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Aunque la tecnología nos facilita la vida. Cuando hacemos un uso intensivo de ella es importante recordar que disfrutar y compartir con los otros es básico para nuestra salud mental. El desafío está en que las tecnologías no reemplacen la proximidad, el afecto y la comunicación genuina que caracterizan a las relaciones humanas.

 





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Los prejuicios que tenemos sobre las personas (por su origen étnico, cultural, social o por su aspecto físico) inciden en nuestra interacción cotidiana, provocando formas de exclusión o discriminación. Descubrirnos como semejantes y estar abiertos al diálogo ayuda desarmar nuestros. En un mundo en el que cada día estamos más expuestos a pensamientos y formas de vida tan diferentes, abrir los ojos para entender las diferencias nos ayudará a vencer los obstáculos para la convivencia.