Junio 2021 | Edición N°: 1368
Por: Karem Priscila Díaz Díaz | Periodista de la Dirección de Comunicaciones

La Universidad de Loyola y la Pontificia Universidad Javeriana realizaron el foro Justicia socioambiental intercultural y superación del paradigma tecnocrático eficientista, llevado a cabo en tres sesiones remotas el 10, 17 y 24 de junio.


Cada vez es más frecuente escuchar los términos socioambiental y paradigma tecnocrático. Conceptos que hablan sobre la relación entre las dimensiones sociales (culturales, económicas y políticas) y ecológicas; y el uso extendido de la ciencia y la tecnología para optimizar el bienestar humano. La razón es que la humanidad llegó al punto en el que encontrar el equilibrio ecológico, social, cultural, individual y espiritual es la clave para no sucumbir a la crisis en la que se encuentra el mundo.

Para abordar los temas, la Universidad de Loyola, en España, y la Universidad Javeriana, en Colombia, reunieron a un grupo de académicos y especialistas que reflexionaron sobre la justicia socioambiental y el paradigma tecnocrático para luego revisar las soluciones a esta crisis y las acciones que ya se están adelantando.

Juan Antonio Senent, doctor en Filosofía del derecho, moral y política; y profesor titular de la Universidad Loyola, enfocó su conferencia en la justicia social intercultural. Manifestó que la ecología también supone el cuidado de las riquezas culturales de la humanidad en el sentido más amplio y lo que se necesita es repensar la relación del ser humano con el ambiente, teniendo muy presente las experiencias, conocimientos y relaciones que las comunidades tienen con el territorio que habitan. “Así mismo, la protección de la biodiversidad va de la mano de la protección de sociodiversidad. Que se extinga una cultura puede ser tan catastrófico como que se extinga una especie”, comentó Senent, citando al papa Francisco.

Aquí puede ver la primera sesión del foro: De la crisis a la Justicia Socioambiental.

Para entender y atender la crisis socioambiental, los procedimientos tecnológicos deben tener en cuenta e incorporar la perspectiva de los derechos de los pueblos y el proceso de su desarrollo cultural; de lo contrario lo que se estaría haciendo es ampliar la brecha que deja el paradigma tecnocrático al poner la ciencia sobre los valores socioambientales.

En este sentido, el profesor de la Universidad de Loyola resaltó la responsabilidad que la humanidad necesita tener sobre sus acciones. “La actividad humana no puede ser ejercida de modo autorreferencial en cuanto a que legitima cada acción querida en acción decidida por una sociedad. La sostenibilidad nos demuestra que la justicia va más allá de la mera voluntad ejercida en el seno de una sociedad”.

De esta forma, la acción humana razonable debe asumir las condiciones externas donde llevará a cabo su acción. Es decir, preguntarse por el fin que pretende y los medios que usará para alcanzar ese fin, al mismo tiempo que si es sostenible en el conjunto de la socioecología para continuar actuando en el futuro. “Un sistema social amparado en un sistema jurídico que a largo plazo no es sostenible, tampoco es justo en cuanto a que devora a sus propios actores. Asumir el criterio de sostenibilidad tiene un alcance civilizatorio. Por ello es necesario recuperar la sostenibilidad. Es una tarea humana que debe renunciar a su omnipotencia”, explicó el profesor Senent.

Esto se entiende como el criterio de justicia social y ecológica, donde se articula el bien común humano universal con el bien común de la naturaleza en la que se desenvuelven las prácticas humanas. Así mismo, el criterio de sostenibilidad significa un mundo donde todos los seres humanos, presentes y futuros, tengan una vida digna, viable y sostenible en armonía con el planeta.

El uso de la ciencia

¿Cuál es la salida a esta situación? ¿Es material o espiritual, individual o colectiva? ¿La salida tiene que ver con el sistema o con la acción humana? Fueron las preguntas con las que Manuel Pulgar, exministro del ambiente en Perú y líder de Clima y Energía para WWF Internacional, inició su presentación para abordar el paradigma tecnocrático.

De acuerdo con Pulgar, sea cual sea la respuesta que se dé a estas preguntas, no se trata de negar la ciencia y sus avances, sino de cuestionar hacia dónde el ser humano ha llevado el uso de la ciencia. “La creatividad humana se desvió del objetivo natural. Tenemos que reencaminar el objetivo hacia el bien común”.

Aquí puede ver la segunda sesión del foro: Superación del paradigma tecnocrático eficientista.

Esto, en sintonía con lo que expuso antes Senent, quiere decir que en el momento que las personas usan su creatividad para encontrar soluciones a necesidades para el bien común, necesita considerar los límites de esta para no ocasionar un conflicto de otro orden, ya sea ecológico, económico, social o cultural. “La raíz del problema del paradigma tecnocrático es que se ha roto la relación con Dios, el prójimo y el planeta”, expresó el exministro Pulgar.

El criterio de sostenibilidad significa un mundo donde todos los seres humanos, presentes y futuros, tengan una vida digna, viable y sostenible en armonía con el planeta.

Una muestra clara de esta realidad es la constante de que el hombre considera que tiene más tiempo para encontrar la solución a lo que las generaciones pasadas o actuales han ocasionado en el cambio del comportamiento del planeta. Sin embargo, hoy en día, la naturaleza muestra con claridad que ya no hay más tiempo para seguir posponiendo acciones definitivas que frenen, por ejemplo, el consumo anticipado de los recursos naturales que la tierra regenera cada año. “Tenemos que asumir acciones hoy para alcanzar el resultado deseado mañana”, comentó Manuel Pulgar.

A esta situación se suma lo que el conferencista llamó la “cultura de la rapidación” y la cultura del descarte (propuesta por el papa Francisco) que impide a la humanidad comprender el funcionamiento sistémico de la vida y su interés es dominarla y transformarla para su propio beneficio.

Aquí puede ver la tercera sesión del foro: Horizontes de transformación.

Sin embargo, nunca como hoy, explicó Pulgar, el mundo ha estado de acuerdo de hacia dónde quiere ir y que debemos hacerlo juntos. “Están emergiendo los elementos de una economía nueva, condicionada por la variante climática y la pérdida de la naturaleza. Estamos en transiciones de energía, de industria, de ciudades y del cambio del uso del suelo y tenemos que trabajar los elementos de la transición justa para no generar efectos no deseados de estas transiciones. La conclusión es que la construcción de una visión climática, si no está vinculada al cambio individual, material y espiritual, no podrá ser alcanzada”.