Octubre 2021 | Edición N°: 1372
Por: Hoy en la Javeriana | Dirección de Comunicaciones



No hace muchos años, el periódico era el portador casi exclusivo de las noticias. Todos los días llegaba a los suscriptores, -lo tiraban por debajo de la puerta-, o se podía comprar en las calles donde los voceadores lo anunciaban, añadiendo un titular de impacto. Con la llegada de la radio, primero, y después de la televisión, las posibilidades de informarnos se ampliaron notablemente: los noticieros, emitidos en horas de alta audiencia, entraron a figurar en la agenda diaria. La credibilidad no estaba en discusión.

Todo esto cambió de manera radical con el advenimiento de la era digital, de los computadores y la web que nos permitieron conectarnos de una manera asombrosa, logrando que las noticias volaran y en un “instante” quedaran al alcance de todos, incluso mediante transmisiones en vivo y en directo, desde el mismo lugar de los acontecimientos. Pero ahí no terminaron los cambios. Con las redes sociales, que rompieron el monopolio mediático y aumentaron la libertad de expresión, los emisores de mensajes públicos se multiplicaron sin límite y junto a las noticias publicadas por oficinas y agencias de prensa, empezó a circular información originada por personas y grupos, no siempre identificables, que una vez ‘viralizada’, -término de reciente cuño-, alcanza a millones de individuos, influyendo, no solo en su pensamiento, sino también en su conducta. Es así como en un segundo, gracias a un bulo, -una palabra muy usada para referirse a una noticia falsa propagada con algún fin-, se puede, por ejemplo, crear pánico o acabar con el prestigio de una marca o un individuo. Por otra parte, los datos personales de los usuarios o consumidores, registrados por doquier gracias a la telefonía móvil, se convirtieron en un producto comercial de gran rentabilidad.

De esta forma llegamos al mundo que hoy vivimos, ‘la aldea global’ de la que hablara en 1969 el profeta de la información de masas Marshall McLuhan. En efecto, la sociedad del siglo XXI ha quedado dotada con unos medios de comunicación extraordinarios y poderosos, con una capacidad impresionante para movilizar multitudes y también para desinformar de manera estratégica amplios sectores de la población. Creados y controlados por unas empresas privadas de patrimonios económicos descomunales, han dado lugar a un tipo de negocio en el que, como lo anotan las periodistas Sheera Frenkel y Cecilia Kang en su reciente libro Manipulados – La batalla de Facebook por la dominación mundial (Debate, 2021), fruto de una cuidadosa investigación, se puede advertir “una dicotomía fundamental y tal vez irreconciliable: su supuesta misión de mejorar la sociedad conectando a la gente a la vez que obtiene beneficios de ella”.

“Todos somos responsables de la comunicación que hacemos, de las informaciones que damos, del control que juntos podemos ejercer sobre las noticias falsas, desenmascarándolas. Todos estamos llamados a ser testigos de la verdad”, papa Francisco.

Estos temas han venido cobrando especial relevancia en los últimos tiempos dada la gran influencia que hoy tiene en la sociedad el manejo de la información mediante los recursos que han surgido con el desarrollo tecnológico. En su mensaje con motivo de la 55ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, celebrada en enero pasado, el papa Francisco se refirió a “los riesgos de una comunicación social carente de controles”. Dijo el Santo Padre: “Hemos descubierto, ya desde hace tiempo, cómo las noticias y las imágenes son fáciles de manipular, por miles de motivos, a veces sólo por un banal narcisismo. Esta conciencia crítica empuja no a demonizar el instrumento, sino a una mayor capacidad de discernimiento y a un sentido de la responsabilidad más maduro, tanto cuando se difunden, como cuando se reciben los contenidos”. Su advertencia es clara: “todos somos responsables de la comunicación que hacemos, de las informaciones que damos, del control que juntos podemos ejercer sobre las noticias falsas, desenmascarándolas. Todos estamos llamados a ser testigos de la verdad”.

En nuestra Universidad el tema de prensa y comunicaciones ha merecido especial atención de tiempo atrás. Así lo indican la creación, en la primera década de la Javeriana restablecida, de Revista Javeriana y de la Escuela Superior de Periodismo y Radiodifusión, origen de la actual Facultad de Comunicación y Lenguaje; lo mismo que la publicación de Hoy en la Javeriana, que empezó a circular en 1961, la creación del sitio web de la Universidad, abierto en 1998, así como nuestra incursión en el mundo de las redes sociales desde 2009. Además, es muy amplio el abanico de publicaciones y boletines que en diversos formatos se producen en todas las unidades de la Universidad.

Pero nuestra preocupación y el esfuerzo institucional no solo se orientan a la tarea de informar sobre lo que hacemos y la rigurosa formación de los futuros comunicadores y periodistas. La Javeriana procura que todos los miembros de la Comunidad Educativa asuman con cuidado y responsabilidad su papel como usuarios de las redes sociales, -ciudadanos de la aldea global-; de tal forma que el manejo de la información que se recibe y aquella que se hace circular esté en consonancia siempre con la verdad y el respeto a la dignidad humana. Para nuestra Universidad, este es un compromiso indeclinable.