Narrativas

Y tú, ¿crees que hay otras formas de contar las migraciones? Nosotros lo creemos y sabemos que estas tienen muchos lenguajes, que se pueden narrar desde el arte, desde la música, el teatro y la literatura, desde los sentidos y la sensibilidad. Por eso en esta sección encontrarás un mundo sin fronteras tejido con iniciativas gestadas entre narrativas que le apuestan a contarlo todo a partir de otro enfoque, que nos permiten leernos y reconocernos desde otras voces y perspectivas.

Tierra fértil

FOTOREPORTAJE SOBRE COLOMBIANOS REFUGIADOS EN ECUADOR

Hombres y mujeres de descendencia awá, que un día migraron hacia otro país, a causa el conflicto armado en Colombia, han compartido sus sueños y sus luchas en Ecuador, a través de un proyecto asociativo.

Por Maritza Palma Lozano

Alrededor de los años 2003 y 2006 familias campesinas de Altaquer, Magüí y Tallambí, entre otras zonas veredales del departamento de Nariño, salieron de sus tierras, sus tradiciones y sus cotidianeidades para buscar un rumbo que los salvara del conflicto armado colombiano. Cruzaron al otro lado de la frontera.
Una vez en esa región ecuatoriana, que da continuidad a una cordillera y a un paisaje de montañas, que en las mañanas se encuentran rodeadas de caminos de niebla, varias de esas mismas familias refugiadas se concentraron en Lita, un municipio de la provincia de Imbabura en donde el sol ya empieza a pegar fuerte sobre el medio día.
Los desplazamientos hacia esa zona continuaron y al 2011 llegaron a reunirse hasta 35 familias, conformadas a su vez por 124 personas, quienes compartían unas características comunes más allá de la nacionalidad: huyeron del conflicto pero ahora querían trabajar juntos para tener una tierra donde vivir y donde cultivar.
Hoy en día muchos de ellos hacen parte de los 121.317 refugiados colombianos que viven en Ecuador y de los 365.000 (ACNUR, 2015) que habitan en todos los continentes de este planeta.
El pasado común fue un motivo para hacerlos más fuertes, y así como muchas víctimas del conflicto colombiano que están alrededor del mundo, los colombianos refugiados en Lita le apostaron a la organización social, a continuar construyendo su proyecto de vida con otros; por eso varios de ellos actualmente son miembros de la Asocia­ción de Pequeños Productores Agropecuarios Awá, conformada por colombianos y ecuatorianos que iniciaron un proyecto productivo desde el año 2007. Dicho proyecto se constituyó legalmente desde el 25 de noviembre del 2011, con el apoyo de ACNUR y el Fondo Ecuatoriano Populorum Progressio (FEPP).
A partir de la unión de fuerzas, voluntades y sueños de aquellos integrantes de la Asociación que persistieron (pues de las 35 familias fueron quedando menos de 20), reunieron más de 11 mil dólares americanos para comprar un lote y repartirlo en partes iguales, tanto para vivienda como para cultivo.
Actualmente cuentan con cultivos que van desde la caña, el plátano, y el orito hasta cítricos y otros productos como cacao y café. Por eso, no sin razón una de las mujeres que conforma la Asociación afirma: “Dios nos ha bendecido y lo que sembremos se nos da”.
Siempre tuvieron a su favor el hecho de que todos comparten la tradición del trabajo en el campo y desde sus costumbres, forjadas en Colombia, le han dado un valor especial al hecho de compartir y construir con el otro, como labor solidaria en la que entre varios le aportan a un trabajo común, lo que en resumidas cuentas para ellos se llama la minga.
De esta manera, las manos que tejen y las manos que cosechan se convierten también en las manos que reivindican sus derechos con el apoyo de organismos internacionales y organizaciones del tercer sector. Son manos que desde sus lugares siguen labrando sus caminos y sembrando sueños.

Pueblo de migrantes

REPORTAJE MULTIMEDIA SOBRE LA MIGRACIÓN EN SANTUARIO, RISARALDA

El Eje cafetero se ha caracterizado históricamente por ser una región con altos índices de emigración. A la vez que Risaralda se ha configurado como el departamento colombiano con la tasa relativa más alta de emigración a nivel nacional (29,8%). En este reportaje se explora el caso puntual de Santuario por tratarse del segundo municipio risaraldense con los índices más altos de emigración pero también porque la historia de este pueblo permite conocer la compleja diversidad de la realidad migratoria que se presenta en Colombia. 

Investigación y texto por Maritza Palma Lozano                                                                                                                                          Fotografías por Miguel Ante                                                                                                                                                                                Realización audiovisual por Santiago Ramírez y Maritza Palma

En búsqueda de la libertad

El 17 de octubre de 1899 la colombia liberal o un grupo de guerrillas mal entrenadas -como las menciona la historia oficial- dieron el primer paso para lo que sería una larga sucesión de guerras extendidas durante mil días. Los excesos de poder impuestos por el federalismo fueron su causa.

Por esa misma fecha Santuario, como parte del corregimiento de Apia, fue custodiado por tropas preocupadas de la gente revoltosa que allí habitaba. Pero Jesús María Lenis, quien había sido soldado de Rafael Uribe Uribe, se armó con aliados y los sacó.

El mismo Lenis había llegado a Santuario en 1886, huyendo de Antioquia con su esposa alemana Eliza Gartner, y el 20 de julio de ese mismo año, haciendo honor a la celebración del día de Santa librada en Europa, fundaron Santuario.

Este territorio se constituyó como un refugio de liberales en épocas de exterminios bipartidistas. Y con un aire acelerado fue el escenario en donde, en los años siguientes, se construyó una iglesia en honor a una mujer crucificada -Santa librada-; un colegio privado con bachillerato en filosofía y letras; un acueducto con tubería traida de Estados Unidos; una biblioteca en la que estaban los libros que la iglesia católica prohibía leer; entre otros avances como una trilladora, una imprenta, una cervecería y una planta eléctrica propia.

Y así como se fundó entre liberales no gratos para la ola conservadora y esa acelerada visión de desarrollo cultural e industrial, también fue lugar de recepción de apellidos que no eran de Colombia, entre ellos los de árabes que vinieron hacia América tras la caída del imperio Otomano hacia 1920. Y así como los árabes, llegaron también compañías de teatro francesas; como síntoma de que todos podían ser bienvenidos en este lugar.

De Santuario hacia el mundo

Al son que unos venían otros también se iban, y las élites se encargaron de garantizar que sus jóvenes estudiaran fuera de Santuario y fuera de Colombia. Mientras la economía fortalecida a partir de la producción propia requería que otros tantos habitantes viajaran al exterior por cuestiones comerciales.

Los años más violentos no se hicieron esperar y al tratarse de un territorio marcado por un espíritu libre pensador no estuvo a salvo de la cacería política dada bajo el poder del presidente Mariano Ospina Pérez que emprendió la persecución a liberales y especialmente a gaitanistas en los años 1946.

Y claramente tras la muerte de Jorge Eliécer Gaitán todo se puso peor y en palabras de Jaime Vásquez Raigosa, reconocido como el historiador del pueblo, “ahí vino la conservatización a sangre y fuego de Santuario, lo que usted ve nuevo alrededor de la plaza fue porque lo quemaron, porque eran propiedad de liberales, los conservadores le echaron candela. Se apoderaron de fincas, de lotes cafeteros, mataron mucha gente e hicieron desocupar a los liberales. Muchos se fueron para el exterior, tenían plata, tenían conocimiento, hijos profesionales, conocían el exterior”.

Estas migraciones se dieron principalmente hacia Estados Unidos, Costa Rica y Venezuela. Y fueron marcando un descenso de la población que como un reloj de arena fueron pasando de un lugar a muchos otros.

Los censos antes y después de 1946 realizados bajo la Contraloría General de la República, uno en 1938 y otro en 1951, muestran como en el primero de estos dos censos en Santuario habían 17.703, mientras en 1951 ya habían 21.756. Aún en esos tiempos Santuario hacía parte del Departamento de Caldas.

Nueve años después de cerrada la época de La Violencia, el Mayo del 68 que gritaba por la libertad, igualdad y fraternidad hizo eco por todas partes del mundo y algunos jóvenes de Santuario movidos por ese aire de revolución juvenil también partieron más allá de los fronteras.

Las cifras a la luz de los censos evidenciaban cambios y para 1964 en Santuario la población había disminuido en un 25.5%, pasando de 21.756 a 16.198 habitantes.

Droga, marihuana y café

Los años 1960 y 1970 fueron también una época en donde el consumo de drogas en el mundo aumentó. En Colombia los cultivos de marihuana se intensificaron con el fin de proveer el aumento del consumo en Estados Unidos, su principal cliente.

Tras la marihuna vinieron otras drogas, así que en 1980 el cultivo de coca para la exportación entró en su auge.

Fue así como desde regiones como el Eje cafetero, incluyendo Santuario, se supo que muchos empezaron a salir del país tanto para traficar como para transportar esas sustancias.

Pero como un carrusel a todo ritmo que no se detiene, cada década trajo consigo un hecho social que se convertiría en un motivo más de migración.

1990 se sacudió con la crisis del café a nivel mundial y con la sacudida, que generó consecuencias en las exportaciones de café que siguieron disminuyendo en los años próximos, se sacudió también Santuario y ciudadanos que prefirieron irse.

Un presente de Santuario

Desde un café ubicado frente a la plaza central donde están los monumentos a Simón Bolívar y a Policarpa Salavarrieta, se ve un casco urbano caótico. Indígenas, vendedores, santuareños, trabajadores de café, habitantes de aquí y de allá, gente de paso y gente que vuelve a su hogar los fines de semana son parte del paisaje bullicioso de un sábado de mayo.

Aquí no parece faltar nadie, pero de cada una de la mayor parte de casas de este pueblo alguien se encuentra en alguna ciudad de Europa o Estados Unidos.

Al 2005 Santuario continuó el descenso de su población pasando de 16.198 habitantes en 1964 a 14.736. Y ahora se tenía la certeza, a la luz del Departamento Nacional de Estadística, que de 3.844 hogares el 7,1% “tiene experiencia emigratoria internacional”.

La migración desde este municipio ha sido tal que hoy en día se hablan de colonias de santuareños en lugares como Nueva Jersey (Estados Unidos) París (Francia) y Madrid (España).  

Las concentraciones de los santuareños, a partir de las redes que han creado, ha sido tal que en Francia al 2010 se tenía que habitaban 8.000 personas originarias de este pueblo, lo que significa a su vez que haya más santuareños en Francia que en el mismo casco urbano del mismo municipio donde solo hay 6.587 habitantes.

Así se enmarca a grandes rasgos un flujo de entradas y salidas, pero la diversidad sólo puede estar presente en los relatos que desde lo particular narran distintas experiencias migratorias de un pueblo de pasados liberales que hoy por hoy tampoco es ajeno a la llegada de otros extranjeros, especialmente de venezolanos que han llegado a la zona para las épocas de mejor cosecha, pues debido a que la mano de obra local para la recolección de café es escasa, los dueños de fincas cafeteras contratan indígenas de Santa Cecilia, personas del Huila y de manera más reciente población venezolana.

 

 

Entrevista con el economista, Magister en Migración Internacional, William Mejía Ochoa

Una visión sobre las migraciones en Risaralda desde una perspectiva económica:

Quedarse para contarlo

Jaime es un historiador nacido en Santuario, testigo de hechos que han marcado el pasado y presente del pueblo.

Aprender a luchar

Marta es una mujer lesbiana que luchó por la defensa de los derechos de la comunidad LGBTI en las cárceles colombianas. Migrar le había mostrado que habían actos intolerables y que los derechos humanos están para ser defendidos.

Sin cordón umbilical

Para Mario haber estado más de 10 años en Europa solo tuvo una razón de ser: crecer como persona, madurar.

Migrar no es mi opción

Diana ha visto como todos sus hermanos migraron al exterior y hasta se casó con un santuareño que vive en EEUU. Aún así en su proyecto de vida migrar no es una opción.

Venezolanos en Santuario

TODO POR AMOR

 

Génesis y Carlos son una joven pareja venezolana. Ambos fueron funcionarios públicos. Génesis empezó sus estudios en Derecho y era oficial de la Policía Nacional Bolivariana. Carlos empezaba su maestría en Gerencia de seguridad y era supervisor de Estaciones del Instituto de Ferrocarriles del Estado, además de docente. En sus vidas las problemáticas políticas se hicieron evidentes en el 2014 y para el 2016 la economía familiar les resultaba insostenible. Dentro de todo un panorama que politizó, a favor del oficialismo, sus escenarios de trabajo, Génesis abandona su cargo, sin embargo es declarada como desertora y recibe amenazas de ser solicitada.

Pese a que en sus planes estaba viajar hacia Perú, Carlos llegó primero a Colombia a probar suerte para las cosechas de café de enero de 2017 en Santuario, vio posibilidades y meses después llego Génesis con sus hijas. Ya llevan más de un año durante el cual han construido posibilidades de estabilizar sus vidas y su meta es solo una: continuar.