Activismo visual y tecnopolítica en el paro nacional de octubre de 2019 en Ecuador
Christian Manuel León Mantilla1Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador. Contacto: christian.leon@uasb.edu.ec
Resumen
Las movilizaciones de octubre de 2019 constituyen un hecho singular en el escenario político, cultural y comunicativo del Ecuador posprogresista. En este paper dimensionamos la novedad de las movilizaciones caracterizándolas como un acontecimiento visual y transmedia que sitúa la política contenciosa de los movimientos sociales y los grupos levantados en el campo de la lucha por la visualidad, actualmente instalada en los escenarios físicos, mediáticos y digitales. A través de estrategias del activismo mediático hibrido, actores provenientes de las organizaciones sociales, organizaciones de DD. HH., del sector de medios alternativos, líderes políticos y ciudadanía sin vinculo orgánico lograron posicionar el sentido y las razones de la protesta, así como visibilizar la represión y la violación de DD. HH. negada por el Gobierno.
El movimiento indígena, las mujeres y los jóvenes se transformaron en motivos centrales del activismo visual, que los dotó de valores libertarios, cívicos, anticoloniales y heroicos. A través de los lenguajes de la fotografía, la ilustración, el audiovisual y el videoclip se desarrolló un poderoso activismo mediático híbrido, de connotaciones plurales, interclasistas, interculturales e intergeneracionales. El activismo visual generó abundante documentación, que se convirtió en una memoria de la movilización, al mismo tiempo que se construyó un poderoso proceso de ficcionalización y mitificación de la lucha que se expandió por las barricadas callejeras, las trincheras mediáticas y los frentes abiertos en redes sociales conjurando los distintos matices del acontecimiento —ahora visual y aumentado—.
Palabras clave: activismo visual, tecnopolítica, movimientos sociales, Ecuador.
Introducción
Los once días de movilización y paro vividos en octubre de 2019 constituyen un punto de inflexión en el escenario político y cultural ecuatoriano, abierto en el contexto de lo que algunos autores han empezado a denominar como posprogresismo (Herrera et al., 2020). Las protestas, que incluyeron marchas, movilizaciones, plantones, performances, cierre de carreteras, manifestaciones de barrios populares, toma de edificios públicos, producción alternativa de videos, acciones en redes sociales, tuitazos y acciones en Facebook, Instagram, etc., generaron un acontecimiento político y comunicativo sin precedentes, con una original dimensión transmedia.
Por esta razón, consideramos al paro de octubre de 2019 un acontecimiento político, visual y transmedia que desbordó los marcos institucionales, las representacionales y los discursivos del escenario posprogresista generando un complejo proceso de emergencia de significantes no previstos dentro del contrato social y por los códigos establecidos de comunicación. Las novedosas formas de articulación de los repertorios de protesta que conectaron una pluralidad de actores y demandas expresadas a través de la agencia visual en múltiples plataformas y medios explican gran parte de la irrupción del acontecimiento de octubre. Es imposible pensar la novedad de los hechos sin abordar la capacidad de agenciamiento que tuvieron las imágenes en la convocatoria, la movilización y la construcción discursiva y simbólica a través de distintas tecnologías y soportes, que dialogan y se amplifican en las ecologías digitales contemporáneas.
Fundamento conceptual y marco teórico
Como lo ha planteado Nicholas Mirzoeff, el incremento de la producción y el consumo de imágenes, la crisis de los valores de la Ilustración, la crisis de legitimidad del texto escrito y la emergencia del pensamiento posmoderno generaron la consolidación del paradigma de la “cultura visual”, que considera a “lo visual como un lugar en el que se crean y discuten los significados” (Mirzoeff, 2003, p. 24). La cultura visual se ha transformado hoy por hoy en el escenario predominante en el que se producen las nuevas formas de acción social y disputas políticas.
En este sentido, podemos pensar las plurales y diversas formas de agenciamiento político de las imágenes provocadas en el contexto ecuatoriano como una manifestación de lo que Mirzoeff ha denominado como activismo visual. Según el teórico británico, las últimas décadas se han caracterizado por la emergencia de nuevos movimientos políticos que, a través del uso de medios sociales, han generado pensamiento visual que cuestiona la representación e impulsa el cambio (2016, p. 228). El activismo visual es una estrategia de agenciamiento y lucha de los sujetos y los movimientos sociales en un contexto caracterizado por las nuevas tecnologías de la comunicación, el predominio de la cultura visual y la crisis de la representación. El activismo visual es un uso propositivo de la cultura visual “para crear nuevas imágenes propias, nuevos modos de ver y ser vistos, y nuevas maneras de ver el mundo” (Mirzoeff, 2016, p. 260).
En un sentido paralelo al activismo visual, varios autores han acuñado el concepto tecnopolítica para referirse a las formas de acción colectiva mediadas digitalmente, y que conectan a múltiples sujetos en red para generar cambios tanto en el espacio físico como en el mediático y en el digital. Según Javier Toret, la noción de tecnopolítica hace referencia al
[…] uso táctico y estratégico de las herramientas digitales para la organización, comunicación y acción colectiva como concepto clave para entenderlas. Desde la perspectiva del sistema red, la tecnopolítica puede redescribirse como la capacidad de las multitudes conectadas, de los cerebros y cuerpos conectados en red, para crear y auto modular la acción colectiva. (Toret, 2015, pp. 35-36)
El activismo visual y la tecnopolítica tienen puntos en común, ya que permiten comprender las nuevas formas de agenciamiento de las movilizaciones sociales en un contexto signado por la presencia, cada vez más decisiva, de la cultura visual y las redes digitales. Los dos enfoques plantean que los acontecimientos políticos del mundo contemporáneo están caracterizados por la mediación visual y tecnológica de la acción social. Según Mirzoeff, la omnipresencia de la cultura visual en las sociedades contemporáneas está generando que los acontecimientos tengan un carácter cada vez más visual. Por su parte, Toret ha planteado que, por efecto del incremento de la interconectividad en las sociedades contemporáneas, vivimos en un sistema-red, dentro del cual emergen acontecimientos aumentados (Toret, 2013).
Enfoque o metodología
Para realizar el trabajo, el equipo de investigación partió de compilar 4724 imágenes, obtenidas a través de archivos de medios, redes sociales y actores que directamente estuvieron involucrados en la creación de imágenes. Dentro del total de imágenes compiladas, el 73 % fueron fotografías, el 7.6 % fueron videos, el 3.5 % fueron productos audiovisuales, el 3.4 % fueron ilustraciones, y el 2.7 % fueron videos en vivo, como se puede apreciar en el anexo 1. Sobre la base de este universo de imágenes, de distinto tipo y formato, se hizo una selección de las imágenes más representativas, de acuerdo con el género y el tipo de imagen. Finalmente, se estableció una correspondencia con las siguientes categorías de análisis: Conflictividad social (siete imágenes), Símbolos de la protesta (nueve imágenes), y Actores en disputa (trece imágenes). A través de esta selección de 29 imágenes, que incluyen fotografías, transmisiones televisivas, video streaming, fotografías, ilustraciones, gráficas digitales y videoclips, se fijó un corpus de análisis, que permitió establecer los discursos, los imaginarios y las representaciones visuales del activismo visual transmedia que caracterizó las movilizaciones y las protestas de octubre. Estas imágenes fueron examinadas mediante los principios del análisis visual propuesto por Mieke Bal (2016), así como en cuanto a aspectos relacionados con la producción y de la imagen misma, en sus modalidades composicional y social, según las metodologías propuestas por Gillian Rose (2019).
Resultados relevantes
La proliferación de imágenes producidas y trasmitidas por redes sociales y medios digitales realizadas por actores opuestos a las medidas de ajuste planteadas por el gobierno de Lenín Moreno configuraron un poderoso activismo visual, que se activó en su dimensión tecnopolítica y estuvo caracterizado por la pluralidad, la creatividad y su carácter contrainformacional frente a la visualidad construida por los grupos hegemónicos.
Frente al cerco mediático, un nutrido y plural conjunto de actores provenientes de las organizaciones sociales, de organizaciones de DD. HH., del sector de medios alternativos, de líderes políticos y de ciudadanía sin vinculo orgánico emprendieron un conjunto de estrategias de activismo visual y acciones tecnopolíticas para visibilizar el sentido y las razones de la protesta, así como la represión y la violación de DD. HH. negadas por el gobierno y los medios privados. Estos actores —desde su identidad, su agenda y su lenguaje— convergieron en la construcción de una visualidad alternativa en el espacio físico, mediático y hipermediático respecto de las luchas y las movilizaciones que se producían en distintos lugares del país.
Los actores opuestos al ajuste y a las medidas decretadas por el gobierno conformaron una multitud conectada a través de un enjambre de imágenes y mensajes que, en su conjunto, abrieron una nueva y plural mirada sobre los acontecimientos. A través de fotografías, ilustraciones, videos informativos, documentales, videoclips y trasmisiones en vivo, estos actores posicionaron, desde el territorio, el carácter generalizado y nacional de la protesta, así como el hecho de que la violación del Estado de derecho no estaba únicamente en los actos de vandalismo y violencia que visibilizaron los medios corporativos, sino también, en la violenta represión por parte de la Policía y las Fuerzas Armadas.
En los actos de protesta, un conjunto de símbolos emergentes apareció como distintivos de la lucha que se daba en las calles, y luego pasaban a la esfera mediática y a las redes sociales. Objetos como la bandera tricolor, los escudos de los manifestantes y objetos asociados a rituales de celebración indígena, así como emblemas del trabajo de cuidado, paulatinamente se convirtieron en símbolos del levantamiento que condensaban de forma visual y tecnopolítica las demandas de los manifestantes.
Nuestra hipótesis es que la condición de acontecimiento reconocible en el contexto de las movilizaciones de octubre está relacionada con un traslado inédito de la política al campo de lucha visual, que se vivió en los escenarios físicos, mediáticos y digitales. El acontecimiento político, visual y transmedia que fue octubre desestabilizó las significaciones establecidas y se convirtió en un significante en disputa por parte de los distintos actores en conflicto.
Los repertorios contenciosos de las organizaciones, los actores y la ciudadanía incorporaron una serie de discursos que tuvieron un fuerte componente visual, expresado en carteles, pancartas, banderas y grafitis que acompañaron movilizaciones en el espacio público, así como fotografías, gráficas, ilustraciones, videos, clips, memes y demás productos informativos y artísticos distribuidos en redes sociales y los medios alternativos, y que generaron un impacto en la opinión pública. Las movilizaciones de octubre produjeron un enjambre de imágenes que acompañaron la protesta callejera, permitieron una visibilidad mediática y la viralización en redes sociales. Estas imágenes posicionaron un conjunto de imaginarios, símbolos y discursos visuales que incidieron decisivamente en el desarrollo de los acontecimientos políticos, la alineación de los actores y la correlación de fuerzas que terminó en la negociación final entre el movimiento indígena y el Gobierno nacional.
Conclusiones
Las protestas de octubre fueron sostenidas por distintos actores que participaron en distintos momentos, de diferente manera, con su propia agenda. Organizaciones de transportistas, sindicales, indígenas, mujeres, jóvenes, ecologistas y profesionales, así como ciudadanía no organizada, expresaron su descontento en las calles y las redes sociales, y así confirmaron una pluralidad de identidades en el escenario político. De entre todo este espectro, destacan como actores protagónicos los indígenas, las mujeres y los jóvenes, que tuvieron una enorme visibilidad y revelaron nuevos liderazgos dentro del movimiento social. Estos actores irrumpieron en las calles, los medios y las redes sociales y generaron imaginarios de empoderamiento ciudadano a través de un conjunto de repertorios visuales tan inéditos como creativos.
A pesar de su fugacidad, la insurrección de octubre fue un hito en la historia de las movilizaciones contemporáneas del Ecuador, y que evidenció profundas transformaciones en la vida política, social, comunicativa y subjetiva. Las razones de esta incidencia tienen que ver con el uso de repertorios y tecnologías visuales por parte de actores diversos que generaron innovadoras formas de activismo visual, movilización transmedia y acciones tecnopolíticas realizados en la calle, los medios y los hipermedios, en respuesta a las acciones concertadas entre el Gobierno, grupos de poder y medios privados. A través de estrategias del activismo mediático hibrido, actores provenientes de las organizaciones sociales, organizaciones de DD. HH., del sector de medios alternativos, líderes políticos y ciudadanía sin vinculo orgánico lograron posicionar el sentido y las razones de la protesta, así como visibilizar la represión y violación de DD. HH. negadas por el Gobierno.
A pesar de que, en el mediano plazo, las demandas de las movilizaciones de octubre no se cumplieron, las multitudes conectadas pusieron en práctica nuevas formas de agenciamiento tecnopolítico en batalla simbólica por la visibilidad. Esto se produjo a través del uso contrainformacional de las imágenes, así como gracias a estrategias afirmativas que lograron articular una nueva visibilidad, basada en la construcción de una simbólica de la protesta y en el enaltecimiento gráfico y audiovisual de los actores movilizados. Símbolos como la bandera nacional, los escudos artesanales de los manifestantes, los objetos asociados a la fiesta indígena y los implementos vinculados a las labores de cuidado se transformaron en significantes de lucha y resistencia frente al juste y el autoritarismo del Gobierno.
El movimiento indígena, las mujeres y los jóvenes se transformaron en motivos centrales del activismo visual, que los dotó de valores libertarios, cívicos, anticoloniales y heroicos. A través de los lenguajes de la fotografía, la ilustración, el audiovisual y el videoclip, se desarrolló un poderoso activismo mediático híbrido, de connotaciones plurales, interclasistas, interculturales e intergeneracionales. A través de la imagen, se logró generar una abundante documentación, que se convirtió en una especie de memoria de la movilización, al mismo tiempo que se construyó un poderoso proceso de ficcionalización y mitificación de la lucha que, como nunca antes, se expandió por las barricadas callejeras, las trincheras mediáticas y los frentes abiertos en redes sociales conjurando los distintos matices del acontecimiento —ahora visual y aumentado—.
Referencias
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