
San Ignacio de Loyola, ejemplo de transformación
Este año, la celebración del día de san Ignacio de Loyola, 31 de julio, y de la Semana del Carisma Ignaciano que la Universidad desarrolló del 26 al 30 de julio, tuvo una connotación especial: la conmemoración de los 500 años de la herida que Ignacio de Loyola recibió en una de sus piernas durante la batalla que libraba en Pamplona cuando era soldado del ejército español, en el año 1521.

Fue gracias a este acontecimiento que Ignacio quedó tendido en cama y para pasar el tiempo comenzó a leer la Santa Biblia y libros con la vida de los santos. Lecturas que causaron en él una honda experiencia espiritual y que dieron origen a lo que hoy en día conocemos como la espiritualidad ignaciana, la Compañía de Jesús y una de sus obras: la Pontificia Universidad Javeriana.
La transformación espiritual que tuvo san Ignacio de Loyola fue la inspiración para la Semana del Carisma Ignaciano que llevó por título “Transformándonos para un mundo nuevo”, también en relación con el llamado del papa Francisco a construir un mundo más sostenible y fraterno.
“Sumergirse en la sabiduría, en el conocimiento, la lectura y en la búsqueda del puede abrirnos a una transformación interior”, P. Hermann Rodríguez, S.J.
Los diferentes conversatorios y conferencias, que se realizaron de forma remota través de la plataforma zoom, tuvieron como eje central la herida de san Ignacio, y a partir de allí se reflexionó sobre las heridas de la humanidad, el futuro de los jóvenes, los afectos y emociones desde los ejercicios espirituales y la herida ecológica de la Amazonía, entre otros.
La clausura de esta especial e identitaria semana para la comunidad javeriana se hizo con la eucaristía presidida por el padre Hermann Rodríguez Osorio, S.J. provincial de la Compañía de Jesús en Colombia y Vice-Gran Canciller de la Pontificia Universidad Javeriana.
En su liturgia, el padre Hermann imaginó los mensajes y consejos que san Ignacio daría hoy a los universitarios bajo la premisa que él mismo dijo a san Francisco Javier y transformó su vida: “De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida”.
“Lo primero que diría san Ignacio es: no sean tibios sobre la actitud delante de la vida. San Ignacio vivió su vida con total intensidad (…) con pasión y entusiasmo. Así que lo contrario es la tibieza, la mediocridad. Un primer mensaje para los universitarios es dejar atrás a la mediocridad y entusiasmarse con un proyecto de vida”, expresó el provincial.
El segundo mensaje está relacionado con la lectura y el aprendizaje, pues los libros abrieron la mente, el corazón y las entrañas de san Ignacio. “Sumergirse en la sabiduría, en el conocimiento, la lectura y en la búsqueda del saber de una manera disciplinada puede abrirnos a una transformación interior”, invitó a los estudiantes el padre Hermann.

El silencio y la quietud también son clave en la vida de las personas, en especial de los jóvenes, donde el padre resaltó que aprender a guardar silencio es el mejor maestro, así como saber escucharse y escuchar la voz interior que el Espíritu Santo dirige a nuestro interior, todo ello complementado con la quietud.
Finalmente, el provincial invitó a los estudiantes a encontrar en los amigos los mejores aliados para cumplir los sueños y a compartir el conocimiento adquirido en la Universidad con los otros. “Todo lo que aprendemos y sabemos en la Universidad, no tiene otra función que ayudar a transformar el mundo, de forma que todos podamos participar de una manera justa y equitativa de los bienes que Dios nos ha regalado. Y como lo vivió san Ignacio al no ser ajeno a los dolores y sufrimientos de nuestro pueblo, dar una respuesta generosa para ayudar a transformar nuestro mundo en un mundo más amable”.