La Universidad de París fue el escenario de encuentro entre dos hombres que hoy ofrecen inspiración al quehacer javeriano. Ignacio de Loyola, un adulto que emprendió un camino de transformación interior tras la herida de una bala de cañón, un peregrinaje que marcó en él una gran experiencia vital y Francisco Javier, un joven vanidoso y disciplinado en el deporte, con grandes aspiraciones y deseos. Ambos llegan a la universidad por razones diferentes: Ignacio, en búsqueda de la formación que le permitiera validar su empresa espiritual, y Francisco en el hallazgo de un lugar que le ofreciera nuevas condiciones para mantener su vida de noble. El encuentro de estos dos gigantes de la Iglesia se dio en un contexto de[…]