Un peso débil
Pocas veces un precio cambia tanto como ha variado el precio del dólar en Colombia en los últimos meses.
Cuando ya nos habíamos acostumbrado a un dólar bien debajo de los cuatro mil pesos, alcanzó a superar un par de meses los $4600, y con una volatilidad de montaña rusa, que hoy lo tiene en $4300. Ningún experto se atreve a pronosticar un precio del dólar por debajo de los cuatro mil pesos para diciembre.
¿Por qué ha pasado esto? ¿Nos tocará sólo aguantar las consecuencias?
Es cierto que el dólar caro se debe en gran parte a la guerra de agresión de Rusia a Ucrania, que puso de cabeza la economía mundial elevando el precio del gas y el petróleo, primero en Europa y después en el resto del mundo. La guerra y la energía carísima hace prever que más temprano que tarde se presente una contracción de la economía en Europa y que en el resto del mundo cada economía crezca menos de lo esperado. Estados Unidos, por el contrario, ha seguido creciendo lo que fortalece su moneda frente al euro.
Una segunda razón detrás del encarecimiento del dólar es la inflación de precios. La pandemia de covid-19 nos dejó con serios problemas en el comercio internacional: los desajustes causados por los cierres de puertos y restricciones al transporte, demoraron la producción y el abastecimiento. Al tratar de volver a la normalidad, todos los países quisieron reabastecerse al tiempo, llevando a una subida de precios generalizada. Con la crisis del covid-19, todos los países decidieron salir a proteger empleos y el ingreso de los más pobres, estimulando las economías como nunca antes. Este estímulo impulsó más la economía y la inflación.
Para enfriar el recalentado motor de la economía del mundo, y que así bajen los precios, los bancos centrales han venido subiendo la tasa de interés, comenzando por el de Estados Unidos. Como esa es la economía más fuerte y grande del globo, allá se han ido muchos ahorros y capitales, buscando esos mayores intereses, comprando dólares por doquier, siendo esta la tercera causa clave del encarecimiento del dólar.
Tanto la guerra como la inflación son inciertas. No sabemos cuándo comenzarán a bajar los precios. Tampoco sabemos cuáles serán las movidas militares de Rusia, cuánto durará la guerra ni cuánto afectará a Europa. Esta incertidumbre hace que muchos envíen sus ahorros e inviertan en Estados Unidos y en dólares. Ni el Oro ni el bitcoin, por fortuna, son alternativa para quienes buscan seguridad.
Con la crisis del covid-19, todos los países decidieron salir a proteger empleos y el ingreso de los más pobres, estimulando las economías como nunca antes.
A todas estas hay que sumarle que aquí en Colombia también hay incertidumbre. No se sabe qué ocurrirá con el nuevo gobierno de Gustavo Petro, cómo gobernará, ni cuál será el efecto de sus políticas. Primero, porque el Pacto Histórico y quienes están en su coalición son un grupo político que nunca antes había tenido experiencia en el gobierno nacional o controlando el Congreso. Segundo, porque los anuncios de política son radicalmente diferentes a lo que se hacía aquí -el cambio por el que votó Colombia- y no se sabe cómo afectarán a las empresas, a los ahorradores, a las familias.
Esta incertidumbre en el nuevo gobierno también genera aprehensión en quienes pueden cubrirse de lo temido (mayores impuestos, por ejemplo) ahorrando en dólares. Las empresas buscan pagar sus deudas en dólares, no sea que les cueste más después, o llevarse utilidades de años anteriores para evitar también el pago de mayores impuestos.
No es sólo que el dólar está caro, es que el peso colombiano también se ha debilitado. La incertidumbre no se resolverá pronto y muchos de los efectos de la pandemia, de la guerra, y del nuevo gobierno llegaron para quedarse. El dólar caro y el peso barato estarán con nosotros un buen tiempo.
Además de aguantar hay que actuar en esta nueva circunstancia. Claro que la devaluación del peso colombiano hace que comprar local rinda más, sustituyendo lo importado por lo producido. Pero hoy hay una nueva estructura de oportunidades: el dólar caro nos llevará a importar menos, a desarrollar productos y empresa para el mercado interno y a producir con mayor rentabilidad para exportar. Los trabajadores virtuales colombianos, que aprendieron con la pandemia, pueden mejorar su ingreso a niveles no vistos. Las remesas de las familias rinden como nunca, y permitirán comprar vivienda a familias que antes no lo habrían podido hacer.
Ante el miedo y la incertidumbre, que hace barato lo de Colombia, cada inversionista que decide confiar, invertir y producir desde aquí, con riesgo, logrará lo impensable hace apenas cinco meses.