Columna de opinión
Marzo 11, 2024
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Retorno social de la educación

Víctor Manuel Sierra Naranjo, vicerrector administrativo

La educación es uno de los factores que más influye en el avance y progreso de las personas y las comunidades. Además de proveer conocimientos y habilidades, la educación enriquece la cultura, el espíritu, los valores y todo aquello que nos caracteriza como seres humanos.

En general, la sociedad a través de todos los tiempos ha reconocido la importancia que tiene la educación y el conocimiento. Platón escribió: “Si un hombre deja de lado la educación, camina cojo hasta el final de su vida”.

Entendida la importancia de la educación en el desarrollo y en el mismo capital humano y social, muchos economistas han abordado la temática de la educación como inversión; entre estos sobresalen algunos premios Nobel como T. Schultz quien sostuvo que la inversión en la educación explica el crecimiento y gran parte de las mejoras en la calidad de la población.

Uno de los abanderados en la evolución del concepto de desarrollo es el premio nobel de economía Amartya Sen quién expuso que este es el proceso de expansión de las capacidades del que disfrutan los individuos. También se refiere a las capacidades como las libertades fundamentales (o reales) que pueden poseer los individuos.

La educación es una capacidad esencial, según Sen. Cuando la persona es analfabeta su habilidad para entender e invocar sus derechos es limitada y su falencia educacional puede liderar otra clase de privaciones. Mientras que la educación contribuye a reducir la privación básica, la falta de educación tiende a hacer persistir el problema para las personas que están en los estratos sociales más bajos, cuyos derechos no son respetados porque ellos no tienen la habilidad de leer, observar y demandar, ni saben cómo hacerlo. Así, la diferencia educacional se relaciona con la diferencia de clases.

Al mismo tiempo, la educación permite al individuo socializarse e intercambiar ideas y obtener un empleo, por ello ayuda a aumentar la libertad y disminuir la inseguridad. Sen relaciona la inseguridad personal con la social, y manifiesta que la misma proviene de muchos caminos, pudiendo la educación tener un rol importante en este aspecto. Las desigualdades en acceso, inclusión y logros escolares conducirán a diferencias en habilidades, que a su vez diferencian la participación de los individuos en el mundo contemporáneo.

Así mismo, Sen en sus textos destaca otras externalidades positivas de la educación, como el rol que tiene en la salud, pudiendo, por ejemplo, disminuir las epidemias; permite el progreso de un país al facilitar la participación en la economía global. Además, por medio de la educación pueden fomentarse actitudes favorables al desarrollo, por ejemplo, puede acrecentarse el diálogo social, promoviendo la estabilidad y la paz dentro de la comunidad, las cuales son deseables por sí mismas.

En las dos últimas décadas, Colombia ha visto grandes mejoras en la cobertura en educación y especialmente en la educación superior. Sin embargo, existen también percepciones negativas en cuanto a la inversión requerida, el tiempo que toma la realización de los programas y el temor a no obtener un retorno económico en el futuro. Es importante entonces construir mecanismos integrales de evaluación de la inversión en la educación que no solo midan el retorno financiero de la educación, sino también el retorno social y que estos sean determinantes para asignar recursos por parte de inversionistas sociales y filántropos, gobierno e instituciones privadas que deben priorizar los recursos en función del impacto esperado, convirtiendo el retorno financiero y social de las inversiones en un indicador importante para las familias, pero también para fundaciones, empresas y otro tipo de instituciones.

La medición de impacto en la educación es compleja, pero posible, ya que va más allá de la capacidad de generar ingresos del individuo. La educación también afecta los beneficios privados y sociales no comerciales (Mcmahon & Oketch) estos incluyen una mejor salud propia, salud infantil, salud del cónyuge, mortalidad infantil, longevidad, fertilidad, eficiencia del hogar, gestión de activos y felicidad. Los beneficios sociales incluyen una mayor democratización, derechos civiles, estabilidad política, reducción del crimen, menores costos de prisión, salud y bienestar, y nuevas ideas, además de contribuciones vía impuestos y el aporte de parafiscales que contribuyen al crecimiento económico y social. En conclusión, los beneficios individuales mejoran el desarrollo de toda la comunidad.

Dirijamos nuestras decisiones entorno a la educación entendiendo que no solamente sirve como un factor generador de ingresos o como un mecanismo para preparar al individuo en habilidades técnicas (obviamente importantes), sino que también su importancia va más allá y es la fuente de muchas externalidades positivas individuales y sociales y nos permite igualmente reconocer la naturaleza del mundo, con sus diversidades y riquezas, y apreciar la importancia de la libertad y el razonamiento.