  | El Tiempo

Informe de la Organización Mundial de la Salud dice que el 4,7 % de los colombianos sufren este mal.

Un nuevo informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la depresión, un mal que afecta al 4,4 por ciento de la población del planeta, ubica a Colombia por encima del promedio mundial, lo que genera preocupación entre las autoridades en este tema.

Según la OMS, este trastorno mental afecta al 4,7 por ciento de los colombianos, un porcentaje que, según algunos estudios desarrollados en el país, podría llegar hasta los 19 puntos.

Aunque la investigación no profundiza en los resultados puntuales sobre el país –se trata de un informe global basado en cifras del 2015–, sí permite contrastar cómo estamos respecto al resto del mundo, donde unas 322 millones de personas viven con depresión, entre quienes las mujeres, los jóvenes y los ancianos son los más propensos.

En el contexto regional, a Colombia no le fue tan mal en el informe de la OMS. En América Latina, Brasil es el país con mayor prevalencia de depresión, con 5,8 por ciento, seguido de Cuba (5,5) y Paraguay (5,2). Chile y Uruguay tienen el 5 por ciento;Perú, 4,8, mientras que Argentina, Costa Rica y República Dominicana muestran, igual que Colombia, un 4,7 por ciento.

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La depresión, conocida también como trastorno depresivo mayor o depresión unipolar, es una enfermedad mental capaz de causar numerosos síntomas psicológicos y físicos. Su síntoma más conocido es una tristeza profunda y prolongada.

El documento de la OMS, revelado en Ginebra (Suiza), también estableció que la depresión es 1,5 veces más común entre las mujeres que en los hombres. Y tres grupos de edad son particularmente vulnerables: jóvenes, mujeres embarazadas y en estado de posparto –a un 15 por ciento se le diagnosticaría depresión en el futuro– y los ancianos, especialmente los jubilados.

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De hecho, el Estudio Nacional de Salud, Bienestar y Envejecimiento (Sabe 2015), revelado por el Ministerio de Salud el año pasado, confirmó que cuatro de cada 10 personas mayores de 60 años habían tenido algún síntoma depresivo, fundamentalmente por falta de recursos económicos.

El documento de la OMS evidenció también que la depresión no deja de expandirse. En la última década, del 2005 al 2015 aumentó en 18,4 por ciento su alcance, y, según Dinesh Bhugra, presidente de la Asociación Mundial de Psiquiatría –que representa a más de 200.000 profesionales de esta disciplina–, para el 2020 esta enfermedad será la más frecuente en el mundo, por encima de las cardiovasculares y el cáncer.

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Al año, apunta el informe, la depresión cobra la vida de 788.000 personas, sobre todo por suicidio. Y si bien la propia OMS recalca que hay tratamientos eficaces para combatirla, reconoce que más de la mitad de los afectados en el mundo (y más del 90 por ciento en muchos países) no los reciben.

El documento de la OMS también resaltó los obstáculos para acceder a los tratamientos. Entre otros, la falta de recursos y de personal médico capacitado, la estigmatización que tienen los trastornos mentales y una evaluación clínica inexacta o errónea.

La estadística en Colombia respalda la afirmación de la OMS. La Asociación Colombiana de Psiquiatría indica que solo uno de cada 10 colombianos con depresión recibe tratamiento adecuado, y la más reciente Encuesta Nacional de Salud Mental (2015) señala que solo el 38,5 por ciento de los adultos entre 18 y 44 años que solicitaron algún tipo de atención en salud mental la recibieron.

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Las pérdidas no son solo en vidas. Económicamente, por motivos como la caída en la productividad, la apatía o la falta de energía, cuesta mundialmente más de 1 billón de dólares, calculó la OMS. “La depresión es lo que contribuye en mayor parte a años vividos con discapacidad. Por lo que es una causa principal de discapacidad en el mundo actualmente”, dijo el médico Dan Chisholm, del Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la OMS.

‘Tenemos política de salud mental’: Gobierno

Nubia Bautista, coordinadora del grupo de gestión integrada para la salud mental del Ministerio de Salud, asegura que desde hace casi 20 años el país cuenta con una política de salud mental.

¿El país tiene una política de salud mental?

Sí. Desde 1998, Colombia cuenta con una política de salud mental que se ha venido ajustando, según lo establecido en la Política de Atención Integral en Salud (Pais) y los resultados de la Encuesta Nacional de Salud Mental de 2015.

En este momento se está preparando un documento Conpes sobre el particular, que tiene cuatro ejes: promoción de la salud mental y la convivencia social; prevención y atención integral de los problemas y trastornos mentales; prevención y atención integral de los trastornos asociados al consumo de sustancias psicoactivas, y atención psicosocial a poblaciones vulnerables.

Y frente al posconflicto...

Tenemos un nuevo enfoque enmarcado en las necesidades del posconflicto, es decir, hace énfasis en la convivencia, la construcción de paz y la atención a víctimas de la violencia y poblaciones vulnerables.

¿Cuáles son las dificultades de atención de los pacientes?

La principal dificultad se deriva del hecho de que la salud mental apenas ingresó al Plan de Beneficios en Salud en 2011. Aunque la consulta externa ha aumentado un 65 por ciento desde entonces, aún hay insuficiente formación al respecto en los niveles primarios de atención. Eso dificulta el diagnóstico y la atención oportuna.

¿Cómo afrontan esta situación?

Cada día hay mayor conciencia de que los problemas de violencia son del ámbito de la salud mental y requieren atención. Por otra parte, el posconflicto ha generado mayor sensibilidad sobre la necesidad de afrontar problemáticas complejas relacionadas con la salud mental, la convivencia pacífica, la inclusión social, los riesgos de reactivación de nuevas formas de violencia y la construcción de una paz duradera desde los contextos locales.





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Por: POR ANDREA MARÍN GÓMEZ | ElColombiano

Véase en un taco a las seis de la tarde. Va en un vehículo hacía su casa agotado y hambriento. No fue su mejor día laboral, llueve y los carros y los motociclistas amenazan con chocarlo a través de pitos y madrazos.

Lo anterior, una escena que cada vez es más cotidiana en la ciudad, y que en algún momento puede ser el detonante para que pierda su salud mental.

La Organización Mundial de la Salud, define la salud mental como un estado de bienestar en el que la persona es capaz de hacer frente al estrés normal de la vida, de trabajar de forma productiva y de contribuir a su comunidad.

Según Fredy Romero Guzmán, sicólogo clínico y docente universitario, una enfermedad mental existe cuando se alteran de manera significativa los nivel emocionales, cognitivos, físicos o afectivos y cuando esa alteración tiene una duración en el tiempo.

Al consultar con la Secretaría de Salud de Medellín, sobre la salud mental de la ciudad, remiten al Primer Estudio Poblacional de Salud Mental Medellín 2011-2012, informando que el 14,7 % de la población ha sufrido uno o más trastornos mentales, en los 12 meses anteriores al estudio, en contraste con 17,8 % de Colombia (Estudio Mundial CIDI-OMS). En números, serían 282.068 personas afectadas en por algún trastorno mental.

Las cifras hacen que el problema sea de salud pública. El estrés postraumático, con 21.587 personas afectadas durante los 12 meses anteriores al estudio, o el trastorno bipolar con 14.391 afectados, son solo algunas de las alertas.

Los trastornos de ansiedad ocupan el primer lugar: ansiedad generalizada, pánico, agorafobia, fobia específica, estrés postraumático, ansiedad por separación, y obsesivo compulsivo. El segundo puesto es para los del estado de ánimo y los de abuso de sustancias.

La depresión registró 73.755 casos, asociados con otros trastornos ocasionados por consumo de sustancias y los comportamientos de alto riesgo, como el suicidio, la violencia y los accidentes de tránsito. Donde el suicidio poblacional ha presentado tasas de mortalidad superiores a la tasa promedio del país, en la última década en Medellín.

El consumo de drogas, según el último Estudio Nacional de consumo de sustancias en Colombia del Observatorio de Drogas de Colombia, Medellín y su área metropolitana tienen la mayor tasa en el país, el 8,2 %, seguido por Quindío y Risaralda, que supera el 6 %.

¿Cómo saberlo?
Según Fredy Romero Guzmán, no dormir bien, no comer bien, o no respirar debidamente, son alteraciones biológicas que pueden llevar al padecimiento de trastornos mentales. Sin embargo, para padecerlas, se deben sumar alteraciones y tiempo.

“Si usted termina con su pareja es normal que se sienta triste, pero si al cabo de tres meses esa situación no cambia y se suma la pérdida de apetito, poca energía, y fatiga, puede estar cayendo en depresión”, explica el sicólogo como ejemplo.

Sumado al ejemplo anterior, la Organización Mundial de la Salud, enlista síntomas a los que se deben realizar seguimientos según la condición a ser evaluada.

Si es sospecha de depresión, la falta de interés en actividades que antes disfrutaba, múltiples síntomas sin causas definidas como dolores, malestares y palpitaciones, poca energía, fatiga y problemas de sueño son manifestaciones que indican la necesidad de una evaluación.

Todos podemos ser víctimas

Al ser humanos, todos estamos predispuestos a tener una enfermedad mental. La necesidad de contarle un problema a otro, y saberse escuchado descarga tensiones.

Sin embargo, “la labor de un sicólogo, aparte de escuchar, es orientar y devolver de una manera socrática eso que el otro dice para que reflexione y actúe de una manera diferente”.

Los problemas de la salud mental también pueden estar asociados a los vínculos afectivos y la crianza “dependiendo de la crianza así será nuestra salud y nuestras estrategias para la adultez. Si hay maltrato, inseguridad, y sobrexigencia también podremos tener pensamientos inadecuados”, comenta Romero, adentrándose en enfermedades sicológicas como esquizofrenia, paranoia, manías, delirios, depresión, etc.

Mejor o peor
Según la Secretaría de Salud, el último estudio de salud mental a nivel nacional encontró incremento en algunos trastornos, especialmente en la depresión y la ansiedad.

“Sin embargo, los problemas de salud mental ahora son más visibles que antes por cuanto hay mejor acceso a consulta y diagnóstico, son culturalmente más aceptados y se ha avanzado en estudios poblacionales, lo que contribuye a visibilizar el número de casos”, explican.

Romero agrega que la vida citadina: ruido, contaminación, congestiones, la política, cifras de desempleo, desigualdad, indiferencia y otras actividades relacionadas con las dinámicas en las grandes ciudades también ha influido en la salud. “En una zona rural hay menos ruido, la gente no sufre de estrés y hay menos situaciones traumáticas”.

Sí hay programas y ayuda
Las personas afiliadas al sistema actual de salud, tienen garantizada la atención de este tipo de consultas. Inicialmente se darían con un médico general, para que este remita al especialista según cada caso.

En Medellín se aborda la salud mental en los escenarios de violencias, conducta suicida, consumo de sustancias psicoactivas y trastornos mentales, desde diferentes secretarías.

La de salud se encarga de realizar programas preventivos donde los niños en etapa educativa, las madres, los jóvenes, los presos y los ancianos, obtienen información a través de instituciones como la escuela, las cárceles, ancianatos, y campañas en las comunas.

Además de disponer de la Línea amiga en salud: 444 44 48, donde se ofrece información, orientación y ayuda, a la población del municipio con problemáticas como el uso indebido de sustancias psicoactivas, suicidio, maltrato, violencia, bulimia, anorexia, depresión, farmacodependencia, salud sexual y salud familiar, y salud en general.

Si siente que necesita ayuda, no dude en pedirla a su Eps, o a personas que sienta cercanas y sepa que lo aprecian. Si se siente bien, esté atento a posibles síntomas de sus seres queridos, alguno podría estar necesitando ayuda.





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Por: CONFIDENCIAL COLOMBIA | @confidencialcol

El concejal Nelson Cubides (Partido Conservador), afirmó que Bogotá es la región del país con mayor prevalencia para cualquier trastorno mental, con el inconveniente de que la red de atención es insuficiente, pues según el concejal Cubides, hay muchos hospitales que no cuentan con personal psiquiátrico como es el caso de Centro Oriente, Pablo VI de Bosa y Usme.

En el Concejo de Bogotá, este martes inició se denunció la debilidad en la política pública de salud mental en la ciudad de Bogotá. Según el concejal Nelson Cubides, en la capital podría haber unas 78.000 personas que están en riesgo de padecer esquizofrenia, lo que podría considerarse uno de los precursores de trastornos mentales, comportamientos que asociados al consumo de sustancias psicoactivas pueden ser un agravante en la salud de la ciudadanía.

El concejal expresó través de un comunicado de prensa lo siguiente; “La salud mental podría ser el tema más descuidado en la salud pública de los últimos años. Las conductas negativas se vuelven cada vez más repetitivas en la sociedad: ataques con ácido, feminicidio, asesinatos, riñas, violencia doméstica, suicidios, entre otras, genera un sistema de alerta para las instituciones de salud”.

Lo que más preocupa la concejal son los factores de riesgo vinculados al desarrollo de trastornos mentales que se pueden ver agarbados por el acceso a drogas y alcohol, guerras, desplazamiento, aislamiento, falta de educación, nutrición deficiente o pobreza, desventaja social, discriminación, delincuencia, estrés, sobrecarga laboral, bullying que son aspectos desfavorables bastante visibles en la capital.

Es por esta razón, que el cabildante ha propuesto ejecutar un estudio en detalle sobre salud mental en la ciudad y de esta manera tener una cifra más detallada del comportamiento de los bogotanos, así como reformular la política distrital de salud mental.

Asimismo, se buscaría que sean asignados mayores recursos a la política y promover investigaciones respecto a la salud mental en habitantes de Bogotá. Otro objetivo en el que se debe priorizar según Cubides, es el concientizar a la población sobre esta problemática, apoyándose en la implantación de jornadas educativas y campañas en coordinación con la Administración Distrital.